Cada vez que escucho este término me ocurre como a Will Smith, Bruce Willis y Arnold Schwarzenegger cuando están salvando el mundo, explota una bomba y todo se queda en silencio menos un pitido, un agudo y molesto pitido.
Miro a mi alrededor entrecerrando los ojos, agachando la cabeza con una mano en el oído y la otra palpando el aire, pero al parecer soy la única que lo oye y todos me observan estupefactos. Vale, he quedado como una idiota, ¿pero es que a nadie más le chirría esta asociación de palabras?
Hagamos una prueba: "nuevo pacifismo", "nueva igualdad", "nueva democracia", "nueva libertad"... lo siento, pero no le veo el sentido.
Y es que nos encanta ponerle la etiqueta de nuevo a todo y estrenar como quien estrena zapatos o camiseta. Porque lo viejo ya no tiene valor. Pero resulta que en este caso, el de los movimientos sociales y en concreto el feminismo lo que han conseguido otras (sí esas que estuvieron antes, las antiguas) tiene muchísimo valor. Y lo digo yo que soy miss-impaciencia y miss-me-canso-de-todo, pero a Cleopatra lo que es de Cleopatra: si hoy tenemos ciertos derechos es porque otras abrieron el camino y lo hicieron muy bien y con mucho esfuerzo.
Seamos sinceros y reconozcamos que en este caso usar el prefijo nuevo es como usar Aquaplast, esa masilla que sirve para tapar un agujero y que aquello quede aparente por si vienen visitas a casa. El agujero en cuestión tiene nombre, se llama animadversión generalizada hacia la palabra "feminismo". Esa palabra que parece que tienes que decir bajito y casi disculpándote, la misma de la que reniegan las celebrities cool, también algunas políticas, periodistas y escritoras, la que te tacha en lugar de ensalzarte, la que te convierte en bruja, nazi, desquiciada y hace que te salgan músculos y pelos por todo el cuerpo nada más pronunciarla. Esa que te da pereza explicar una y otra vez en cada conversación (marchando un link gratuito a la definición de "feminismo"), la misma que hay que quitarse de encima porque te encasilla... y es que no nos importa etiquetarnos en la 38, pero si se trata de feminismo, no gracias. Que sepáis todos los que os declaráis no feministas que estáis haciendo alarde de vuestra ignorancia en público (de eso y de ser malas personas).
Dicen que la palabra tiene mala fama, mala prensa o mala cara. Todos sabemos que en cualquier movimiento hay posturas más o menos radicales, pero querer caracterizar al feminismo con la imagen de mujer amargada y resentida es como decir que futbolero es el que tira bengalas en el estadio, un poco de perspectiva por favor.
Algunos proponen inventar otro término, como si se tratara de una nueva marca de bebidas refrescantes con logotipo y todo, pero cuidado, eso significaría dar la razón a todos los que se empeñan en denostar al feminismo como algo negativo, sepultar a todas las mujeres comprometidas que levantaron el estandarte de la igualdad, invisibilizarlas a ellas y a sus logros que hoy son nuestros. Me resisto, no es justo.
Habría que inventar unos cuadernillos de caligrafía que ayuden a normalizar la palabra "feminista" o qué se yo, lanzar un concurso a diseñadores gráficos que la redibujen, a escritores y cantantes que nos devuelvan el deleite de recitarla y escucharla. Contratar al mejor departamento de marketing para que la vuelva a poner en valor, a un experto en Photoshop, o al coacher del nuevo Papa que la remonta seguro.
Aquí va un intento: feminista rima con lista, optimista, detallista y contorsionista.
Confieso que recibo emails de muchas mujeres que dicen que en mi trabajo por fin han encontrado un feminismo con el que se identifican y me halaga, pero en realidad no creo en un nuevo feminismo. Hay nuevas formas de expresión, nuevos canales y nuevos tonos. Unas se desnudan y utilizan su cuerpo como elemento activo y de protesta, otras se disfrazan para hacer visible a la mujer en determinados sectores, otras usan el grafiti, y una servidora, a través del humor y la ironía anima a las mujeres de toda España a acudir a los Registros a solicitar la propiedad de su cuerpo. Todas son formas válidas, loables y valientes. Me quito el sombrero ante cualquier mujer que desde el contexto que sea aporte de una manera activa su granito de arena a la causa (y digo activa porque quejarse desde el sofá o despotricar en las redes sociales no cuenta). Habrá quien lo haga con mejor o peor atino, quien se identifique más con unas que con otras, pero no les restemos ni un ápice de mérito porque lo tienen: se arriesgan y se exponen, hacen cosas.
Soy feminista y lo digo con orgullo. Y cada vez que lo afirmo destaco el trabajo de todas las mujeres y todos los hombres que persiguieron y que persiguen el mismo sueño: la igualdad de derechos entre hombres y mujeres.
Ojalá llegue el día donde el papel de Will Smith, Bruce Willis y Arnold Schwarzenegger también sea interpretado por mujeres que salvan el mundo. Hasta entonces seguiremos necesitando el feminismo.
Miro a mi alrededor entrecerrando los ojos, agachando la cabeza con una mano en el oído y la otra palpando el aire, pero al parecer soy la única que lo oye y todos me observan estupefactos. Vale, he quedado como una idiota, ¿pero es que a nadie más le chirría esta asociación de palabras?
Hagamos una prueba: "nuevo pacifismo", "nueva igualdad", "nueva democracia", "nueva libertad"... lo siento, pero no le veo el sentido.
Y es que nos encanta ponerle la etiqueta de nuevo a todo y estrenar como quien estrena zapatos o camiseta. Porque lo viejo ya no tiene valor. Pero resulta que en este caso, el de los movimientos sociales y en concreto el feminismo lo que han conseguido otras (sí esas que estuvieron antes, las antiguas) tiene muchísimo valor. Y lo digo yo que soy miss-impaciencia y miss-me-canso-de-todo, pero a Cleopatra lo que es de Cleopatra: si hoy tenemos ciertos derechos es porque otras abrieron el camino y lo hicieron muy bien y con mucho esfuerzo.
Seamos sinceros y reconozcamos que en este caso usar el prefijo nuevo es como usar Aquaplast, esa masilla que sirve para tapar un agujero y que aquello quede aparente por si vienen visitas a casa. El agujero en cuestión tiene nombre, se llama animadversión generalizada hacia la palabra "feminismo". Esa palabra que parece que tienes que decir bajito y casi disculpándote, la misma de la que reniegan las celebrities cool, también algunas políticas, periodistas y escritoras, la que te tacha en lugar de ensalzarte, la que te convierte en bruja, nazi, desquiciada y hace que te salgan músculos y pelos por todo el cuerpo nada más pronunciarla. Esa que te da pereza explicar una y otra vez en cada conversación (marchando un link gratuito a la definición de "feminismo"), la misma que hay que quitarse de encima porque te encasilla... y es que no nos importa etiquetarnos en la 38, pero si se trata de feminismo, no gracias. Que sepáis todos los que os declaráis no feministas que estáis haciendo alarde de vuestra ignorancia en público (de eso y de ser malas personas).
Dicen que la palabra tiene mala fama, mala prensa o mala cara. Todos sabemos que en cualquier movimiento hay posturas más o menos radicales, pero querer caracterizar al feminismo con la imagen de mujer amargada y resentida es como decir que futbolero es el que tira bengalas en el estadio, un poco de perspectiva por favor.
Algunos proponen inventar otro término, como si se tratara de una nueva marca de bebidas refrescantes con logotipo y todo, pero cuidado, eso significaría dar la razón a todos los que se empeñan en denostar al feminismo como algo negativo, sepultar a todas las mujeres comprometidas que levantaron el estandarte de la igualdad, invisibilizarlas a ellas y a sus logros que hoy son nuestros. Me resisto, no es justo.
Habría que inventar unos cuadernillos de caligrafía que ayuden a normalizar la palabra "feminista" o qué se yo, lanzar un concurso a diseñadores gráficos que la redibujen, a escritores y cantantes que nos devuelvan el deleite de recitarla y escucharla. Contratar al mejor departamento de marketing para que la vuelva a poner en valor, a un experto en Photoshop, o al coacher del nuevo Papa que la remonta seguro.
Aquí va un intento: feminista rima con lista, optimista, detallista y contorsionista.
Confieso que recibo emails de muchas mujeres que dicen que en mi trabajo por fin han encontrado un feminismo con el que se identifican y me halaga, pero en realidad no creo en un nuevo feminismo. Hay nuevas formas de expresión, nuevos canales y nuevos tonos. Unas se desnudan y utilizan su cuerpo como elemento activo y de protesta, otras se disfrazan para hacer visible a la mujer en determinados sectores, otras usan el grafiti, y una servidora, a través del humor y la ironía anima a las mujeres de toda España a acudir a los Registros a solicitar la propiedad de su cuerpo. Todas son formas válidas, loables y valientes. Me quito el sombrero ante cualquier mujer que desde el contexto que sea aporte de una manera activa su granito de arena a la causa (y digo activa porque quejarse desde el sofá o despotricar en las redes sociales no cuenta). Habrá quien lo haga con mejor o peor atino, quien se identifique más con unas que con otras, pero no les restemos ni un ápice de mérito porque lo tienen: se arriesgan y se exponen, hacen cosas.
Soy feminista y lo digo con orgullo. Y cada vez que lo afirmo destaco el trabajo de todas las mujeres y todos los hombres que persiguieron y que persiguen el mismo sueño: la igualdad de derechos entre hombres y mujeres.
Ojalá llegue el día donde el papel de Will Smith, Bruce Willis y Arnold Schwarzenegger también sea interpretado por mujeres que salvan el mundo. Hasta entonces seguiremos necesitando el feminismo.