Hace ya unos cuantos años se estrenó la película Cadena de favores cuya trama principal era la ocurrencia de un niño de 12 años como respuesta a la petición de su profesor de ideas para cambiar el mundo. Su propuesta era, como casi todas las grandes ideas, simple y sencilla a la vez: hacer un favor a tres personas que no puedan hacer por sí mismos, y que cada una de ellas haga lo mismo con otras tres, y así sucesivamente. De esta forma, la práctica de ayudar a alguien puede extenderse geométricamente a través de la sociedad según una proporción de 1 a 3 dando así lugar a un movimiento social que podría tener un impacto casi planetario.
Me parece que estas consideraciones altruistas deberían llegar a los integrantes de la selección española de fútbol, así como a los directivos de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) a raíz de hacerse público el montante económico que podrían recibir, 720.000 euros, en caso de ganar la Copa del Mundo. En este contexto de crisis económica que ha dejado a tantos ciudadanos por debajo del nivel de pobreza, dicha noticia ha producido una notoria reacción por parte de una gran parte de la sociedad española, entre sorprendida, avergonzada e indignada por tales desproporcionadas recompensas a unos individuos que por un lado, ya son millonarios (y que aumentarán su patrimonio todavía más si consiguen dicho título) y que por otro, quizá deberían sentirse ya satisfechos por el mero hecho de representar a sus conciudadanos en un acontecimiento de esta naturaleza. Y es que no es lo mismo cobrar de tu club por trabajar, que cobrar por representar a tu país.
Si nos preguntásemos qué razones justificarían una retribución tan elevada me parece que no encontraríamos ninguna de suficiente peso. En primer lugar, se podría sugerir que su motivación para salir a ganar sería mayor con tal recompensa que sin ella. Pero parece obvio que no es así, y mucho menos, no debería ser así. El atractivo de conseguir la Copa del Mundo es para cualquier jugador, sea cual sea la selección a la que pertenezca, un aliciente suficiente para salir al campo con la mayor de las motivaciones. Y si no fuera así, cualquier seleccionador tendría motivos sobrados para excluir a tal jugador de los elegidos para defender los colores de su país. De alguna manera, esto es precisamente lo que reconoció el jugador español Juan Mata como respuesta a las preguntas de los periodistas por la eventual prima que podrían cobrar: "Jugar el Mundial con la ilusión que tengo desde niño, por intentar ganar otra Copa del Mundo no pienso en lo demás... Venimos a intentar ganar para nuestro país con buen fútbol, a seguir haciendo historia y no pensamos en el tema de las primas".
Un segundo argumento podría ser así: es lo justo por el merecimiento que se derivaría de ganar la Copa del Mundo. Al margen de lo difícil que es establecer un juicio de justicia, lo cierto es que otros países mucho más ricos que España retribuirán con cantidades muy inferiores a sus jugadores. Este es precisamente el caso de Alemania que primará a sus jugadores con la mitad de dinero que la RFEF. Por otro lado, habría que tener en cuenta que los jugadores cuentan con otras vías de ingresos económicos (sobre todo, los derivados de la publicidad) que se verían aumentados considerablemente en caso de conseguir el preciado trofeo.
Por eso, las peticiones que se están extendiendo por internet para que los jugadores españoles donen una parte de sus primas para cubrir las necesidades básicas de los más desfavorecidos es oportuna y justa.Y aunque es cierto que por esas cantidades los jugadores pagarán impuestos, y de que la caridad no debe sustituir a la justicia distributiva, también parece oportuno (y hasta estratégico) que los privilegiados no aporten solo lo necesario sino algo más. Porque, por mucha alegría que estos jugadores proporcionen a la sociedad, lo cierto es que ellos han recibido, reciben y recibirán mucho más de lo que probablemente hayan aportado a sus conciudadanos. Y en cualquier caso, habría que recordarles que la película Cadena de favores y la novela en la que esta se basa (Pay It Forward de Catherine Ryan Hyde) recoge la idea de Ralph Waldo Emerson quien en su ensayo sobre la compensación escribió: "En el orden de la naturaleza no podemos, o solo algunas veces, devolver los beneficios a las personas de quienes los recibimos. Pero los beneficios que recibimos se deben entregar otra vez a alguien, línea por línea, hecho por hecho, céntimo a céntimo". Por ello parece justo que inicien una cadena de favores en beneficio de los más necesitados, aunque de ellos no hayan recibido nada. Todavía están a tiempo.
Me parece que estas consideraciones altruistas deberían llegar a los integrantes de la selección española de fútbol, así como a los directivos de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) a raíz de hacerse público el montante económico que podrían recibir, 720.000 euros, en caso de ganar la Copa del Mundo. En este contexto de crisis económica que ha dejado a tantos ciudadanos por debajo del nivel de pobreza, dicha noticia ha producido una notoria reacción por parte de una gran parte de la sociedad española, entre sorprendida, avergonzada e indignada por tales desproporcionadas recompensas a unos individuos que por un lado, ya son millonarios (y que aumentarán su patrimonio todavía más si consiguen dicho título) y que por otro, quizá deberían sentirse ya satisfechos por el mero hecho de representar a sus conciudadanos en un acontecimiento de esta naturaleza. Y es que no es lo mismo cobrar de tu club por trabajar, que cobrar por representar a tu país.
Si nos preguntásemos qué razones justificarían una retribución tan elevada me parece que no encontraríamos ninguna de suficiente peso. En primer lugar, se podría sugerir que su motivación para salir a ganar sería mayor con tal recompensa que sin ella. Pero parece obvio que no es así, y mucho menos, no debería ser así. El atractivo de conseguir la Copa del Mundo es para cualquier jugador, sea cual sea la selección a la que pertenezca, un aliciente suficiente para salir al campo con la mayor de las motivaciones. Y si no fuera así, cualquier seleccionador tendría motivos sobrados para excluir a tal jugador de los elegidos para defender los colores de su país. De alguna manera, esto es precisamente lo que reconoció el jugador español Juan Mata como respuesta a las preguntas de los periodistas por la eventual prima que podrían cobrar: "Jugar el Mundial con la ilusión que tengo desde niño, por intentar ganar otra Copa del Mundo no pienso en lo demás... Venimos a intentar ganar para nuestro país con buen fútbol, a seguir haciendo historia y no pensamos en el tema de las primas".
Un segundo argumento podría ser así: es lo justo por el merecimiento que se derivaría de ganar la Copa del Mundo. Al margen de lo difícil que es establecer un juicio de justicia, lo cierto es que otros países mucho más ricos que España retribuirán con cantidades muy inferiores a sus jugadores. Este es precisamente el caso de Alemania que primará a sus jugadores con la mitad de dinero que la RFEF. Por otro lado, habría que tener en cuenta que los jugadores cuentan con otras vías de ingresos económicos (sobre todo, los derivados de la publicidad) que se verían aumentados considerablemente en caso de conseguir el preciado trofeo.
Por eso, las peticiones que se están extendiendo por internet para que los jugadores españoles donen una parte de sus primas para cubrir las necesidades básicas de los más desfavorecidos es oportuna y justa.Y aunque es cierto que por esas cantidades los jugadores pagarán impuestos, y de que la caridad no debe sustituir a la justicia distributiva, también parece oportuno (y hasta estratégico) que los privilegiados no aporten solo lo necesario sino algo más. Porque, por mucha alegría que estos jugadores proporcionen a la sociedad, lo cierto es que ellos han recibido, reciben y recibirán mucho más de lo que probablemente hayan aportado a sus conciudadanos. Y en cualquier caso, habría que recordarles que la película Cadena de favores y la novela en la que esta se basa (Pay It Forward de Catherine Ryan Hyde) recoge la idea de Ralph Waldo Emerson quien en su ensayo sobre la compensación escribió: "En el orden de la naturaleza no podemos, o solo algunas veces, devolver los beneficios a las personas de quienes los recibimos. Pero los beneficios que recibimos se deben entregar otra vez a alguien, línea por línea, hecho por hecho, céntimo a céntimo". Por ello parece justo que inicien una cadena de favores en beneficio de los más necesitados, aunque de ellos no hayan recibido nada. Todavía están a tiempo.