Estamos dentro un coche, un viejo Volvo s70, y afuera llueve. Los cristales están ligeramente empañados por el frío, pero aún así, y a pesar de la tormenta, alcanzamos a ver la costa que discurre a nuestro lado: altos acantilados de roca negra donde las gaviotas parecen copos de nieve. A sus pies, el mar rompe con violencia y en el cielo se acumulan nubes de una gran tormenta que está a punto de estallar. Vamos a buena velocidad: queremos llegar a casa antes de que se oiga el primer trueno...
Nos dirigimos a Tremore Beach, la playa donde Peter Harper (nuestro protagonista) ha decidido refugiarse una larga temporada. Harper es un tipo entrañable, pero está pasando un mal momento. Su mujer rompió con él, y al hacerlo rompió algo más profundo: su confianza. Y para un creador, un compositor de bandas sonoras la confianza lo es casi todo. Ahora, Mr. Harper se pasa los días intentando recuperar su inspiración, y mientras ésta llega, se dedica a segar el césped de su jardín o hacer visitas a sus únicos vecinos en la playa: los Kogan. Una pareja magnética e intrigante que ha conocido hace unos meses.
Volvamos a nuestro coche. En la radio suenan los Stones, Can't you hear me knocking concretamente. Es una de las muchas canciones que hemos decidido que deberían componer la banda sonora de La última noche en Tremore Beach. En el mismo CD tenemos a The Frames, con Revelate, o Galway Girl de Steve Earle, aunque en el libro se mencionan alguna más: In my life de los Beatles y Celluloid Heroes de los Kinks. Un libro musical, será porque su autor entiende el rock como una religión desde muy pequeñito. Con trece años se compró su primera eléctrica (una copia barata de la Stratocaster) y no paró hasta aprender a tocarla -bueno, al menos es lo que él dice...
El asiento de atrás es un cajón desastre. Hay comida de gasolinera, botellas y algunos libros. El dueño de este coche debe tener una pequeña fijación con Stephen King porque se ha llevado Cementerio de Animales, Misery y Los TommyKnockers. Además de eso un par de libros de Patricia Highsmith (El talento de Mr Ripley y Crímenes imaginarios) y una edición de A sangre fría de Mr. Capote llena de anotaciones. Porque, según su dueño, ese libro es un master en escritura en sí mismo.
Abrimos la guantera y aparece un plano de carreteras de Donegal. Un punto rojo marcado junto a la costa, lejos de todo: Clenhburran. Un pueblo muy pequeño y aislado. En el margen alguien ha escrito un nombre y un número de teléfono: Judie Gallagher, rodeado por un corazón: ¡Vaya! Este Peter debe ser un tipo con suerte. También encontramos una reserva de dos billetes de avión: sus hijos, Jip y Beatrice, que vienen desde Ámsterdam a pasar unas vacaciones junto al mar.
Las piezas van encajando, en la playa comienzan a aparecer personas y mientras tanto la tormenta no puede traer nada bueno. Uno podría tener un accidente fácilmente en estas carreteras infernales. Empezar a ver cosas, pequeñas visiones, que nos avisan de que algo terrible está a punto de suceder. Un hombre con sentido común, como Harper, se resistiría a creer en todo eso; dudaría de su propia cordura. Pero llegado el momento, tendría que aceptar las cosas como son: a veces, el MAL (con mayúsculas) se cruza en nuestro camino. Por suerte, creo que en el maletero llevamos un hacha y también una de esas grandes linternas que, bien usadas, puedes usar como una maza. No os confundáis, no somos violentos, pero llegado el caso hay que saber defenderse...
¡Eh, espera! Frena un poco; creo que ya veo la casa... Sí, un par de luces encendidas frente a la playa. Harper debe estar tocando el piano en una de sus largas noches de insomnio. ¡Démosle una sorpresa!
La historia de Peter Harper en la La última noche de Tremore Beach ha sido publicada por Ediciones B a primeros de Junio 2014 y ya va por su segunda edición. La novela ha sido recibida con muy buenas críticas por parte de libreros, periodistas y blogueros especializados. Actes-Sud en Francia ha sido la primera editorial extranjera en lanzarse a por los derechos de traducción, y según nos consta, no será la última.
Os invito a disfrutar de esta historia hitchcockiana de intriga, suspense y un bonito puzzle que os hará esbozar (espero) muchas teorías hasta la última página. Una buena cantidad de tensión para entretener vuestras noches estivales, y ¿por qué no? Otoñales e Invernales también, porque Tremore Beach abre todo el año.
La casa de Harper es fácil de encontrar. Cuando lleguéis a la playa, girad a la izquierda y seguid el camino de las dunas. Entrad y poneos cómodos. La leña está partida y hay una botella de Jameson sin empezar. Peter y todos los habitantes de Tremore Beach os esperan.
Sólo una advertencia final: a veces, el viento de aquí suena como una carcajada demente en la noche. Si lo escuchas, no abras los ojos. Y tampoco te levantes si oyes golpes en tu puerta: posiblemente, te arrepentirías.
Bienvenidos a la playa, y felices vacaciones.
Mikel Santiago es el autor de La última noche en Tremore Beach (Ediciones B, La Trama) Podéis encontrar más información sobre él en: www.mikelsantiago.com
Nos dirigimos a Tremore Beach, la playa donde Peter Harper (nuestro protagonista) ha decidido refugiarse una larga temporada. Harper es un tipo entrañable, pero está pasando un mal momento. Su mujer rompió con él, y al hacerlo rompió algo más profundo: su confianza. Y para un creador, un compositor de bandas sonoras la confianza lo es casi todo. Ahora, Mr. Harper se pasa los días intentando recuperar su inspiración, y mientras ésta llega, se dedica a segar el césped de su jardín o hacer visitas a sus únicos vecinos en la playa: los Kogan. Una pareja magnética e intrigante que ha conocido hace unos meses.
Volvamos a nuestro coche. En la radio suenan los Stones, Can't you hear me knocking concretamente. Es una de las muchas canciones que hemos decidido que deberían componer la banda sonora de La última noche en Tremore Beach. En el mismo CD tenemos a The Frames, con Revelate, o Galway Girl de Steve Earle, aunque en el libro se mencionan alguna más: In my life de los Beatles y Celluloid Heroes de los Kinks. Un libro musical, será porque su autor entiende el rock como una religión desde muy pequeñito. Con trece años se compró su primera eléctrica (una copia barata de la Stratocaster) y no paró hasta aprender a tocarla -bueno, al menos es lo que él dice...
El asiento de atrás es un cajón desastre. Hay comida de gasolinera, botellas y algunos libros. El dueño de este coche debe tener una pequeña fijación con Stephen King porque se ha llevado Cementerio de Animales, Misery y Los TommyKnockers. Además de eso un par de libros de Patricia Highsmith (El talento de Mr Ripley y Crímenes imaginarios) y una edición de A sangre fría de Mr. Capote llena de anotaciones. Porque, según su dueño, ese libro es un master en escritura en sí mismo.
Abrimos la guantera y aparece un plano de carreteras de Donegal. Un punto rojo marcado junto a la costa, lejos de todo: Clenhburran. Un pueblo muy pequeño y aislado. En el margen alguien ha escrito un nombre y un número de teléfono: Judie Gallagher, rodeado por un corazón: ¡Vaya! Este Peter debe ser un tipo con suerte. También encontramos una reserva de dos billetes de avión: sus hijos, Jip y Beatrice, que vienen desde Ámsterdam a pasar unas vacaciones junto al mar.
Las piezas van encajando, en la playa comienzan a aparecer personas y mientras tanto la tormenta no puede traer nada bueno. Uno podría tener un accidente fácilmente en estas carreteras infernales. Empezar a ver cosas, pequeñas visiones, que nos avisan de que algo terrible está a punto de suceder. Un hombre con sentido común, como Harper, se resistiría a creer en todo eso; dudaría de su propia cordura. Pero llegado el momento, tendría que aceptar las cosas como son: a veces, el MAL (con mayúsculas) se cruza en nuestro camino. Por suerte, creo que en el maletero llevamos un hacha y también una de esas grandes linternas que, bien usadas, puedes usar como una maza. No os confundáis, no somos violentos, pero llegado el caso hay que saber defenderse...
¡Eh, espera! Frena un poco; creo que ya veo la casa... Sí, un par de luces encendidas frente a la playa. Harper debe estar tocando el piano en una de sus largas noches de insomnio. ¡Démosle una sorpresa!
La historia de Peter Harper en la La última noche de Tremore Beach ha sido publicada por Ediciones B a primeros de Junio 2014 y ya va por su segunda edición. La novela ha sido recibida con muy buenas críticas por parte de libreros, periodistas y blogueros especializados. Actes-Sud en Francia ha sido la primera editorial extranjera en lanzarse a por los derechos de traducción, y según nos consta, no será la última.
Os invito a disfrutar de esta historia hitchcockiana de intriga, suspense y un bonito puzzle que os hará esbozar (espero) muchas teorías hasta la última página. Una buena cantidad de tensión para entretener vuestras noches estivales, y ¿por qué no? Otoñales e Invernales también, porque Tremore Beach abre todo el año.
La casa de Harper es fácil de encontrar. Cuando lleguéis a la playa, girad a la izquierda y seguid el camino de las dunas. Entrad y poneos cómodos. La leña está partida y hay una botella de Jameson sin empezar. Peter y todos los habitantes de Tremore Beach os esperan.
Sólo una advertencia final: a veces, el viento de aquí suena como una carcajada demente en la noche. Si lo escuchas, no abras los ojos. Y tampoco te levantes si oyes golpes en tu puerta: posiblemente, te arrepentirías.
Bienvenidos a la playa, y felices vacaciones.
La última noche en Tremore Beach by Nathan Jones
Mikel Santiago es el autor de La última noche en Tremore Beach (Ediciones B, La Trama) Podéis encontrar más información sobre él en: www.mikelsantiago.com