Un mayor activo es ¿actor o espectador de la realidad que vive? ¿Cuál es la función del mayor? ¿Cómo se sitúa, como actor o como espectador? ¿Somos los mayores actores o espectadores del proceso social?
Los mayores somos actores, no espectadores del proceso; por tanto, los mayores somos participantes activos, no pasivos del mismo. O quizá somos ambas cosas dependiendo de las circunstancias.
El situarse en una u otra respuesta no depende sólo de nuestra querencia o actitud, depende también de cómo nos ven, de cómo y qué nos dejan hacer, etc., etc. En definitiva de cómo nos considera la sociedad.
Los mayores, tanto a nivel individual como colectivo, nos esforzamos en demostrar nuestra capacidad para poder ejercer de primeras figuras, por lo tanto de actores. ¿Lo conseguimos siempre? NO, pero tampoco otros colectivos, por tanto no se nos debería juzgar continuamente como si tuviésemos la obligación de ser los mejores, los más perfectos; por no alcanzar el Oscar a la mejor función. Los mayores estamos en ello, pero tendremos que ser nosotros quienes nos ganemos el respeto y reconocimiento, no debemos esperar a que nadie nos lo regale.
Una sociedad realmente participativa es aquella en la que los ciudadanos actúan en común, conquistando mayores espacios de responsabilidad y de libertad.
Exigir la consideración de las personas mayores como ciudadanos de pleno derecho y por tanto con voz propia debe convertirse en un axioma.
Pero la participación también es una exigencia que nace de la convivencia humana, un compromiso de solidaridad y reciprocidad que enriquece a la persona y fortalece y regenera a la sociedad.
Los mayores debemos ser proactivos, exigiendo nuestros derechos, pero también asumiendo responsabilidades. Sin iniciativa, sin colaboración y cooperación, mal puede una sociedad atender las necesidades de sus miembros, sobre todo las de aquellos que son más vulnerables.
Las personas mayores somos en su inmensa mayoría personas:
En estos momentos se está produciendo una situación que la sociedad no puede seguir ignorando. Hasta hace unos pocos años los hijos ayudaban económicamente a sus padres, a sus mayores.
La crisis ha supuesto que la situación haya cambiado radicalmente: nuestra gente joven se encuentra con una situación muy difícil, desahucios, paros, sueldos muy bajos... y recurren de nuevo a sus padres; se ha producido un hecho que no puede seguir siendo obviado por la sociedad: los nidos vacíos se nos han vuelto a llenar, se nos han llenado, multiplicados por dos, por tres... hijos/nueras/nietos. Muchos mayores han hipotecado su piso para avalar el de sus hijos, con las graves consecuencias que ha supuesto en muchos casos.
Mejor no hablar de la presencia del mayor en la política. ¿Cuántos alcaldes mayores se eligieron en las últimas elecciones, cuántos se elegirán en las próximas, y cuántos en el Congreso, en el Senado? Sin comentarios.
Por ello es tan importante exigir, que se nos considere lo que somos: somos ante todo, una inversión social.
La curva de crecimiento de la población mayor en nuestro país es exponencial, con cifras realmente llamativas. España ocupa desde hace años el tercer lugar dentro del contexto mundial en número de personas mayores de 65 años y de 80 y más.
Los mayores en el mundo ya somos muchos, dentro de nada seremos más, seremos más de un tercio de la población mundial. Bueno, pues nosotros mismos.
Terminaré con algo que me envió un amigo por internet y que resume el espíritu de lo que debe hacerse para VIVIR con mayúsculas:
Los mayores somos actores, no espectadores del proceso; por tanto, los mayores somos participantes activos, no pasivos del mismo. O quizá somos ambas cosas dependiendo de las circunstancias.
El situarse en una u otra respuesta no depende sólo de nuestra querencia o actitud, depende también de cómo nos ven, de cómo y qué nos dejan hacer, etc., etc. En definitiva de cómo nos considera la sociedad.
Los mayores, tanto a nivel individual como colectivo, nos esforzamos en demostrar nuestra capacidad para poder ejercer de primeras figuras, por lo tanto de actores. ¿Lo conseguimos siempre? NO, pero tampoco otros colectivos, por tanto no se nos debería juzgar continuamente como si tuviésemos la obligación de ser los mejores, los más perfectos; por no alcanzar el Oscar a la mejor función. Los mayores estamos en ello, pero tendremos que ser nosotros quienes nos ganemos el respeto y reconocimiento, no debemos esperar a que nadie nos lo regale.
Una sociedad realmente participativa es aquella en la que los ciudadanos actúan en común, conquistando mayores espacios de responsabilidad y de libertad.
Exigir la consideración de las personas mayores como ciudadanos de pleno derecho y por tanto con voz propia debe convertirse en un axioma.
Pero la participación también es una exigencia que nace de la convivencia humana, un compromiso de solidaridad y reciprocidad que enriquece a la persona y fortalece y regenera a la sociedad.
Los mayores debemos ser proactivos, exigiendo nuestros derechos, pero también asumiendo responsabilidades. Sin iniciativa, sin colaboración y cooperación, mal puede una sociedad atender las necesidades de sus miembros, sobre todo las de aquellos que son más vulnerables.
Las personas mayores somos en su inmensa mayoría personas:
- Activas, somos actores
- Nos relacionamos con otras edades, compartimos conocimientos y actividades con generaciones más jóvenes
- Intervenimos en la vida comunitaria,
- Participamos en la construcción social
- Pagamos impuestos
- Somos consumidores y, por cierto, consumidores muy seguros
- Somos productivos (creamos miles de puestos de trabajo en ocio y tiempo libre, atención a la dependencia...)
- Somos promotores de I+D+i (algunas empresas fabrican productos pensando en los mayores: IBV/SIMPLIT, Vodafone, Orange, son sólo algunos ejemplos)
En estos momentos se está produciendo una situación que la sociedad no puede seguir ignorando. Hasta hace unos pocos años los hijos ayudaban económicamente a sus padres, a sus mayores.
La crisis ha supuesto que la situación haya cambiado radicalmente: nuestra gente joven se encuentra con una situación muy difícil, desahucios, paros, sueldos muy bajos... y recurren de nuevo a sus padres; se ha producido un hecho que no puede seguir siendo obviado por la sociedad: los nidos vacíos se nos han vuelto a llenar, se nos han llenado, multiplicados por dos, por tres... hijos/nueras/nietos. Muchos mayores han hipotecado su piso para avalar el de sus hijos, con las graves consecuencias que ha supuesto en muchos casos.
Mejor no hablar de la presencia del mayor en la política. ¿Cuántos alcaldes mayores se eligieron en las últimas elecciones, cuántos se elegirán en las próximas, y cuántos en el Congreso, en el Senado? Sin comentarios.
Por ello es tan importante exigir, que se nos considere lo que somos: somos ante todo, una inversión social.
La curva de crecimiento de la población mayor en nuestro país es exponencial, con cifras realmente llamativas. España ocupa desde hace años el tercer lugar dentro del contexto mundial en número de personas mayores de 65 años y de 80 y más.
Los mayores en el mundo ya somos muchos, dentro de nada seremos más, seremos más de un tercio de la población mundial. Bueno, pues nosotros mismos.
Terminaré con algo que me envió un amigo por internet y que resume el espíritu de lo que debe hacerse para VIVIR con mayúsculas:
No habrá fuerza capaz de detener a quién sueña,
a quien construye aún sobre las cenizas,
a quien ama,
a quien espera de la vida el momento mágico de una ilusión,
a quien no olvida que el tiempo pasó; sí, pero... no se llevó consigo tu corazón.
Por tanto, sueña, construye, ama, espera, y ....
No Permitas que
Te llamen viejo.