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Desde la pasada edición (2013), la Mostra Internacional de Films de Dones de Barcelona, organizada por Drac Màgic, ha optado por expandir su programa a lo largo de meses. La edición de 2014, la 22ª, se alarga durante casi todo el año: de marzo a diciembre, con la propuesta de una serie de golosos y muy variados ciclos y films que se reparten por diferentes sedes. Están, por tanto, todavía a tiempo de disfrutarla; por ejemplo, el 8 de julio a las 21,30 h en la plaza de Sant Pere (la Ribera). Además, ha concentrado una magnífica muestra de cine entre el 4 y el 8 de junio en la Filmoteca, fructífera colaboración que viene de lejos.
Pocos días antes pudimos ver en una sesión al aire libre una película tan importante, transgresora y divertida como Las margaritas (1966) de la checoslovaca Věra Chytilová. Antes, habíamos llorado con la perturbadora y poco divulgada Yoyes (2000) de Helena Taberna en la SGAE. En la Bonnemaison, disfrutamos y nos reímos con la recuperación del documental Leones y Caníbales (1969) de Merril Brockway, una inteligente conversación (que el presunto e impertinente conductor no consigue cortocircuitar) entre Agnès Varda y Susan Sontag, dos de los eslanones de la cadena de las distintas y fieles Mostres a las que hay que añadir, por ejemplo, la omnipresente Chantal Akerman, o, en la edición anterior, el chispazo deslumbrante y profundo de la palabra de Hannah Arendt, que ni la enorme cantidad de cigarrillos que consume no osa enturbiar. Evidentemente, se mantienen ciclos como el del Vídeo del minuto, que este año se consagra al cuerpo. Anteriormente, en la Casa América pudimos ver un amplio abanico de interesante cine argentino.
Es difícil hablar de los muchos aciertos e intenciones de los cuatro días de sesiones de la Filmoteca de esta 22ª Muestra. Se han recuperado piezas fundamentales como Thank God I'm a lesbian (1992) de Dominique Cardona y Laure Colbert, donde desfilan desde la pletórica poeta Nicole Brossard a la fascinante e incisiva ensayista que es la gala Christine Delphy. Ha dado cabida a filmes que hipnotizan y euforizan en su radical concepción, narración y mestizaje como Quand je serai dictateur (2013) de la prolífica belga Yaël André, directora, productora y guionista de la que (al menos que yo sepa) aquí no se ha visto nada más. Se ha podido ver también la excelencia, diversidad y sofisticación de las cineastas árabes.
Me gustaría, sin embargo, terminar mencionando dos producciones catalanas que se presentaron en sesión doble. Por un lado, el breve documental Las pieceras: treball extradomèstic SA (2013) de Roberta de Carvalho, Maria Casas y Adelaida Santiró, y, por otro, El barri s'ha de defensar (2013) de Cristina Mora y Neus Ràfols.
En el primero, una serie de trabajadoras, ya mayores, del Raval explican punto por punto y con gran dignidad cómo las mujeres fueron apartadas de fábricas y talleres --con la pérdida de derechos que ello supone--, y cómo esta exclusión las obligó a trabajar mucho más duramente en la reclusión del hogar, sumergidas en un continuo de trabajos que se entrelazan y no terminan nunca.
El segundo, es un emocionante y bellísimo documental sobre las distintas luchas del marítimo barrio de la Barceloneta para no sucumbir ni al turismo ni a las sucias políticas del Ayuntamiento, esté quien esté al mando. Se hace un repaso del dislate que supone la construcción del puerto deportivo que el actual alcalde está brindando a oligarcas y mafias; de la abyecta intención de expulsar al vecindario más desfavorecido con la excusa de dotar de ascensores los cuartos de piso; o de la demolición de la casa ocupada Miles de pisos. Este episodio pone de manifiesto la complicidad entre un buen número de ocupas que gratuitamente enseñaban, por ejemplo, a coser o informática al vecindario y unas vecinas fuertes y constantes como el mar que erosiona sin pausa las rocas o espigones aparentemente más indestructibles. Para acabar con un nombre propio, se hace un homenaje a una luchadora recientemente fallecida, a Emília Llorca. Cautiva verla luchar día tras día; enternece oír cómo habla de su relación con el movimiento ocupa; por ejemplo, cuando señala la inteligencia de dicho movimiento al enviar a una mujer joven a la asamblea de la asociación vecinal la Ostia a explicar y a tejer alianzas con el vecindario porque así los hombres no tendrían miedo...
Cuando la sesión finalizó, Marta Selva, una de las directoras de la Mostra, citando a Carla Lonzi y a su Escupamos sobre Hegel, dijo que no hay nada que más miedo dé al patriarcado que la complicidad entre las mujeres, especialmente la complicidad intergeneracional. Como la que tejen las directoras de ambos documentales y las protagonistas de sus creaciones.
Desde la pasada edición (2013), la Mostra Internacional de Films de Dones de Barcelona, organizada por Drac Màgic, ha optado por expandir su programa a lo largo de meses. La edición de 2014, la 22ª, se alarga durante casi todo el año: de marzo a diciembre, con la propuesta de una serie de golosos y muy variados ciclos y films que se reparten por diferentes sedes. Están, por tanto, todavía a tiempo de disfrutarla; por ejemplo, el 8 de julio a las 21,30 h en la plaza de Sant Pere (la Ribera). Además, ha concentrado una magnífica muestra de cine entre el 4 y el 8 de junio en la Filmoteca, fructífera colaboración que viene de lejos.
Pocos días antes pudimos ver en una sesión al aire libre una película tan importante, transgresora y divertida como Las margaritas (1966) de la checoslovaca Věra Chytilová. Antes, habíamos llorado con la perturbadora y poco divulgada Yoyes (2000) de Helena Taberna en la SGAE. En la Bonnemaison, disfrutamos y nos reímos con la recuperación del documental Leones y Caníbales (1969) de Merril Brockway, una inteligente conversación (que el presunto e impertinente conductor no consigue cortocircuitar) entre Agnès Varda y Susan Sontag, dos de los eslanones de la cadena de las distintas y fieles Mostres a las que hay que añadir, por ejemplo, la omnipresente Chantal Akerman, o, en la edición anterior, el chispazo deslumbrante y profundo de la palabra de Hannah Arendt, que ni la enorme cantidad de cigarrillos que consume no osa enturbiar. Evidentemente, se mantienen ciclos como el del Vídeo del minuto, que este año se consagra al cuerpo. Anteriormente, en la Casa América pudimos ver un amplio abanico de interesante cine argentino.
Es difícil hablar de los muchos aciertos e intenciones de los cuatro días de sesiones de la Filmoteca de esta 22ª Muestra. Se han recuperado piezas fundamentales como Thank God I'm a lesbian (1992) de Dominique Cardona y Laure Colbert, donde desfilan desde la pletórica poeta Nicole Brossard a la fascinante e incisiva ensayista que es la gala Christine Delphy. Ha dado cabida a filmes que hipnotizan y euforizan en su radical concepción, narración y mestizaje como Quand je serai dictateur (2013) de la prolífica belga Yaël André, directora, productora y guionista de la que (al menos que yo sepa) aquí no se ha visto nada más. Se ha podido ver también la excelencia, diversidad y sofisticación de las cineastas árabes.
Me gustaría, sin embargo, terminar mencionando dos producciones catalanas que se presentaron en sesión doble. Por un lado, el breve documental Las pieceras: treball extradomèstic SA (2013) de Roberta de Carvalho, Maria Casas y Adelaida Santiró, y, por otro, El barri s'ha de defensar (2013) de Cristina Mora y Neus Ràfols.
En el primero, una serie de trabajadoras, ya mayores, del Raval explican punto por punto y con gran dignidad cómo las mujeres fueron apartadas de fábricas y talleres --con la pérdida de derechos que ello supone--, y cómo esta exclusión las obligó a trabajar mucho más duramente en la reclusión del hogar, sumergidas en un continuo de trabajos que se entrelazan y no terminan nunca.
Las Pieceras: treball extra-domèstic S.A. from Territoris Oblidats / PMU on Vimeo.
El segundo, es un emocionante y bellísimo documental sobre las distintas luchas del marítimo barrio de la Barceloneta para no sucumbir ni al turismo ni a las sucias políticas del Ayuntamiento, esté quien esté al mando. Se hace un repaso del dislate que supone la construcción del puerto deportivo que el actual alcalde está brindando a oligarcas y mafias; de la abyecta intención de expulsar al vecindario más desfavorecido con la excusa de dotar de ascensores los cuartos de piso; o de la demolición de la casa ocupada Miles de pisos. Este episodio pone de manifiesto la complicidad entre un buen número de ocupas que gratuitamente enseñaban, por ejemplo, a coser o informática al vecindario y unas vecinas fuertes y constantes como el mar que erosiona sin pausa las rocas o espigones aparentemente más indestructibles. Para acabar con un nombre propio, se hace un homenaje a una luchadora recientemente fallecida, a Emília Llorca. Cautiva verla luchar día tras día; enternece oír cómo habla de su relación con el movimiento ocupa; por ejemplo, cuando señala la inteligencia de dicho movimiento al enviar a una mujer joven a la asamblea de la asociación vecinal la Ostia a explicar y a tejer alianzas con el vecindario porque así los hombres no tendrían miedo...
El barri s'ha de defensar from cobos on Vimeo.
Cuando la sesión finalizó, Marta Selva, una de las directoras de la Mostra, citando a Carla Lonzi y a su Escupamos sobre Hegel, dijo que no hay nada que más miedo dé al patriarcado que la complicidad entre las mujeres, especialmente la complicidad intergeneracional. Como la que tejen las directoras de ambos documentales y las protagonistas de sus creaciones.