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El PSOE se acerca a su "Día-D"

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Igual que Eisenhower, la presidenta de Andalucía prepara a sus huestes: "No aceptaremos menos que una victoria completa"

Madina no cede a las presiones, dimitirá de la Ejecutiva Federal e irá a la batalla. Si pierde, abandonará la primera línea


No estamos en 1944 ni ante Eisenhower, aquel político y militar que llegó a ser el trigésimo cuarto presidente de los Estados Unidos, pero sí ante alguien con mando sobre las tropas socialistas. La confianza que ha inspirado en el Estado Mayor de las élites del país ha hecho de Susana Díaz toda una comandante en jefe de la operación de desembarco en el PSOE, tras la abdicación de Alfredo Pérez Rubalcaba. Se le ha encomendado la invasión de un socialismo a la deriva, pero sobre todo un esfuerzo ingente para apuntalar una democracia cuyos pilares se tambalean. Ella es para el poder político, financiero e institucional del país lo que Eisenhower fue para los aliados en la Segunda Guerra Mundial. La jalean para que derroque a quienes urgen a una mutación política y claman por reformas estructurales del entramado sobre el que construimos nuestra convivencia en los últimos 35 años. Un cambio para que nada cambie. "¿Es la última bala de la que disponemos en el PSOE? Sí. ¿Debemos dispararla? También", sentencia uno de los muchos barones socialistas que en estas semanas ha apostado por la sevillana como solución a un momento político e institucional de gran inestabilidad e incertidumbre.

Apoyada en la superioridad numérica y armamentística de sus tropas (la federación andaluza supone un tercio del total del censo de afiliados del PSOE), Díaz está ya convencida de su participación en una cruzada en la que como Eisenhower ante el Desembarco de Normandía dirá, seguro, a sus huestes: "¡No aceptaremos menos que una victoria completa! ¡Buena Suerte! E imploremos la bendición de Dios Todopoderoso en esta gran y noble empresa". La noble empresa, que en este caso sería la ocupación del poder socialista por Susana Díaz, la defienden -como dice con buen tino un "fontanero" de PSOE- los de la generación del 98 y los del 18 por ciento. Los primeros son los del Viejo Testamento (Felipe González, Manuel Chaves, José Bono, José Luis Rodríguez Zapatero...); los segundos, los secretarios generales que peor resultado han obtenido en las últimas elecciones europeas. Y es que Díaz es fortaleza institucional y política, además de garante de las esencias de un socialismo cada vez más alejado de sus bases... Pero no sólo eso. También el muro de contención que hará que el PSOE no abjure del pacto constitucional del 78 y no se suba a la ola de republicanismo y el discurso de "Podemos" que, tras la abdicación del Rey y el resultado de las europeas, recorre las calles. Así que la pregunta es si la Operación Susana busca realmente la recuperación de un PSOE moribundo o es una treta de los poderes fácticos para mantener todo intacto.

En todo caso, todo está listo para el Día-D. Se aproxima la fecha para que los candidatos al liderazgo del PSOE empiecen la recogida de avales -el viernes 13- y, aunque las presiones sobre los aspirantes con más posibilidades no han cejado, el panorama se va despejando. A Susana Díaz la apremian para que salga de San Telmo y tome el cuartel general de Ferraz y a Eduardo Madina para que dé un paso a atrás y se integre en el proyecto susanista. Los que jalean a la presidenta de Andalucía lo han conseguido. "No dejará perder este tren, pese a conocer bien los riesgos que la operación tiene para el socialismo andaluz", aseguran en su entorno. El anuncio se espera para el próximo jueves, después de la votación en el Congreso de la Ley de de Abdicación. Y a partir de ahí, tras la eliminación del tope de avales que en principio se fijó en el Reglamento que desarrolla la consulta a la militancia, saldrá a hacer una demostración de fuerza que apabulle a sus adversarios. "Tiene a todo el Ejército preparado", avisan los andaluces, sabedores de que no pueden permitirse una derrota.

Quienes han tratado de disuadir al vizcaíno Eduardo Madina no han corrido la misma suerte. El secretario general del Grupo Socialista tiene cubierto el cupo de traiciones, deslealtades y campañas en su contra. La lista es inacabable. Empezó la noche del 25-M con una llamada telefónica de Zapatero, siguió con una conversación de Trinidad Jiménez, una falsa oferta de colaboración de Carme Chacón, sendas entrevistas en casa de Felipe González y el secretario general que antecedió a Rubalcaba en el cargo, un almuerzo con algún gurú de la comunicación, una campaña de difamación de Pepe Blanco en presencia de un ex alto dirigente del PP... Ni por esas. El diputado vasco irá a una contienda en la que por lo pronto ya ha ganado para la militancia la capacidad de decidir con su voto quién liderará el PSOE los próximos cuatro años.

Si se impondrá o no a la todopoderosa Susana Díaz nadie lo sabrá hasta el 13 de julio. Todo pinta en su contra. 80-20 a favor de Susana, pronostican los que le piden que pacte con la presidenta andaluza. Será difícil que sus apoyos en Aragón, Asturias, Extramadura, Castilla-La Mancha, Galicia, Valencia, Madrid y Murcia compensen la práctica unaninmidad de Díaz en la federación más numerosa del PSOE. Aun sabiéndolo, la elección para él está entre la dignidad de pelear por otro PSOE o la indignidad de permitir un proceso de aclamación amañado en una de las tantas mesas camilla de reparto de poder que han presidido el socialismo de los últimos años. No pactará con Susana Díaz ni antes, ni durante, ni después de la consulta. Competirá y lo anunciará también esta semana, al mismo tiempo que su renuncia como vocal de la Ejecutiva Federal. Y si pierde, no seguirá en la primea línea y tampoco la estela de Chacón y su raca-raca de volver para unas primarias. Se irá y se irá, le seduzca Díaz con una portavocía o con lo que sea.

Y entre la sevillana y el vizcaíno, el madrileño Pedro Sánchez, un diputado que asume su papel de último de Filipinas y cuyo equipo lamenta "el desprecio" de los medios de comunicación. Pese a todo, él intenta hacerse hueco en el escaso espacio que le dejan sus competidores. Unos dicen que su objetivo es perjudicar la candidatura de Madina en favor de Susana Díaz, con la que tendría asegurada la portavocía del Grupo Socialista; otros, simplemente advierten que tiene "hambre de balón" y que este partido "no lo juegan sólo dos".

Así anda el PSOE en una semana en la que se vota en el Congreso de los Diputados la ley orgánica de abdicación que precederá a la proclamación de Felipe VI. Nada es ajeno.

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