En el Congreso Nacional Joven y en Red, participaron cerca de 1.000 niños y adolescentes que expusieron su visión sobre la relación que ellos establecen con internet y las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). La mayoría de los participantes eran jóvenes de entre 11 y 16 años de edad, miembros de los llamados "Paneles Paneuropeos de Jóvenes", creados en toda Europa dentro del Safer Internet Programme de la Comisión Europea. En dicho congreso, una de las ponentes de 14 años realizó una afirmación muy interesante. Según ella: "Una de las diferencias que tenemos respecto a nuestros padres es que nosotros somos multitarea. Mi madre sólo puede tener una pantalla abierta cuando usa internet, y si está haciendo una cosa no puede hacer otra. Yo, sin embargo, puedo tener abierta mi red social y actualizar mi perfil, al mismo tiempo que contesto un email de un amigo y visito una web con información para un trabajo del colegio"...
Este tipo de afirmaciones forman parte de los tópicos que circulan en numerosos entornos, y que merece la pena tratar por las consecuencias que tiene para los menores el actuar de una forma o de otra.
Cuando un adolescente está sentado frente al ordenador con cuatro pantallas abiertas en su monitor, realmente no está realizando cuatro tareas al mismo tiempo. Está realizando lo que en el entorno de las neurociencias se conoce como "alternancia continuada de la atención". Es decir, dedica unos minutos (o menos) a realizar una tarea. Después pasa a la siguiente y a los pocos minutos a otra más. Y esta es la realidad por una sencilla razón: nuestro cerebro no es capaz de realizar dos tareas a la vez si estas implican a la misma zona del cerebro.
Así es. Un adolescente puede estudiar mientras escucha música instrumental, por ejemplo. Pero si tiene que retener información verbal al mismo tiempo que escucha canciones con letra en su idioma, le resultará extremadamente difícil memorizar. Su cerebro saltará constantemente de la letra de la canción al texto escrito. No se concentrará, agotará a su cerebro y la información no quedará bien fijada. Esto es así porque ambas tareas requieren la activación del mismo centro del lenguaje.
El profesor Jim Taylor, de la Universidad de Denver, explica que la multitarea sólo es posible si se cumplen dos condiciones:
1. Que las tareas impliquen distinto tipo de procesamiento cerebral.
2. Que una tarea no requiera pensamiento y esté tan bien aprendida que se realice de forma automática (correr, montar en bici...).
El problema es que este falso concepto de multitarea que manejan algunos no es inocuo, y tiene consecuencias significativas. Numerosos estudios, como los de Eppinger, Kray y Mecklinger, demuestran que cuando el cerebro pasa de una tarea a otra, los circuitos neuronales hacen un receso entre la una y la otra. Este proceso no sólo consume más tiempo, sino que también reduce la eficacia en el desarrollo de las tareas.
El psicólogo David Meyer y su equipo, de la Universidad de Michigan, han comprobado que cuando se cambia rápidamente de ejercicio mental en sucesivas ocasiones, en lugar de completar una tarea antes de iniciar la siguiente, la eficacia del cerebro se puede ver disminuida hasta en un 50%.
Nuestro cerebro trabaja mejor cuando se emplea en una sola tarea de forma continua, en lugar de saltar de tarea en tarea reiniciando procesos una vez tras otra. Esto es así debido a la intervención de nuestro córtex prefrontal. Se trata de la zona encargada del control ejecutivo, es decir, de la toma de decisiones que se lleva a cabo gestionando nuestros objetivos. Cambiar de tarea significa cambiar de objetivo, y esto conlleva para el cerebro un esfuerzo en tiempo y energía. Estudios sobre el tema señalan que la llamada "multitarea" está generando, en las empresas, una pérdida de eficacia en los trabajadores de entre el 20% y el 40%. Por supuesto, el problema es también para los adultos, y no sólo para los menores de edad.
Es importante comenzar a trabajar con niños y adolescentes sobre esta cuestión, antes de que interioricen formas de trabajo mucho menos efectivas, más agotadoras y más lentas. La conclusión es bastante clara: el trabajo de los menores que operan con varias ventanas abiertas al mismo tiempo será menos eficaz y considerablemente más lento. Es más efectivo realizar una tarea, y una vez terminada afrontar la siguiente.
Este tipo de afirmaciones forman parte de los tópicos que circulan en numerosos entornos, y que merece la pena tratar por las consecuencias que tiene para los menores el actuar de una forma o de otra.
Cuando un adolescente está sentado frente al ordenador con cuatro pantallas abiertas en su monitor, realmente no está realizando cuatro tareas al mismo tiempo. Está realizando lo que en el entorno de las neurociencias se conoce como "alternancia continuada de la atención". Es decir, dedica unos minutos (o menos) a realizar una tarea. Después pasa a la siguiente y a los pocos minutos a otra más. Y esta es la realidad por una sencilla razón: nuestro cerebro no es capaz de realizar dos tareas a la vez si estas implican a la misma zona del cerebro.
Así es. Un adolescente puede estudiar mientras escucha música instrumental, por ejemplo. Pero si tiene que retener información verbal al mismo tiempo que escucha canciones con letra en su idioma, le resultará extremadamente difícil memorizar. Su cerebro saltará constantemente de la letra de la canción al texto escrito. No se concentrará, agotará a su cerebro y la información no quedará bien fijada. Esto es así porque ambas tareas requieren la activación del mismo centro del lenguaje.
El profesor Jim Taylor, de la Universidad de Denver, explica que la multitarea sólo es posible si se cumplen dos condiciones:
1. Que las tareas impliquen distinto tipo de procesamiento cerebral.
2. Que una tarea no requiera pensamiento y esté tan bien aprendida que se realice de forma automática (correr, montar en bici...).
El problema es que este falso concepto de multitarea que manejan algunos no es inocuo, y tiene consecuencias significativas. Numerosos estudios, como los de Eppinger, Kray y Mecklinger, demuestran que cuando el cerebro pasa de una tarea a otra, los circuitos neuronales hacen un receso entre la una y la otra. Este proceso no sólo consume más tiempo, sino que también reduce la eficacia en el desarrollo de las tareas.
El psicólogo David Meyer y su equipo, de la Universidad de Michigan, han comprobado que cuando se cambia rápidamente de ejercicio mental en sucesivas ocasiones, en lugar de completar una tarea antes de iniciar la siguiente, la eficacia del cerebro se puede ver disminuida hasta en un 50%.
Nuestro cerebro trabaja mejor cuando se emplea en una sola tarea de forma continua, en lugar de saltar de tarea en tarea reiniciando procesos una vez tras otra. Esto es así debido a la intervención de nuestro córtex prefrontal. Se trata de la zona encargada del control ejecutivo, es decir, de la toma de decisiones que se lleva a cabo gestionando nuestros objetivos. Cambiar de tarea significa cambiar de objetivo, y esto conlleva para el cerebro un esfuerzo en tiempo y energía. Estudios sobre el tema señalan que la llamada "multitarea" está generando, en las empresas, una pérdida de eficacia en los trabajadores de entre el 20% y el 40%. Por supuesto, el problema es también para los adultos, y no sólo para los menores de edad.
Es importante comenzar a trabajar con niños y adolescentes sobre esta cuestión, antes de que interioricen formas de trabajo mucho menos efectivas, más agotadoras y más lentas. La conclusión es bastante clara: el trabajo de los menores que operan con varias ventanas abiertas al mismo tiempo será menos eficaz y considerablemente más lento. Es más efectivo realizar una tarea, y una vez terminada afrontar la siguiente.