El próximo domingo Euskadi escenificará su vía vasca. Una cadena humana similar a la que se celebró en Cataluña el pasado mes de septiembre a favor del derecho a decidir. No solo se han cumplido las expectativas de los organizadores, sino que los datos avalan que la participación será bastante mayor de la esperada. De las 50.000 personas que los responsables calculaban acudiesen, ya hay hasta el momento, 60.000 inscritas, y los 123 km por el que transcurre el recorrido, completo.
Tras las elecciones europeas, EH Bildu se ha consolidado de nuevo como la segunda fuerza en la Comunidad Autónoma vasca y además ha subido en votos con respecto a las últimas elecciones autonómicas. El PNV ya puede andar listo, porque como no pise el acelerador en lo que le queda de legislatura, puede verse en apuros a la hora de seguir liderando el nacionalismo; porque con ETA fuera del escenario, hay muchos nacionalistas que se están pasando de bando.
Ante una convocatoria como la del próximo domingo día 8, en la que se reivindica el derecho a decidir de todos los vascos, al PNV no le ha quedado más remedio que dar libertad a sus votantes. Como siempre, ante cuestiones tan delicadas, la dirección del partido prefiere acudir de forma anónima para que desde algunos sectores no se le meta en el mismo saco que al nacionalismo más radical. En este caso piensan lo mismo, solo que la cúpula del PNV tiene un miedo exacerbado a decirlo de cara, sin cortapisas. Aun así, y siguiendo una estrategia interna que no es nueva, algunos destacados dirigentes como Joseba Egibar ya han anunciado que estarán presentes. De hecho en muchos batzokis guipuzcoanos llevan semanas organizando la marcha que transcurrirá desde la localidad vizcaína de Durango hasta Pamplona. 123 km que desde el aire simbolizarán la fuerza del nacionalismo vasco.
De nuevo otro dolor de cabeza para las estructuras del Estado, que por otra parte era más que previsible, incluso antes de que los catalanes escenificaran su vía catalana.
Un año de gestión, pueblo a pueblo, barrio a barrio y con la capacidad de movilización que tienen los distintos sectores que aglutina este movimiento, ponen de manifiesto la fuerza de un nacionalismo emergente en una sociedad donde los partidos de ámbito estatal caen estrepitosamente.
Nadie duda de que la cadena humana del próximo domingo pasará a la historia como una nueva reivindicación del nacionalismo vasco a ser una nación. Un viejo problema para España al que no se ha sabido hasta el momento dar la solución adecuada.
Con la proclamación del príncipe Felipe como rey dentro de dos semanas, es obvio que habrá que reformar la Constitución, y afrontar también el problema que tiene España con los nacionalismos vasco y catalán.
No hay duda de que a partir de ahora el PNV subirá el tono en sus reivindicaciones sobre el derecho a decidir, y más sabiendo que EHBildu le pisa los talones. Solo falta que Arnaldo Otegi salga de la cárcel para que la tormenta sea perfecta.
En cuanto al País Vasco, el nuevo rey, sin duda, tendrá que rodearse de muy buenos asesores que conozcan de cerca el día a día de la sociedad vasca -no solo la realidad de salón- para afrontar con sentido de Estado un problema que lejos de remitir va emergiendo con virulencia. Formación no le falta. Quizás lo que necesite es escuchar a todos los sectores de la sociedad vasca, porque a lo mejor así, pueden tener en Zarzuela todas las claves, porque algunas todavía sí que les faltan. Y el problema del nacionalismo no es baladí.
Antaño, la relación de la Corona con los vascos era buena, así que aunque complicado el nuevo rey tiene algunas, pocas, pero tiene bazas a su favor. Solo tienen que ponerse a ello. La clave bien podría estar en el Palacio de Miramar...
Tras las elecciones europeas, EH Bildu se ha consolidado de nuevo como la segunda fuerza en la Comunidad Autónoma vasca y además ha subido en votos con respecto a las últimas elecciones autonómicas. El PNV ya puede andar listo, porque como no pise el acelerador en lo que le queda de legislatura, puede verse en apuros a la hora de seguir liderando el nacionalismo; porque con ETA fuera del escenario, hay muchos nacionalistas que se están pasando de bando.
Ante una convocatoria como la del próximo domingo día 8, en la que se reivindica el derecho a decidir de todos los vascos, al PNV no le ha quedado más remedio que dar libertad a sus votantes. Como siempre, ante cuestiones tan delicadas, la dirección del partido prefiere acudir de forma anónima para que desde algunos sectores no se le meta en el mismo saco que al nacionalismo más radical. En este caso piensan lo mismo, solo que la cúpula del PNV tiene un miedo exacerbado a decirlo de cara, sin cortapisas. Aun así, y siguiendo una estrategia interna que no es nueva, algunos destacados dirigentes como Joseba Egibar ya han anunciado que estarán presentes. De hecho en muchos batzokis guipuzcoanos llevan semanas organizando la marcha que transcurrirá desde la localidad vizcaína de Durango hasta Pamplona. 123 km que desde el aire simbolizarán la fuerza del nacionalismo vasco.
De nuevo otro dolor de cabeza para las estructuras del Estado, que por otra parte era más que previsible, incluso antes de que los catalanes escenificaran su vía catalana.
Un año de gestión, pueblo a pueblo, barrio a barrio y con la capacidad de movilización que tienen los distintos sectores que aglutina este movimiento, ponen de manifiesto la fuerza de un nacionalismo emergente en una sociedad donde los partidos de ámbito estatal caen estrepitosamente.
Nadie duda de que la cadena humana del próximo domingo pasará a la historia como una nueva reivindicación del nacionalismo vasco a ser una nación. Un viejo problema para España al que no se ha sabido hasta el momento dar la solución adecuada.
Con la proclamación del príncipe Felipe como rey dentro de dos semanas, es obvio que habrá que reformar la Constitución, y afrontar también el problema que tiene España con los nacionalismos vasco y catalán.
No hay duda de que a partir de ahora el PNV subirá el tono en sus reivindicaciones sobre el derecho a decidir, y más sabiendo que EHBildu le pisa los talones. Solo falta que Arnaldo Otegi salga de la cárcel para que la tormenta sea perfecta.
En cuanto al País Vasco, el nuevo rey, sin duda, tendrá que rodearse de muy buenos asesores que conozcan de cerca el día a día de la sociedad vasca -no solo la realidad de salón- para afrontar con sentido de Estado un problema que lejos de remitir va emergiendo con virulencia. Formación no le falta. Quizás lo que necesite es escuchar a todos los sectores de la sociedad vasca, porque a lo mejor así, pueden tener en Zarzuela todas las claves, porque algunas todavía sí que les faltan. Y el problema del nacionalismo no es baladí.
Antaño, la relación de la Corona con los vascos era buena, así que aunque complicado el nuevo rey tiene algunas, pocas, pero tiene bazas a su favor. Solo tienen que ponerse a ello. La clave bien podría estar en el Palacio de Miramar...