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Qué pereza me da España (una Erasmus a punto de volver)

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carlota
Con unas amigas frente a la universidad de Birmingham.




Así, como lo oís. Muchos me habéis oído quejarme de Birmingham. Me habéis oído quejarme de que tenemos un mes al año de sol, de que no hay terracitas para tomar unas cañas y unas tapas, de lo duro que ha sido a veces no tener cerca a mi familia y mi gente (y a mis dos bestias, claro) o de que no hay cultura de parque, ¡con lo que he echado yo de menos un césped, unas litros, y la buena compañía de los de siempre!

Pero qué pereza me da España.

Llegué aquí hace nueve meses y desde entonces me ha dado tiempo a aprender mucho y a valorar cosas que nunca había pensado que valoraría (¡no os imagináis cómo se puede echar de menos una lata de aceitunas!). También he conocido mucha gente, todo tipo de gente, y he escuchado muuuchas opiniones. He debatido en clase sobre la Unión Europea con chavales ingleses, italianos o alemanes, cada uno con su forma de ver las cosas. Y no sabéis cuántas veces me he sentido una imbécil por no haber entendido o pensado algunas cosas antes. Y cuántas veces me ha sorprendido lo que he podido llegar a entender (aunque a veces no compartir) de otras opiniones.

Desde hace nueve meses he estado hablando con muchos de mis amigos desde la distancia: que qué tal están las cosas, que si se ha liado mucho en tal mani, que cómo les iba la carrera, que si nosequién se había ido a buscar curro fuera...

Desde hace siete meses no ponemos los telediarios españoles porque nos dimos cuenta de que nos angustiábamos. Y leer el periódico cada día me ha hecho ponerme muchas veces de una mala hostia...

Desde hace seis meses me he planteado más de mil veces mi futuro cercano y todas las veces ha sido fuera de España, no sé si consciente o inconscientemente.

Y bueno, en todo este tiempo me he dado cuenta de que, como mucha de la gente que tengo alrededor, he estado estancada. Después de ver todo lo que he visto aquí, y de mi experiencia personal, me he dado cuenta de que vengo de un país donde estamos caminando perdidos.

No voy a hablar de cómo la están jodiendo los de arriba, de la corrupción, de lo que nos roban y nos vacilan como quieren algunos de los políticos y los no políticos; que muchas veces nos empeñamos en echarles toda la culpa a los políticos, y no son, ni muchos menos, los grandes culpables de lo que pasa. Otro tema es que muchos sean inútiles y la mitad de España también, por votarles. Pero de todo eso ya hablo mucho aquí, en la conversación estándar entre español y no español:

- ¿De dónde eres?
- De España
- Ah ¿sí? Las cosas van muy mal por allí ¿no?

Etc... Os imagináis todo el resto

A principio de curso un chaval inglés de clase que estudia español (sí, porque aquí, hagas la carrera que hagas, si escoges un idioma como asignatura te cuenta como los créditos de una asignatura normal) me dijo que había leído que se podía hacer una línea de jóvenes españoles sin empleo (con las manos estiradas) de Madrid hasta Moscú. Y estaba escandalizado.

En realidad yo todo eso lo he notado día a día en la vida cotidiana. A los no españoles les sorprende que me sorprenda que aquí, mandando seis o siete CVs por internet, te pueden llegar a llamar de tres sitios para currar. Les sorprende que me sorprenda que puedas elegir tus días libres en el curro y las horas que quieres currar.

También está lo de la universidad, y sus profesores... Tío, os juro que nunca más que este año he estado segura de que adoro lo que estudio y que es a lo que me quiero dedicar siempre, y de que sirve para algo.

Me he dado cuenta de que antes no podía concebir una universidad donde una gran de parte los estudiantes estén independizados, muchísimos de ellos curren con las horas adaptadas perfectamente para tener tiempo de estudiar (se tiene muchísimo en cuenta a los estudiantes). O que no te puedan pagar menos de casi 8 euros la hora. No nos dejan.

Amigos, el sistema nos hunde. Y lo peor que podemos hacer es dejar que lo haga. Me niego.

Me niego a seguir pensando que con treinta años voy a tener que seguir viviendo en casa de mis padres, que no voy a encontrar trabajo de lo que me gusta o que trabajaré en algo a lo que no encuentre sentido. Que la mayoría no vamos a tener recursos para formar una familia si algún día queremos, que mucha de la gente que tengo alrededor emigra y que a lo mejor algún día yo tengo que hacerlo, me niego a vivir con miedo de que me detengan o detengan a algún colega por cualquier gilipollez que se les ocurra, o aleatoriamente, como se hace muchas veces. Y me niego a aceptarlo y a dejar que me hunda, porque me convierte en cómplice.

Así que, bueno, me da pereza volver a España, pero por lo que están haciendo con ella. Porque por lo de las tapas, la cerveza y el tiempo me volvía volando.

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