Mucho se ha hablado estos días del carácter hereditario de la Corona como fórmula constitucional en la Jefatura del Estado. En otra ocasiones me he ocupado en esta tribuna de opinión (como he hecho tantas veces como profesor de Derecho) de examinar la compatibilidad de la fórmula de monarquía parlamentaria en la Jefatura del Estado con las exigencias de calidad de una democracia avanzada.
Pero hoy, si se me permite, quería ocuparme de otra herencia -sí, la "herencia recibida"- cuya deslegitimación ha resultado crucial en la confrontación electoral el 25 de mayo y, al decir de muchos, ha condicionado también y todavía sus resultados. La valoración y el debate en torno a la "herencia recibida" desempeñan también un papel en el debate que precede a la elección del secretario general del PSOE por los militantes. A mi juicio, será difícil restaurar la autoestima malherida del PSOE y de los socialistas sin una ponderación asertiva -esto es, no acomplejada, ansiosa, ni defensiva- del balance y del legado de los años de gobiernos socialistas, incluidos, por supuesto, con sus aciertos y errores, los de la última etapa.
No sorprenderá si adelanto que desde siempre combato y refuto la tesis, que se ha demostrado canónica, en torno a la fatalidad de la "herencia recibida" de los gobiernos socialistas que precedieron a la actual mayoría absoluta del PP. Pero sé perfectamente que las consecuencias funestas de la cristalización de esa tesis en la retina colectiva son, sin embargo, reales.
"Herencia recibida" lo fue, efectivamente, la reducción histórica de la mortalidad en carretera, y la extinción, mediando el sacrificio de varias generaciones de españoles y la indesmayable lucha de las fuerzas democráticas, de la criminalidad asesina de ETA. Como lo fue también el incremento fenomenal del apoyo presupuestario a la ciencia, la investigación y la innovación en España.
"Herencia recibida" lo fue haber alcanzado, por vez primera en la historia, un 5,2% del PIB en educación. Y haber multiplicado el número y cuantía de las becas. Y haber expandido la protección social como nunca antes en España. Que el 90% de los desempleados tuviese cobertura por desempleo. Y haber articulado una red de Juzgados y Fiscalías especializadas en proteger a las mujeres víctimas de la violencia machista. Y haber extendido en toda España una acción territorializada de la Fiscalía Anticorrupción. Y la intensificación de la cooperación humanitaria ante los retos de la globalización y de la desigualdad.
"Herencia recibida" también lo fue haber liquidado con superávit los Presupuestos del Estado durante toda la primera Legislatura del Gobierno Zapatero, lo que sucedía también por primera vez en democracia. Y un superávit de las cuentas de la Seguridad Social de cerca de 60.000 millones de euros (lo que se consideraba entonces el "fondo de reserva", auténtico colchón de garantía). Y una deuda pública que no sólo no era insoportable, sino que al estallar la crisis, en torno al 34%, representaba un tercio de la francesa, alemana y británica, la cuarta parte de la italiana o belga, la quinta de la de Grecia.
"Herencia recibida" fue haber renunciado a la injerencia gubernamental en RTVE, garantizando la neutralidad y el pluralismo en los informativos públicos y respetando la autonomía de los medios privados. Haber renunciado al acceso privilegiado e instrumentalización interesada de las estadísticas oficiales (incluida las del paro, Encuesta de Población Activa (EPA) y Seguridad Social), y haber renunciado asimismo a la manipulación y a la cocina de las encuestas del CIS, así como a dejar de emplearlas al servicio del Gobierno.
Pero, cómo olvidarlo, "herencia recibida" lo fue, entre otros avances, una ley pionera contra la violencia de género; sistema de plazos en la Interrupción Voluntaria Embarazo (aborto); divorcio exprés; matrimonios del mismo sexo; igualdad; ayuda a la dependencia y promoción de la autonomía personal; investigación con células madre; reproducción asistida; identidad registral de género sin necesidad de cirugía... Y haber hecho de España, contra todo pronóstico y contra nuestra propia historia de atraso y contrarreforma, una primera potencia en libertades civiles y avances democráticos, derechos de ciudadanía, y en la remoción de barreras de discriminación y apuestas por la igualdad.
Aquella "herencia recibida" se escribió durante años en un sentido contrario al que, con implacable precisión de relojero, han venido imponiendo quienes desde el primer día en que llegaron al Gobierno, buscan cambiar, distorsionando el pasado, su historial de atropello y retroceso a todo lo largo y ancho de esta legislatura, con la inconfundible marca y el estilo del PP.