La inmigración de los países pobres a los ricos es imparable. Las personas de los países pobres huyen del hambre, de las mafias, de las guerras, de las injusticias. Todos tenemos derecho a luchar por un futuro. En los últimos años la inmigración se viste de tragedia, pero las fórmulas utilizadas a la desesperada por los inmigrantes centroamericanos en Estados Unidos son desagarradoras.
En las últimas semanas el Gobierno Federal de Barak Obama se ha visto obligado a establecer centros específicos de acogida para "niños sin acompañantes". Es así como se llama la nueva modalidad de inmigración a la desesperada de miles de padres y madres centroamericanos. Envían a sus hijos solos, menores de edad, acompañados por mafias a las que pagan lo que no tienen con la esperanza de que les crucen la frontera estadounidense. Como la legislación de inmigración estadounidense retrasa, mientras hay un juicio o se encuentra a sus familiares o tutores, la repatriación de los niños sin acompañante, los padres rezan para que, una vez en suelo estadounidense, las autoridades busquen a los familiares más cercanos de los niños. Sus padres, desde Honduras, Ecuador, El Salvador, o Costa Rica, rezan para recibir la llamada de los niños desde las casas de sus familiares. Los niños están a salvo, ellos ya llegarán.
Esta política de acoger a los niños sin acompañantes no funciona con México, ya que los menores de edad de origen mexicano sí que son repatriados.
La legislación de inmigración de Estados Unidos limita enormemente la repatriación de los menores de edad a sus países de origen, es por ello que las mafias apuestan ahora por extorsionar a los padres -que solo buscan un futuro para sus pequeños-, introduciendo a estos jóvenes -muchas veces niños de 5, 6, 7 años- en suelo americano.
Desde octubre del año pasado han llegado a Estados Unidos 47.000 niños solos, y las autoridades esperan otros 60.000 antes de que finalice el año. No hay espacio en los centros de detención en la frontera para atender a estos pequeños, que, en muchas ocasiones, ni siquiera llegan porque las mafias -una vez introducidos en Estados Unidos- les raptan para otros cometidos como la explotación sexual o el tráfico de drogas. Sencillamente terrorífico.
A juicio de las autoridades federales, este éxodo masivo de niños solos se debe a dos factores fundamentales, además del estacional. Por un lado el incremento de pandillas callejeras violentas en El salvador, Honduras y Guatemala. Estos pequeños son raptados en las calles de las ciudades de éstos países para formar parte de guerrillas pandilleras urbanas. Los tres países centroamericanos son los más violentos del mundo. Ante esta situación, los padres prefieren enviar a los niños a Estados Unidos.
En segundo lugar, el hecho de que las autoridades estadounidenses recojan a estos niños y busquen a sus familiares dentro del país, anima a los padres a enviarles como sea, con tal de que los pequeños puedan tener una oportunidad. En el área de Washington hay una comunidad centroamericana de unas 400.000 personas, familiares de muchos de los pequeños que son detenidos en las fronteras y que reclaman la custodia de los menores.
Niños sin acompañantes que muchas veces ni llegan. Otras, las patrullas migratorias en Texas, se encuentran con pequeñas y pequeños violados, abandonados en el desierto, malheridos o enfermos. No hablan inglés, están asustados, las imágenes publicadas en los diferentes medios de comunicación americanos son desgarradoras y kafkianas.
El debate sobre la inmigración en Estados Unidos, y la oposición de gran parte de los republicanos, es y será clave en las próximas elecciones presidenciales. Mientras los republicanos no se den cuenta de que es absolutamente necesario legalizar a los inmigrantes en situación irregular en Estados Unidos -que por cierto pagan sus impuestos, aunque no tengan papeles-, no tendrán opciones de llegar a la Casa Blanca. El hambre, las injusticias, el querer un futuro mejor para un hijo no entiende de papeles.
En las últimas semanas el Gobierno Federal de Barak Obama se ha visto obligado a establecer centros específicos de acogida para "niños sin acompañantes". Es así como se llama la nueva modalidad de inmigración a la desesperada de miles de padres y madres centroamericanos. Envían a sus hijos solos, menores de edad, acompañados por mafias a las que pagan lo que no tienen con la esperanza de que les crucen la frontera estadounidense. Como la legislación de inmigración estadounidense retrasa, mientras hay un juicio o se encuentra a sus familiares o tutores, la repatriación de los niños sin acompañante, los padres rezan para que, una vez en suelo estadounidense, las autoridades busquen a los familiares más cercanos de los niños. Sus padres, desde Honduras, Ecuador, El Salvador, o Costa Rica, rezan para recibir la llamada de los niños desde las casas de sus familiares. Los niños están a salvo, ellos ya llegarán.
Esta política de acoger a los niños sin acompañantes no funciona con México, ya que los menores de edad de origen mexicano sí que son repatriados.
La legislación de inmigración de Estados Unidos limita enormemente la repatriación de los menores de edad a sus países de origen, es por ello que las mafias apuestan ahora por extorsionar a los padres -que solo buscan un futuro para sus pequeños-, introduciendo a estos jóvenes -muchas veces niños de 5, 6, 7 años- en suelo americano.
Desde octubre del año pasado han llegado a Estados Unidos 47.000 niños solos, y las autoridades esperan otros 60.000 antes de que finalice el año. No hay espacio en los centros de detención en la frontera para atender a estos pequeños, que, en muchas ocasiones, ni siquiera llegan porque las mafias -una vez introducidos en Estados Unidos- les raptan para otros cometidos como la explotación sexual o el tráfico de drogas. Sencillamente terrorífico.
A juicio de las autoridades federales, este éxodo masivo de niños solos se debe a dos factores fundamentales, además del estacional. Por un lado el incremento de pandillas callejeras violentas en El salvador, Honduras y Guatemala. Estos pequeños son raptados en las calles de las ciudades de éstos países para formar parte de guerrillas pandilleras urbanas. Los tres países centroamericanos son los más violentos del mundo. Ante esta situación, los padres prefieren enviar a los niños a Estados Unidos.
En segundo lugar, el hecho de que las autoridades estadounidenses recojan a estos niños y busquen a sus familiares dentro del país, anima a los padres a enviarles como sea, con tal de que los pequeños puedan tener una oportunidad. En el área de Washington hay una comunidad centroamericana de unas 400.000 personas, familiares de muchos de los pequeños que son detenidos en las fronteras y que reclaman la custodia de los menores.
Niños sin acompañantes que muchas veces ni llegan. Otras, las patrullas migratorias en Texas, se encuentran con pequeñas y pequeños violados, abandonados en el desierto, malheridos o enfermos. No hablan inglés, están asustados, las imágenes publicadas en los diferentes medios de comunicación americanos son desgarradoras y kafkianas.
El debate sobre la inmigración en Estados Unidos, y la oposición de gran parte de los republicanos, es y será clave en las próximas elecciones presidenciales. Mientras los republicanos no se den cuenta de que es absolutamente necesario legalizar a los inmigrantes en situación irregular en Estados Unidos -que por cierto pagan sus impuestos, aunque no tengan papeles-, no tendrán opciones de llegar a la Casa Blanca. El hambre, las injusticias, el querer un futuro mejor para un hijo no entiende de papeles.