Muchos jóvenes españoles atraviesan las fronteras en busca de esa oportunidad que no se les presenta en su país. Los periódicos denominan al fenómeno fuga de cerebros. En baloncesto pasa igual, pero, en este caso, el anzuelo es disputar las dos principales competiciones de este deporte: la NBA y la Euroliga. Una fuga de muñecas en toda regla. En concreto, de pívots. Los últimos reclamados desde extramuros han sido Mike Muscala, de Obradoiro, y Giorgi Shermadini, del CAI Zaragoza.
El pívot del Obradoiro ha sido una de las revelaciones de la Liga Endesa. Aterrizó en Santiago en verano procedente de la NCAA (liga universitaria de Estados Unidos) para curtirse como jugador y llegar hecho y derecho a la NBA. Ni una temporada ha tenido que esperar para recibir la llamada de un Atlanta Hawks asolado por las lesiones. Su marcha deja mermado al equipo gallego, que además de perder los 14,6 puntos y casi ocho rebotes de media del americano, tiene que lidiar con la ausencia del también pívot Oriol Junyent, lesionado para un mes aproximadamente. La pintura se les queda coja cuando estaban emprendiendo el asalto a los ocho primeros puestos de la clasificación, esos que dan acceso a los playoffs. Acumulan cinco victorias consecutivas y son décimos, a una victoria del objetivo. Ahora, cuando creían que tendrían que escalar el Macizo Galaico, les colocan a los pies del Mont Blanc.
Otro jugador de la pintura que se marcha es Shermadini. La conexión georgiana (junto a Sanikidze) que tan buenos resultados estaba dando en Zaragoza se resquebraja. El pívot puso el pasado miércoles rumbo a Grecia, a Olympiakos. En este caso, los seis meses que ha pasado en Zaragoza han sido para Shermadini un retiro espiritual que le han valido para volver a encontrarse con su mejor versión (12,9 puntos y 5,9 rebotes por partido en liga) y regresar así al equipo con el que el año pasado ganó la máxima competición continental.
El éxodo de los mejores jugadores de la ACB está siendo una constante esta temporada. Antes que Shermadini y Muscala fue Blagota Sekulic quien cambió de aires. En los días previos a la Copa del Rey celebrada en Málaga, al por entonces mejor jugador de la Liga le llegó una oferta del Fenerbahçe turco, equipo de Euroliga, y el montenegrino se despidió de Tenerife. Lo mismo ocurrió con Milko Bjelica. Llegó en octubre a Vitoria para paliar la baja de Lamont Hamilton. Firmó por un mes y amplió hasta cumplir un trimestre vistiendo la camiseta del Laboral Kutxa. Su técnico, Sergio Scariolo, hizo público su deseo de que Bjelica continuara en el club más allá de diciembre. Pero no fue el único con la mirada puesta sobre el montenegrino. Anadolu Efes, otro equipo Euroliga (y turco), se llevó el gato al agua.
Mientras que unos ven como sus carreras despegan, otros tienen que conformarse con contratos de un mes o incluso menos. Por ejemplo, Guille Rubio, que llegó al Estudiantes en la jornada tres con un contrato de 30 días. Sus actuaciones convencieron al equipo madrileño, que primero le renovó por otro tanto y acabaron firmando hasta final de temporada. Deja al CAI en sexto lugar de la tabla.
No a todos les llega la ansiada renovación. Es el caso de Pete Mickeal, que hace un mes volvió al baloncesto profesional de manos del UCAM Murcia. El alero llevaba 10 meses alejado de las canchas por culpa de un tromboembolismo pulmonar, pero tras cinco partidos (12 puntos y cinco rebotes por encuentro), el club lanzó un comunicado: "El jugador norteamericano y el club han decidido de mutuo acuerdo no prorrogar el contrato de un mes que acababa tras el partido contra Unicaja".
Lo mismo les ocurrió a Kaukenas (Laboral Kutxa), Pecherov (Valencia Basket), Lukauskis (Bilbao Basket)... La lista crece cada semana. Es la precariedad del parquet.
El pívot del Obradoiro ha sido una de las revelaciones de la Liga Endesa. Aterrizó en Santiago en verano procedente de la NCAA (liga universitaria de Estados Unidos) para curtirse como jugador y llegar hecho y derecho a la NBA. Ni una temporada ha tenido que esperar para recibir la llamada de un Atlanta Hawks asolado por las lesiones. Su marcha deja mermado al equipo gallego, que además de perder los 14,6 puntos y casi ocho rebotes de media del americano, tiene que lidiar con la ausencia del también pívot Oriol Junyent, lesionado para un mes aproximadamente. La pintura se les queda coja cuando estaban emprendiendo el asalto a los ocho primeros puestos de la clasificación, esos que dan acceso a los playoffs. Acumulan cinco victorias consecutivas y son décimos, a una victoria del objetivo. Ahora, cuando creían que tendrían que escalar el Macizo Galaico, les colocan a los pies del Mont Blanc.
Otro jugador de la pintura que se marcha es Shermadini. La conexión georgiana (junto a Sanikidze) que tan buenos resultados estaba dando en Zaragoza se resquebraja. El pívot puso el pasado miércoles rumbo a Grecia, a Olympiakos. En este caso, los seis meses que ha pasado en Zaragoza han sido para Shermadini un retiro espiritual que le han valido para volver a encontrarse con su mejor versión (12,9 puntos y 5,9 rebotes por partido en liga) y regresar así al equipo con el que el año pasado ganó la máxima competición continental.
El éxodo de los mejores jugadores de la ACB está siendo una constante esta temporada. Antes que Shermadini y Muscala fue Blagota Sekulic quien cambió de aires. En los días previos a la Copa del Rey celebrada en Málaga, al por entonces mejor jugador de la Liga le llegó una oferta del Fenerbahçe turco, equipo de Euroliga, y el montenegrino se despidió de Tenerife. Lo mismo ocurrió con Milko Bjelica. Llegó en octubre a Vitoria para paliar la baja de Lamont Hamilton. Firmó por un mes y amplió hasta cumplir un trimestre vistiendo la camiseta del Laboral Kutxa. Su técnico, Sergio Scariolo, hizo público su deseo de que Bjelica continuara en el club más allá de diciembre. Pero no fue el único con la mirada puesta sobre el montenegrino. Anadolu Efes, otro equipo Euroliga (y turco), se llevó el gato al agua.
Mientras que unos ven como sus carreras despegan, otros tienen que conformarse con contratos de un mes o incluso menos. Por ejemplo, Guille Rubio, que llegó al Estudiantes en la jornada tres con un contrato de 30 días. Sus actuaciones convencieron al equipo madrileño, que primero le renovó por otro tanto y acabaron firmando hasta final de temporada. Deja al CAI en sexto lugar de la tabla.
No a todos les llega la ansiada renovación. Es el caso de Pete Mickeal, que hace un mes volvió al baloncesto profesional de manos del UCAM Murcia. El alero llevaba 10 meses alejado de las canchas por culpa de un tromboembolismo pulmonar, pero tras cinco partidos (12 puntos y cinco rebotes por encuentro), el club lanzó un comunicado: "El jugador norteamericano y el club han decidido de mutuo acuerdo no prorrogar el contrato de un mes que acababa tras el partido contra Unicaja".
Lo mismo les ocurrió a Kaukenas (Laboral Kutxa), Pecherov (Valencia Basket), Lukauskis (Bilbao Basket)... La lista crece cada semana. Es la precariedad del parquet.