Nassim Taleb es un investigador estadounidense que en ocasiones ve cisnes negros. ¿Qué es un cisne negro? El profesor Taleb lo define como un suceso que está fuera de toda expectativa, que es prácticamente imposible de predecir, por lo que cuando se produce, genera un gran efecto sorpresa y alcanza una gran repercusión. Y una vez que el evento se ha producido, nos empeñamos en racionalizarlo en retrospectiva, como si pudiéramos haberlo anticipado.
Los ataques del 11 de septiembre cambiaron la geopolítica mundial y ninguna agencia gubernamental ni servicio de inteligencia fue capaz de anticiparlos. ¿Quién iba a suponer que internet, ese invento de los militares, iba a dar ese giro radical a nuestras vidas? ¿Quién se iba a imaginar que Steve Jobs y el iPhone iban a suponer un impacto tan brutal en la economía y en nuestros hábitos cotidianos?
¿Quién se tomaba en serio al tipo ese de la coleta que se compra las camisas en Alcampo? Ha aparecido prácticamente de la nada, y sin que nadie haya sabido verlo venir, de repente se ha hecho con un millón y pico largo de votos. Mientras los partidos demonizaban a los lenguaraces usuarios de Twitter y en las tertulias televisivas se burlaban de los partidos alternativos (frikis, según supimos después), salta la sorpresa. Lo inesperado se llama Pablo Iglesias y le gana por la mano al establishment utilizando sus propias armas: la visibilidad televisiva, el altavoz de las redes sociales y la apropiación del discurso y la dialéctica de la izquierda.
Vivimos con la ilusión del orden, creyendo que la planificación y la previsión son posibles. Nos perturba tanto lo aleatorio, que creamos disciplinas que intentan dar sentido al pasado, pero raramente conseguimos entenderlo, y solemos fallar prediciendo el futuro. Justo en ese punto tenemos al PP y al PSOE intentando entender por dónde les ha venido el golpe y qué hacer a partir de ahora. La teoría del cisne negro nos dice que fallarán en el análisis de las causas y también en el planteamiento del escenario de futuro.
Los partidos dicen darse por enterados. "Hemos escuchado el mensaje que nos ha lanzado el pueblo". El PP dice que han encajado la bofetada y que creen que han tenido un problema de comunicación. De ser así, es de esperar que reactiven pronto el perfil de Cañete en Twitter, cerrado al día siguiente de terminar la campaña. Elena Valenciano seguirá su ejemplo, por supuesto, ya que también dejó de actualizar su perfil la noche electoral del domingo 25. Ha sido terminar la campaña electoral y los candidatos de los dos principales partidos han aparcado las redes sociales. Ya no toca.
El PSOE, en cuestión de un par de semanas, ha cambiado la oda a la democracia y al voto de todos con #porlaIgualdad y el #TúMuevesEuropa al ombliguismo de #Primarias Abiertas y después #UnMilitanteUnVoto. Lo de escuchar a la ciudadanía terminó el domingo. Quizá el hashtag más sincero en estos momentos sería #QuieroSerCalifaEnLugarDelCalifa.
En fin, como les decía, parece que los asesores de los partidos no le hacen mucho caso a Taleb. Al que sí que parece que tienen más releído es a George Lakoff y su libro No pienses en un elefante. Si les conmino a que no piensen en un elefante, de por sí ya es imposible que no piensen en él. Hay que tratar de conducir las conversaciones dentro de unos marcos de referencia determinados y huir de otros. Por eso Zapatero no osaba pronunciar la palabra crisis ni Rajoy mentaba ni los recortes ni el rescate. No hay que pensar en un elefante. Lo que no se nombra, no existe. Así que no se extrañen si de ahora en adelante nuestros esforzados políticos proscriben de sus discursos el verbo poder. A partir de ahora no dirán podemos, que eso recuerda al tal Pablo. Dirán seremos capaces. A Valenciano y Cospedal los asesores de imagen les prohibirán llevar coleta, porque Iglesias también se ha apropiado del símbolo. Por favor señoras, ¡melenas al viento! Háganse trenzas o recogidos, pero ni se les ocurra llevar coleta ni nada que haga evocar en la mente del votante el recuerdo del tal Iglesias.
Retruécanos, ruido de cántaros vacíos e intrigas palaciegas. Nuestros políticos no aspiran a vencer convenciendo sino que aspiran a ganar por aclamación. Como dice Rubalcaba, los españoles enterramos muy bien. A Iglesias y a Podemos no intentarán ganarles en el debate de ideas, intentarán enterrarlos entre descalificaciones y ninguneo. Y si nos hurtan ese debate, saldremos perdiendo todos.
Otro rasgo que caracteriza a los cisnes negros es que son aquellos eventos que cambian el curso de la historia. Taleb se refiere a casi todos los grandes descubrimientos científicos, hechos históricos y logros artísticos como cisnes negros. ¿La irrupción de Podemos va a cambiar la historia de la política en España? ¿Serán el canto del cisne del bipartidismo? Lo dudo. Pero desconfíen, que una cosa es que haya cambios y otra bien distinta es que los cambios sean para mejor. Recuerden que Aznar y Zapatero también fueron en su momento pequeños cisnes negros.
Los ataques del 11 de septiembre cambiaron la geopolítica mundial y ninguna agencia gubernamental ni servicio de inteligencia fue capaz de anticiparlos. ¿Quién iba a suponer que internet, ese invento de los militares, iba a dar ese giro radical a nuestras vidas? ¿Quién se iba a imaginar que Steve Jobs y el iPhone iban a suponer un impacto tan brutal en la economía y en nuestros hábitos cotidianos?
¿Quién se tomaba en serio al tipo ese de la coleta que se compra las camisas en Alcampo? Ha aparecido prácticamente de la nada, y sin que nadie haya sabido verlo venir, de repente se ha hecho con un millón y pico largo de votos. Mientras los partidos demonizaban a los lenguaraces usuarios de Twitter y en las tertulias televisivas se burlaban de los partidos alternativos (frikis, según supimos después), salta la sorpresa. Lo inesperado se llama Pablo Iglesias y le gana por la mano al establishment utilizando sus propias armas: la visibilidad televisiva, el altavoz de las redes sociales y la apropiación del discurso y la dialéctica de la izquierda.
Vivimos con la ilusión del orden, creyendo que la planificación y la previsión son posibles. Nos perturba tanto lo aleatorio, que creamos disciplinas que intentan dar sentido al pasado, pero raramente conseguimos entenderlo, y solemos fallar prediciendo el futuro. Justo en ese punto tenemos al PP y al PSOE intentando entender por dónde les ha venido el golpe y qué hacer a partir de ahora. La teoría del cisne negro nos dice que fallarán en el análisis de las causas y también en el planteamiento del escenario de futuro.
Los partidos dicen darse por enterados. "Hemos escuchado el mensaje que nos ha lanzado el pueblo". El PP dice que han encajado la bofetada y que creen que han tenido un problema de comunicación. De ser así, es de esperar que reactiven pronto el perfil de Cañete en Twitter, cerrado al día siguiente de terminar la campaña. Elena Valenciano seguirá su ejemplo, por supuesto, ya que también dejó de actualizar su perfil la noche electoral del domingo 25. Ha sido terminar la campaña electoral y los candidatos de los dos principales partidos han aparcado las redes sociales. Ya no toca.
El PSOE, en cuestión de un par de semanas, ha cambiado la oda a la democracia y al voto de todos con #porlaIgualdad y el #TúMuevesEuropa al ombliguismo de #Primarias Abiertas y después #UnMilitanteUnVoto. Lo de escuchar a la ciudadanía terminó el domingo. Quizá el hashtag más sincero en estos momentos sería #QuieroSerCalifaEnLugarDelCalifa.
En fin, como les decía, parece que los asesores de los partidos no le hacen mucho caso a Taleb. Al que sí que parece que tienen más releído es a George Lakoff y su libro No pienses en un elefante. Si les conmino a que no piensen en un elefante, de por sí ya es imposible que no piensen en él. Hay que tratar de conducir las conversaciones dentro de unos marcos de referencia determinados y huir de otros. Por eso Zapatero no osaba pronunciar la palabra crisis ni Rajoy mentaba ni los recortes ni el rescate. No hay que pensar en un elefante. Lo que no se nombra, no existe. Así que no se extrañen si de ahora en adelante nuestros esforzados políticos proscriben de sus discursos el verbo poder. A partir de ahora no dirán podemos, que eso recuerda al tal Pablo. Dirán seremos capaces. A Valenciano y Cospedal los asesores de imagen les prohibirán llevar coleta, porque Iglesias también se ha apropiado del símbolo. Por favor señoras, ¡melenas al viento! Háganse trenzas o recogidos, pero ni se les ocurra llevar coleta ni nada que haga evocar en la mente del votante el recuerdo del tal Iglesias.
Retruécanos, ruido de cántaros vacíos e intrigas palaciegas. Nuestros políticos no aspiran a vencer convenciendo sino que aspiran a ganar por aclamación. Como dice Rubalcaba, los españoles enterramos muy bien. A Iglesias y a Podemos no intentarán ganarles en el debate de ideas, intentarán enterrarlos entre descalificaciones y ninguneo. Y si nos hurtan ese debate, saldremos perdiendo todos.
Otro rasgo que caracteriza a los cisnes negros es que son aquellos eventos que cambian el curso de la historia. Taleb se refiere a casi todos los grandes descubrimientos científicos, hechos históricos y logros artísticos como cisnes negros. ¿La irrupción de Podemos va a cambiar la historia de la política en España? ¿Serán el canto del cisne del bipartidismo? Lo dudo. Pero desconfíen, que una cosa es que haya cambios y otra bien distinta es que los cambios sean para mejor. Recuerden que Aznar y Zapatero también fueron en su momento pequeños cisnes negros.