El último post que escribí, en el que recordaba a las madres la importancia que tiene el desarrollo sexual de sus hijas en su felicidad general, gustó bastante. Y como se hizo viral, he recibido muchas peticiones que reclaman otro para los padres. Así que aquí estamos.
Una niña necesita el apoyo de su padre en su incipiente desarrollo sexual, pues le ayudará a entender aspectos relevantes que servirán para modelar su visión del mundo y el lugar que ocupa en él. Tú puedes influir en su nivel de autoestima y de aceptación de su propio cuerpo; además, eres el encargado de mostrarle, mediante tu comportamiento, la manera en que un chico o un hombre debe tratarla.
Aunque es verdad que los padres sólo quieren lo mejor para sus hijas, les repele la simple idea de hacer de guías en el paso en que sus retoños dejan de ser niñas para convertirse en mujeres. Parece que les da entre vergüenza y pena. Es como si cerrando los ojos muy fuerte pudieran evitar que sucediera. Y entonces es cuando dicen eso de "ve a preguntárselo a tu madre".
Este es exactamente el tipo de respuesta que pido a los padres que reconsideren. Resulta que sus hijas los necesitan de verdad.
Nos referimos a que los sudores fríos ante esas cuestiones con tal de evitar ese tipo de conversaciones no son las reacciones más adecuadas si quieres ayudar a tu hija a sentirse bien con su cuerpo y a tener confianza en sí misma. Y puede que eso implique tener que enseñar a tu pequeña el nombre preciso de las partes del cuerpo durante la hora del baño, además de explicarle en qué consiste la menstruación o las conductas sexuales a medida que va haciéndose mayor.
Los padres no hacen una mueca de desagrado cuando están orgullosos o contentos con sus hijas, y eso las niñas también lo entienden. Cuando estamos orgullosos de ellas, lo demostramos con una sonrisa, y hasta se nos llenan los ojos de lágrimas. Por tanto, cuando se te nota que estás incómodo con la sexualidad de tu hija, inconscientemente le estás haciendo creer que la sexualidad es algo que hay temer, o que se debe evitar. Directa o indirectamente, le estás enseñando que no quieres implicarte en una parte de su vida, lo que probablemente aumentará la distancia entre vosotros. Nada de esto mejorará su autoestima o ni le hará sentir que la quieres de forma incondicional.
Tanto en mi vida profesional como en mi vida privada, cuando los hombres expresan sus miedos por la sexualidad de sus hijas, suelen decir algo como: "Creo que debería meterla en un convento, porque sé cómo son los hombres". Pero, si el problema es que los padres saben cómo son los hombres, la solución no es hacer que las niñas lo paguen con su reclusión. La solución es educar a los niños en el respeto a las niñas y a la mujer.
De este modo, debemos ser más conscientes de lo que supone la sexualidad de los niños desde que son pequeños. Siempre pensamos que la socialización sexual de nuestros hijos e hijas comienza en la adolescencia, pero en realidad empieza mucho antes. Voy a poner como ejemplo unos casos típicos en los que se ve claramente cómo varía nuestra actitud con respecto a la sexualidad masculina o femenina.
Primer caso: Cuando mi hija era todavía un bebé e íbamos al parque a jugar, era muy normal ver a un adulto acercarse a la madre de un niño mono (de acuerdo con los estándares sociales) y decirle con una gran sonrisa: "¡De mayor va a ser un rompecorazones!"
Con este comentario se pone de manifiesto la idea cultural por la que se espera que ese niño deje a su paso una hilera de mujeres infelices desde su adolescencia. Él las amará y luego las abandonará, rompiendo corazones por doquier. Y lo peor es que no se dice como una crítica, sino como una celebración de su sexualidad masculina, como si la capacidad de romper corazones fuese algo de lo que estar orgulloso.
Segundo escenario: Igual de normal sería que en ese mismo parque un adulto se acercara a la mamá de una niña mona (de acuerdo con los estándares sociales) y le dijera con una gran sonrisa: "¡Qué niña tan guapa! Yo que tú la tendría encerrada hasta los 30".
De nuevo, de este comentario se desprende fácilmente la idea cultural de que esa niña tendrá que aceptar el ser vista como una víctima sexual en potencia, que deberá tener cuidado, y que estará mejor si no sale de casa. Y esto tampoco se dice con tristeza, sino que es una celebración de la censura, del poder arrebatar a esa niña su sexualidad.
Esta es la versión lightde la infancia, pero, que sepas que tu hija tendrá que enfrentarse a esta clase de mensajes durante toda su vida. Si quieres ver un ejemplo real de la versión más dura, puedes echar un vistazo al artículo de Soraya Chemaly en el que relata su batalla para lograr que Facebook suprima el contenido que trivializa o estimula la violencia contra las mujeres.
Tu hija necesita saber el valor de su sexualidad, para que de un comentario aparentemente inocuo en un parque no se llegue al extremo más violento en el que las violaciones forman parte de la normalidad. Encerrarla hasta los 30 no va a ayudarla. Mostrarle tu estima es lo que le ayudará a combatir las presiones a las que tendrá que enfrentarse. No obstante, también quiero señalar que no todo gira en torno a su seguridad. Si se da cuenta de que tú la valoras, ella tendrá confianza en sí misma y lo tendrá más claro cuando vaya a tomar decisiones que afecten a su felicidad personal.
Aquí tienes tres cosas que tu hija necesita de ti, y que harán de ella una mujer feliz y con autoestima:
1. Necesita que respetes su cuerpo y sus capacidades
No evites usar las palabras precisas para nombrar sus partes del cuerpo cuando es pequeña. A menudo oigo por ahí que los niños son demasiado jóvenes para conocer términos tan "propios de adultos". Pero no son términos de adultos, sino de anatomía. Esto hace que se conozcan mejor a sí mismas, y también que se sientan mejor. Un estudio publicado en Gender and Psychoanalysis descubrió que las niñas menores de 5 años suelen escuchar más la palabra "pene" que cualquier palabra específica para nombrar sus propios genitales. No es justo. Si para hablar de su codo no dices "eso de ahí", no tienes por qué referirte a su vulva con la expresión "ahí abajo". Cuando haces eso, estás estigmatizando una parte de su cuerpo y dificultando aún más que se sienta orgullosa y dueña de sí misma. Si no tienes muy clara la terminología anatómica, dedica un par de minutos a informarte sobre el tema en Google. El cuerpo de tu hija merece algo de tu tiempo.
Cuando crezca un poco más, no trates de eludir las conversaciones sobre la menstruación y, si no entiendes bien cómo funciona, apréndete la lección antes de que llegue el momento para que puedas responder a cualquier pregunta que te haga. Recuerda que si no fuera por la menstruación, no habrías tenido a tu hija. Si a lo largo de su niñez ya le habéis hablado sobre el tema, luego no se sentirá incómoda con ello. Y si, por casualidad, un día te pide que te acerques al supermercado a por unos tampones, es mejor que te comportes con normalidad y que le preguntes de qué tipo los quiere. Así, con total naturalidad.
2. Necesita sentir tu cercanía
No huyas despavorido cuando empiece a madurar sexualmente. Creo que la explicación de este fenómeno paternal tan común se basa en la simplicidad de la visión de los hombres cuando se trata de observar la sexualidad de las mujeres, pues, como suele decir el actor Billy Crystal, "las mujeres necesitan una razón para tener sexo; los hombres sólo necesitan un lugar". Es por este motivo por el que los padres pueden sentirse incómodos al ver cómo su preciosa niñita va convirtiéndose en una mujer con curvas.
Ten en cuenta que ese es el cuerpo con el que tu hija va a quedarse para el resto de su vida. Y ella tiene que saber que tú siempre vas a estar ahí para lo que necesite; si le das la espalda, creerá que ha hecho algo mal. Puede llegar a pensar que ese proceso de distanciamiento es algo natural e inevitable. Tu hija no va a ser una niña para siempre, así que no la pongas inconscientemente en la tesitura de tener que elegir entre su sexualidad y tu amor. A veces las chicas también tienen miedo de que su padre las juzgue por su actividad sexual. Cuando ocurre esto, además de debilitar vuestros lazos, puede que en sus relaciones futuras siga experimentando un sentimiento de culpa y vergüenza. Es muy difícil tener confianza plena en uno mismo cuando sientes que te están juzgando o que no eres lo suficiente para tus padres. Como padre, tú tienes el poder de asegurarle que tu amor es inalterable, y que no tendrá que elegir entre tu amor y su propia madurez.
3. Tú eres el modelo que le muestra cómo tienen que tratarla los demás hombres
Independientemente de su orientación sexual, tu hija vivirá rodeada de hombres. Presta atención a la manera en que te diriges a ella y a la forma en que hablas de las mujeres. Ten cuidado cuando hables a tus hijos sobre chicas y asegúrate de que utilizan un lenguaje apropiado. El tono que emplees en casa puede afectar positiva o negativamente en su percepción sobre el trato recibido por parte del sexo opuesto.
Y en este trato respetuoso tiene que incluirse tu valoración sobre el hecho de que su sexualidad no sólo consiste en los peligros de las enfermedades de transmisión sexual, de los embarazos no deseados y de la violencia sexual. Merece la pena que le hables sobre el deseo, sobre la atracción, sobre las complejidades de las relaciones románticas y sobre las decisiones difíciles. Ofrécele tu apoyo y tu ayuda, pero ten en cuenta también que debe sentirse libre para seguir su propio camino y hacer caso a lo que le dicte su cabeza y su corazón.
*****
En mi trabajo de investigación, una de las cosas que más dicen las hijas sobre sus padres es que les gustaría que fuesen más comunicativos. Por tanto, es mejor que corras algún riesgo por tu hija y que dejes la puerta abierta a las conversaciones sobre temas sexuales. No te preocupes si te pones nervioso; hazte a la idea. Cuéntale que no te educaron para sentirse cómodo con este tipo de cuestiones, pero que vas a superarlo porque no quieres que ella se vea en la misma situación y que, ante todo, lo más importante es su bienestar y su felicidad. A ella no le importará que titubees al principio. Se dará cuenta de que entender su sexualidad es una parte esencial en su vida y que debe sentirse cómoda con su cuerpo y orgullosa de él.
Tiene que entender que merece ser tratada con respeto y que para ti, que eres el primer hombre de su vida, es un honor dejar el listón bien alto.
Una niña necesita el apoyo de su padre en su incipiente desarrollo sexual, pues le ayudará a entender aspectos relevantes que servirán para modelar su visión del mundo y el lugar que ocupa en él. Tú puedes influir en su nivel de autoestima y de aceptación de su propio cuerpo; además, eres el encargado de mostrarle, mediante tu comportamiento, la manera en que un chico o un hombre debe tratarla.
Aunque es verdad que los padres sólo quieren lo mejor para sus hijas, les repele la simple idea de hacer de guías en el paso en que sus retoños dejan de ser niñas para convertirse en mujeres. Parece que les da entre vergüenza y pena. Es como si cerrando los ojos muy fuerte pudieran evitar que sucediera. Y entonces es cuando dicen eso de "ve a preguntárselo a tu madre".
Este es exactamente el tipo de respuesta que pido a los padres que reconsideren. Resulta que sus hijas los necesitan de verdad.
Nos referimos a que los sudores fríos ante esas cuestiones con tal de evitar ese tipo de conversaciones no son las reacciones más adecuadas si quieres ayudar a tu hija a sentirse bien con su cuerpo y a tener confianza en sí misma. Y puede que eso implique tener que enseñar a tu pequeña el nombre preciso de las partes del cuerpo durante la hora del baño, además de explicarle en qué consiste la menstruación o las conductas sexuales a medida que va haciéndose mayor.
Los padres no hacen una mueca de desagrado cuando están orgullosos o contentos con sus hijas, y eso las niñas también lo entienden. Cuando estamos orgullosos de ellas, lo demostramos con una sonrisa, y hasta se nos llenan los ojos de lágrimas. Por tanto, cuando se te nota que estás incómodo con la sexualidad de tu hija, inconscientemente le estás haciendo creer que la sexualidad es algo que hay temer, o que se debe evitar. Directa o indirectamente, le estás enseñando que no quieres implicarte en una parte de su vida, lo que probablemente aumentará la distancia entre vosotros. Nada de esto mejorará su autoestima o ni le hará sentir que la quieres de forma incondicional.
Tanto en mi vida profesional como en mi vida privada, cuando los hombres expresan sus miedos por la sexualidad de sus hijas, suelen decir algo como: "Creo que debería meterla en un convento, porque sé cómo son los hombres". Pero, si el problema es que los padres saben cómo son los hombres, la solución no es hacer que las niñas lo paguen con su reclusión. La solución es educar a los niños en el respeto a las niñas y a la mujer.
De este modo, debemos ser más conscientes de lo que supone la sexualidad de los niños desde que son pequeños. Siempre pensamos que la socialización sexual de nuestros hijos e hijas comienza en la adolescencia, pero en realidad empieza mucho antes. Voy a poner como ejemplo unos casos típicos en los que se ve claramente cómo varía nuestra actitud con respecto a la sexualidad masculina o femenina.
Primer caso: Cuando mi hija era todavía un bebé e íbamos al parque a jugar, era muy normal ver a un adulto acercarse a la madre de un niño mono (de acuerdo con los estándares sociales) y decirle con una gran sonrisa: "¡De mayor va a ser un rompecorazones!"
Con este comentario se pone de manifiesto la idea cultural por la que se espera que ese niño deje a su paso una hilera de mujeres infelices desde su adolescencia. Él las amará y luego las abandonará, rompiendo corazones por doquier. Y lo peor es que no se dice como una crítica, sino como una celebración de su sexualidad masculina, como si la capacidad de romper corazones fuese algo de lo que estar orgulloso.
Segundo escenario: Igual de normal sería que en ese mismo parque un adulto se acercara a la mamá de una niña mona (de acuerdo con los estándares sociales) y le dijera con una gran sonrisa: "¡Qué niña tan guapa! Yo que tú la tendría encerrada hasta los 30".
De nuevo, de este comentario se desprende fácilmente la idea cultural de que esa niña tendrá que aceptar el ser vista como una víctima sexual en potencia, que deberá tener cuidado, y que estará mejor si no sale de casa. Y esto tampoco se dice con tristeza, sino que es una celebración de la censura, del poder arrebatar a esa niña su sexualidad.
Esta es la versión lightde la infancia, pero, que sepas que tu hija tendrá que enfrentarse a esta clase de mensajes durante toda su vida. Si quieres ver un ejemplo real de la versión más dura, puedes echar un vistazo al artículo de Soraya Chemaly en el que relata su batalla para lograr que Facebook suprima el contenido que trivializa o estimula la violencia contra las mujeres.
Tu hija necesita saber el valor de su sexualidad, para que de un comentario aparentemente inocuo en un parque no se llegue al extremo más violento en el que las violaciones forman parte de la normalidad. Encerrarla hasta los 30 no va a ayudarla. Mostrarle tu estima es lo que le ayudará a combatir las presiones a las que tendrá que enfrentarse. No obstante, también quiero señalar que no todo gira en torno a su seguridad. Si se da cuenta de que tú la valoras, ella tendrá confianza en sí misma y lo tendrá más claro cuando vaya a tomar decisiones que afecten a su felicidad personal.
Aquí tienes tres cosas que tu hija necesita de ti, y que harán de ella una mujer feliz y con autoestima:
1. Necesita que respetes su cuerpo y sus capacidades
No evites usar las palabras precisas para nombrar sus partes del cuerpo cuando es pequeña. A menudo oigo por ahí que los niños son demasiado jóvenes para conocer términos tan "propios de adultos". Pero no son términos de adultos, sino de anatomía. Esto hace que se conozcan mejor a sí mismas, y también que se sientan mejor. Un estudio publicado en Gender and Psychoanalysis descubrió que las niñas menores de 5 años suelen escuchar más la palabra "pene" que cualquier palabra específica para nombrar sus propios genitales. No es justo. Si para hablar de su codo no dices "eso de ahí", no tienes por qué referirte a su vulva con la expresión "ahí abajo". Cuando haces eso, estás estigmatizando una parte de su cuerpo y dificultando aún más que se sienta orgullosa y dueña de sí misma. Si no tienes muy clara la terminología anatómica, dedica un par de minutos a informarte sobre el tema en Google. El cuerpo de tu hija merece algo de tu tiempo.
Cuando crezca un poco más, no trates de eludir las conversaciones sobre la menstruación y, si no entiendes bien cómo funciona, apréndete la lección antes de que llegue el momento para que puedas responder a cualquier pregunta que te haga. Recuerda que si no fuera por la menstruación, no habrías tenido a tu hija. Si a lo largo de su niñez ya le habéis hablado sobre el tema, luego no se sentirá incómoda con ello. Y si, por casualidad, un día te pide que te acerques al supermercado a por unos tampones, es mejor que te comportes con normalidad y que le preguntes de qué tipo los quiere. Así, con total naturalidad.
2. Necesita sentir tu cercanía
No huyas despavorido cuando empiece a madurar sexualmente. Creo que la explicación de este fenómeno paternal tan común se basa en la simplicidad de la visión de los hombres cuando se trata de observar la sexualidad de las mujeres, pues, como suele decir el actor Billy Crystal, "las mujeres necesitan una razón para tener sexo; los hombres sólo necesitan un lugar". Es por este motivo por el que los padres pueden sentirse incómodos al ver cómo su preciosa niñita va convirtiéndose en una mujer con curvas.
Ten en cuenta que ese es el cuerpo con el que tu hija va a quedarse para el resto de su vida. Y ella tiene que saber que tú siempre vas a estar ahí para lo que necesite; si le das la espalda, creerá que ha hecho algo mal. Puede llegar a pensar que ese proceso de distanciamiento es algo natural e inevitable. Tu hija no va a ser una niña para siempre, así que no la pongas inconscientemente en la tesitura de tener que elegir entre su sexualidad y tu amor. A veces las chicas también tienen miedo de que su padre las juzgue por su actividad sexual. Cuando ocurre esto, además de debilitar vuestros lazos, puede que en sus relaciones futuras siga experimentando un sentimiento de culpa y vergüenza. Es muy difícil tener confianza plena en uno mismo cuando sientes que te están juzgando o que no eres lo suficiente para tus padres. Como padre, tú tienes el poder de asegurarle que tu amor es inalterable, y que no tendrá que elegir entre tu amor y su propia madurez.
3. Tú eres el modelo que le muestra cómo tienen que tratarla los demás hombres
Independientemente de su orientación sexual, tu hija vivirá rodeada de hombres. Presta atención a la manera en que te diriges a ella y a la forma en que hablas de las mujeres. Ten cuidado cuando hables a tus hijos sobre chicas y asegúrate de que utilizan un lenguaje apropiado. El tono que emplees en casa puede afectar positiva o negativamente en su percepción sobre el trato recibido por parte del sexo opuesto.
Y en este trato respetuoso tiene que incluirse tu valoración sobre el hecho de que su sexualidad no sólo consiste en los peligros de las enfermedades de transmisión sexual, de los embarazos no deseados y de la violencia sexual. Merece la pena que le hables sobre el deseo, sobre la atracción, sobre las complejidades de las relaciones románticas y sobre las decisiones difíciles. Ofrécele tu apoyo y tu ayuda, pero ten en cuenta también que debe sentirse libre para seguir su propio camino y hacer caso a lo que le dicte su cabeza y su corazón.
*****
En mi trabajo de investigación, una de las cosas que más dicen las hijas sobre sus padres es que les gustaría que fuesen más comunicativos. Por tanto, es mejor que corras algún riesgo por tu hija y que dejes la puerta abierta a las conversaciones sobre temas sexuales. No te preocupes si te pones nervioso; hazte a la idea. Cuéntale que no te educaron para sentirse cómodo con este tipo de cuestiones, pero que vas a superarlo porque no quieres que ella se vea en la misma situación y que, ante todo, lo más importante es su bienestar y su felicidad. A ella no le importará que titubees al principio. Se dará cuenta de que entender su sexualidad es una parte esencial en su vida y que debe sentirse cómoda con su cuerpo y orgullosa de él.
Tiene que entender que merece ser tratada con respeto y que para ti, que eres el primer hombre de su vida, es un honor dejar el listón bien alto.
TE PUEDE INTERESAR TAMBIÉN: La conversación que tienes que tener con tus hijos