Ayer me pasó una cosa espeluznante, como tan acertadamente dice Pedro Piqueras en los informativos de Tele 5, esos informativos que este año han superado a menudo a los de TVE, que hasta ahora habían sido imbatibles. Pero este no es el tema.
El tema es que ayer me pasó una cosa espeluznante: llegó mi hija Carlota, de ocho años, con las manos a la espalda y me dijo, "Mami, ¿qué tengo?" Y yo, segundos antes de contestarle con un "no sé, cariño" y seguirle el juego, pensé en gritarle: ¡Llamada!, emulando a Toñi Moreno en Entre todos, ESE programa.
La anécdota me sirve para dos cosas. Una, introducir uno de los programas del año, ese espacio SOLIDARIO que emite la tele pública. Dos, corroborar que, efectivamente, la tele influye y que en mi caso no siempre es para bien.
Aquí va ese balance personal e intrasferible, y un poco alternativo de lo que a mis ojos ha deparado el año televisivo. Lo mejor y lo peor. Empiezo por lo peor, va, que sé que os pone más.
LO PEOR
1. El cierre de Canal 9. Es la primera vez que se va a negro una tele pública en nuestro país. También creo haberlo dicho todo sobre este asunto. O igual no. Se me ha quedado por reseñar lo siguiente: la periodista Lola Johnson, la mujer que condujo al desastre a esa tele, que estuvo cuando se decretó el ERE, la mujer que estuvo al frente de la cadena en épocas duras de manipulación informativa (accidente del metro, Gürtel...) la mujer que miró para otro lado cuando el sátrapa Vicente Sanz acosaba y abusaba de tres periodistas de la casa, es la nueva secretaria Autonómica de Comunicación del Gobierno valenciano. Ese es el premio de Alberto Fabra por su gestión. Ahí lo dejo.
2. Entre todos. ¿Queda algo por decir de este programa? Sí, queda. Ahí va. El espacio sigue en Canal Sur, donde nació. En Andalucía gobierna el PSOE. El PSOE ha arremetido contra la emisión del programa en TVE, con el PP en el poder. Toñi Moreno ha dicho, con toda la razón, algo así como que, ya le vale al PSOE. Al programa no dejan de lloverle críticas. Los medios publican esas críticas. Pero la reina Sofía se ha declarado fan del programa. Yo me la imagino sentada en su sofá acogedor de Zarzuela viendo a la hipervitaminada Toñi Moreno gritarle al público, "¡¿Qué tengo?!", y declarándose después fan del programa, y pienso que algo está pasando, ¿no? Pero es que yo soy una amargada nada caritativa que prefiere que los españoles se mueran de hambre y de necesidades. Seguro que es eso. Me pregunto si la Reina ha comentado el tema con Letizia antes de pronunciarse.
3. El desvarío de TVE. Ya está. Cada vez peor, cada vez más tristes. Informe Semanal, a la madrugada. Luchas internas y patéticas entre la Cospedal y algunos de los mercenarios, por ejemplo. Los informativos más casposos y menos vistos de su historia, languideciendo aún más. Españoles dándoles la espalda, ninguneándola. Falta de prestigio, falta de audiencia. No sé si saldremos vivos de esta.
4. Intereconomía no paga. El colmo, ¿no? No solo son tramposos en sus debates, demagógicos, fascistas a veces y mentirosos, machistas y temerarios. Ahora además no pagan. Sus trabajadores (a buena parte de ellos, de los que quedan y de los que ya no están, se les adeudan las nóminas de diez meses atras) iniciaron hace unos días una huelga y han decidido, me parece que en bloque, que de esta Julio Ariza no va a salir indemne.
5. Esposados y Campamento de verano. Ambos programas, en Tele 5. La cadena de Mediaset ha hecho cosas buenas, como La Voz, por ejemplo, o como tratar en sus programas de entretenimiento temas como la penosa, perversa e intolerable ley del aborto de Gallardón. Seguro que de Esposados, la serie de José Luis Moreno que duró un par de telediarios, nadie se acuerda. Yo sí, yo NO VOY A OLVIDARLO. No podía creer esa revisitación de Escenas de matrimonio, no podía creer que el inteligente Vasile apostara por ESO. Y lo de Campamento de verano, tampoco. Y no por lo de la Etxebarria, que también, sino por TODO. Low cost, bazofia, caspa, patetismo. La ciénaga. A su lado, Gran Hermano es una fiesta en un ático parisino, con macarons de colorines por todos lados y efluvios de Chanel número 5.
P.D. Para este año no habrá nueva temporada de Gandia Shore. Voy a recordarles la frase que Ylenia, una de las concursantes, dirigió a los responsables del espacio, cuando anunciaron el final: "Que se busquen otros 8 retrasados, que con nosotros se acabó el chollo".
LO BUENO
1. El espacio de Salvados sobre el accidente del metro de Valencia. Jordi Évole es un gran tipo, eso ya lo sabíamos. (Otro día contaré una de las anécdotas más entrañables que sé de él). Pero en ese programa echó los restos. Él y todo el equipo. Sin el buen hacer de todos, este tema, que tanto nos golpeó a algunos de los que vivimos, sentimos, pensamos y no votamos al PP en esta parte del Mediterráneo, habría permanecido para siempre en el olvido. Lo dice otra gran tipa, Beatriz Garrote, la presidenta de la asociación de las víctimas del metro: sin ellos, sin Évole, sin el criterio del equipo por apostar por este tema, seguiríamos siendo 50 personas en la plaza el día 3 de cada mes. Jordi, un chico listo y bueno y al que nunca me voy a cansar de reivindicar, consiguió que la plaza rebosara justo una semana después de la emisión, y así sigue. Demostró dos cosas: que la buena tele a veces consigue buenas cosas y que los malos no siempre ganan. Por todo eso este programa ocupa mi lugar de honor. Tiene un Ondas, sí. Y hacía muchooo tiempo que yo no estaba tan de acuerdo con este premio, la verdad...
2. La cocina en la tele. Está claro que se pueden contar historias interesantes con ese material. Masterchef nació flojo y remontó enseguida demostrando que se puede, sobre la marcha, cambiar lo que no está bien, si uno tiene humildad y talento. Nos regaló momentos divertidos, emocionantes, vivos. En definitiva, un pelotazo televisivo. Y todo eso con un jurado riguroso pero no asesino, un jurado que no humillaba. Ahora han llegado los niños, (¡ese Aimar!) y zas, resulta que no son repelentes ni redichos ni insoportables. Bien por ellos. TVE, que es donde se emite, está megacontenta: es uno de los pocos espacios por los que ha podido sacar pecho esta temporada. Alberto Chicote no es santo de mi devoción (he de reconocer que me apabulla un poco, que me da un poco de miedo su complexión fuerte, que no acabo de verlo divertido) pero es evidente que no tengo ni idea: Chicote es un líder en lo suyo. Su Top chef (como antes su Pesadilla en la cocina), también ha roto moldes, esta vez en Antena 3. Así que solo quedaba sin programa de cocina el grupo Mediaset, y Vasile, que al principio no era muy partidario de estos formatos, ha decidido tirar la casa por la ventana: en breve habrá al menos tres o cuatro espacios en cadenas del grupo dedicados a asuntos de cocina: sobre tapas, sobre postres, sobre cocineros por el mundo... Incluso hay alguna apuesta sobre madres que cocinan, he oído.
3. La vuelta de Buenafuente. Voy a colgarme medallas, va. Fue publicar en mi libro ¿Y tú qué miras?, un capítulo dedicado a la ausencia de los late night en nuestra tele, reivindicarlo después en La Ventana, con Francino, y se obró el milagro: Buenafuente volvía a La Sexta con ese formato, el que mejor sabe hacer, el que tiene que hacer hasta que se jubile. Yo adoro a ese tipo por variadas razones (algunas son personales, así que no ha lugar). Y me alegra que haya vuelto: por mí (de pronto me veo como hace años, muerta ya de sueño, esperando su monólogo), por la industria (su programa necesita profesionales de esto, guionistas, técnicos, realizadores, maquilladores, cámaras), por el espectador (un late clásico demuestra madurez audiovisual). A Buenafuente se le da bien esto, es gracioso, inteligente, respetuoso y todo eso la pantalla lo sabe y lo amplifica. Pero yo me voy a quedar con otro rasgo de este catalán: la generosidad. Un presentador estrella generoso es capaz de quedarse en segundo plano para que sus compañeros de pupitre luzcan, crezcan y alcancen el estrellato, también: ahí esta Berto Romero (ante quien me rendí desde el minuto uno). Ahí está Jordi Évole, ahí están todos los personajes nacidos bajo su manto, como Santi Millán, como Silvia Abril, como Ana Morgade, como el Neng, como Chiquilicuatre, como Corbacho... Hace algún tiempo se puso de moda decir, "Buenafuente tiene que renovarse, no puede hacer siempre lo mismo". Lo decían muchos de los que consideran que los clásicos lates estadounidenses son lo mejor del mundo mundial. Ahí lo dejo.
4. Las series de ficción nacional. Pues sí, El tiempo entre costuras ha arrasado en audiencia, en crítica, en todooo. Tengo amigos realizadores, directores de fotografía con los que me encanta discutir sobre eso que solo ellos ven: un plano que no tocaba, un fallo, etc. Yo les pido que no sean tan remilgados y ellos me dicen que mira quién fue a hablar... Y así podemos instalarnos en un bucle. El caso es que esta serie de Antena 3, que a mí me ha gustado de verdad, ha sido un bombazo tal y como deseaban con desesperación la productora Boomerang (este ha sido su año, La voz, El tiempo, El Secreto de puente viejo...), la cadena, los anunciantes. Y ha demostrado que, con cierto esfuerzo económico y con tesón, se puede ir un poco más allá. Ha sido una serie sin subtramas con niños, basada en un best seller, un poco más cara de lo normal, con un rodaje complejo, con una actriz protagonista muy conocida (Adriana Ugarte al poder) con secundarios de relumbrón (Elvira Minguez, esa madre PERFECTA) y con otros tantos poco conocidos que han conseguido hacer dichosos a casi cinco millones de espectadores. Ha habido pocas novedades más en ficción (vamos a obviar Vivo cantando, ¿vale?), pero ha vuelto, y por la puerta grande, Isabel. Y acabó también por la misma puerta Gran Hotel. El próximo año se termina Aida, cuyo hueco será difícil de llenar, me parece a mí.
5. Pequeños hallazgos
Tras el verano llegó a La 2, Torres y Reyes. Y yo me reconcilié con la tele pública, tras el desencanto total del último año. Joaquín Reyes y Mara Torres presentan un programa digno de La 2, de lo público. Un programa nuevo. Con contenidos nuevos. Con ideas nuevas. Acude allí gente talentosa, con cosas interesantes que decir, que ya no va nunca a la tele, y mucho menos a la tele pública. Forman, Mara y Joaquín, una buena pareja televisiva. Que sigan, por favor, que sigan. Yo ya sé por qué lo digo...
También en La 2 he descubierto Cachitos, que no deja de ser un programa con trocitos de imágenes, programas de antes, gente de antes, pero tan bien resuelto, tan original, tan divertido (por favor, que contraten siempre al que escribe los rótulos que comentan, sobreimpresionados, las imágenes), que ha sido casi una cita obligada.
Viva La 2, pues. Con Imprescindibles, por ejemplo.
Destaco también El Objetivo, el programa de Ana Pastor en el que todos hacen periodismo: dan datos concretos, que han comprobado previamente, se hacen entrevistas a políticos y se les pregunta por lo que se les ha de preguntar, sin artificios alrededor y se apuesta por temas importantes, por encima de los interesantes. Periodismo, vaya.
El tema es que ayer me pasó una cosa espeluznante: llegó mi hija Carlota, de ocho años, con las manos a la espalda y me dijo, "Mami, ¿qué tengo?" Y yo, segundos antes de contestarle con un "no sé, cariño" y seguirle el juego, pensé en gritarle: ¡Llamada!, emulando a Toñi Moreno en Entre todos, ESE programa.
La anécdota me sirve para dos cosas. Una, introducir uno de los programas del año, ese espacio SOLIDARIO que emite la tele pública. Dos, corroborar que, efectivamente, la tele influye y que en mi caso no siempre es para bien.
Aquí va ese balance personal e intrasferible, y un poco alternativo de lo que a mis ojos ha deparado el año televisivo. Lo mejor y lo peor. Empiezo por lo peor, va, que sé que os pone más.
LO PEOR
1. El cierre de Canal 9. Es la primera vez que se va a negro una tele pública en nuestro país. También creo haberlo dicho todo sobre este asunto. O igual no. Se me ha quedado por reseñar lo siguiente: la periodista Lola Johnson, la mujer que condujo al desastre a esa tele, que estuvo cuando se decretó el ERE, la mujer que estuvo al frente de la cadena en épocas duras de manipulación informativa (accidente del metro, Gürtel...) la mujer que miró para otro lado cuando el sátrapa Vicente Sanz acosaba y abusaba de tres periodistas de la casa, es la nueva secretaria Autonómica de Comunicación del Gobierno valenciano. Ese es el premio de Alberto Fabra por su gestión. Ahí lo dejo.
2. Entre todos. ¿Queda algo por decir de este programa? Sí, queda. Ahí va. El espacio sigue en Canal Sur, donde nació. En Andalucía gobierna el PSOE. El PSOE ha arremetido contra la emisión del programa en TVE, con el PP en el poder. Toñi Moreno ha dicho, con toda la razón, algo así como que, ya le vale al PSOE. Al programa no dejan de lloverle críticas. Los medios publican esas críticas. Pero la reina Sofía se ha declarado fan del programa. Yo me la imagino sentada en su sofá acogedor de Zarzuela viendo a la hipervitaminada Toñi Moreno gritarle al público, "¡¿Qué tengo?!", y declarándose después fan del programa, y pienso que algo está pasando, ¿no? Pero es que yo soy una amargada nada caritativa que prefiere que los españoles se mueran de hambre y de necesidades. Seguro que es eso. Me pregunto si la Reina ha comentado el tema con Letizia antes de pronunciarse.
3. El desvarío de TVE. Ya está. Cada vez peor, cada vez más tristes. Informe Semanal, a la madrugada. Luchas internas y patéticas entre la Cospedal y algunos de los mercenarios, por ejemplo. Los informativos más casposos y menos vistos de su historia, languideciendo aún más. Españoles dándoles la espalda, ninguneándola. Falta de prestigio, falta de audiencia. No sé si saldremos vivos de esta.
4. Intereconomía no paga. El colmo, ¿no? No solo son tramposos en sus debates, demagógicos, fascistas a veces y mentirosos, machistas y temerarios. Ahora además no pagan. Sus trabajadores (a buena parte de ellos, de los que quedan y de los que ya no están, se les adeudan las nóminas de diez meses atras) iniciaron hace unos días una huelga y han decidido, me parece que en bloque, que de esta Julio Ariza no va a salir indemne.
5. Esposados y Campamento de verano. Ambos programas, en Tele 5. La cadena de Mediaset ha hecho cosas buenas, como La Voz, por ejemplo, o como tratar en sus programas de entretenimiento temas como la penosa, perversa e intolerable ley del aborto de Gallardón. Seguro que de Esposados, la serie de José Luis Moreno que duró un par de telediarios, nadie se acuerda. Yo sí, yo NO VOY A OLVIDARLO. No podía creer esa revisitación de Escenas de matrimonio, no podía creer que el inteligente Vasile apostara por ESO. Y lo de Campamento de verano, tampoco. Y no por lo de la Etxebarria, que también, sino por TODO. Low cost, bazofia, caspa, patetismo. La ciénaga. A su lado, Gran Hermano es una fiesta en un ático parisino, con macarons de colorines por todos lados y efluvios de Chanel número 5.
P.D. Para este año no habrá nueva temporada de Gandia Shore. Voy a recordarles la frase que Ylenia, una de las concursantes, dirigió a los responsables del espacio, cuando anunciaron el final: "Que se busquen otros 8 retrasados, que con nosotros se acabó el chollo".
LO BUENO
1. El espacio de Salvados sobre el accidente del metro de Valencia. Jordi Évole es un gran tipo, eso ya lo sabíamos. (Otro día contaré una de las anécdotas más entrañables que sé de él). Pero en ese programa echó los restos. Él y todo el equipo. Sin el buen hacer de todos, este tema, que tanto nos golpeó a algunos de los que vivimos, sentimos, pensamos y no votamos al PP en esta parte del Mediterráneo, habría permanecido para siempre en el olvido. Lo dice otra gran tipa, Beatriz Garrote, la presidenta de la asociación de las víctimas del metro: sin ellos, sin Évole, sin el criterio del equipo por apostar por este tema, seguiríamos siendo 50 personas en la plaza el día 3 de cada mes. Jordi, un chico listo y bueno y al que nunca me voy a cansar de reivindicar, consiguió que la plaza rebosara justo una semana después de la emisión, y así sigue. Demostró dos cosas: que la buena tele a veces consigue buenas cosas y que los malos no siempre ganan. Por todo eso este programa ocupa mi lugar de honor. Tiene un Ondas, sí. Y hacía muchooo tiempo que yo no estaba tan de acuerdo con este premio, la verdad...
2. La cocina en la tele. Está claro que se pueden contar historias interesantes con ese material. Masterchef nació flojo y remontó enseguida demostrando que se puede, sobre la marcha, cambiar lo que no está bien, si uno tiene humildad y talento. Nos regaló momentos divertidos, emocionantes, vivos. En definitiva, un pelotazo televisivo. Y todo eso con un jurado riguroso pero no asesino, un jurado que no humillaba. Ahora han llegado los niños, (¡ese Aimar!) y zas, resulta que no son repelentes ni redichos ni insoportables. Bien por ellos. TVE, que es donde se emite, está megacontenta: es uno de los pocos espacios por los que ha podido sacar pecho esta temporada. Alberto Chicote no es santo de mi devoción (he de reconocer que me apabulla un poco, que me da un poco de miedo su complexión fuerte, que no acabo de verlo divertido) pero es evidente que no tengo ni idea: Chicote es un líder en lo suyo. Su Top chef (como antes su Pesadilla en la cocina), también ha roto moldes, esta vez en Antena 3. Así que solo quedaba sin programa de cocina el grupo Mediaset, y Vasile, que al principio no era muy partidario de estos formatos, ha decidido tirar la casa por la ventana: en breve habrá al menos tres o cuatro espacios en cadenas del grupo dedicados a asuntos de cocina: sobre tapas, sobre postres, sobre cocineros por el mundo... Incluso hay alguna apuesta sobre madres que cocinan, he oído.
3. La vuelta de Buenafuente. Voy a colgarme medallas, va. Fue publicar en mi libro ¿Y tú qué miras?, un capítulo dedicado a la ausencia de los late night en nuestra tele, reivindicarlo después en La Ventana, con Francino, y se obró el milagro: Buenafuente volvía a La Sexta con ese formato, el que mejor sabe hacer, el que tiene que hacer hasta que se jubile. Yo adoro a ese tipo por variadas razones (algunas son personales, así que no ha lugar). Y me alegra que haya vuelto: por mí (de pronto me veo como hace años, muerta ya de sueño, esperando su monólogo), por la industria (su programa necesita profesionales de esto, guionistas, técnicos, realizadores, maquilladores, cámaras), por el espectador (un late clásico demuestra madurez audiovisual). A Buenafuente se le da bien esto, es gracioso, inteligente, respetuoso y todo eso la pantalla lo sabe y lo amplifica. Pero yo me voy a quedar con otro rasgo de este catalán: la generosidad. Un presentador estrella generoso es capaz de quedarse en segundo plano para que sus compañeros de pupitre luzcan, crezcan y alcancen el estrellato, también: ahí esta Berto Romero (ante quien me rendí desde el minuto uno). Ahí está Jordi Évole, ahí están todos los personajes nacidos bajo su manto, como Santi Millán, como Silvia Abril, como Ana Morgade, como el Neng, como Chiquilicuatre, como Corbacho... Hace algún tiempo se puso de moda decir, "Buenafuente tiene que renovarse, no puede hacer siempre lo mismo". Lo decían muchos de los que consideran que los clásicos lates estadounidenses son lo mejor del mundo mundial. Ahí lo dejo.
4. Las series de ficción nacional. Pues sí, El tiempo entre costuras ha arrasado en audiencia, en crítica, en todooo. Tengo amigos realizadores, directores de fotografía con los que me encanta discutir sobre eso que solo ellos ven: un plano que no tocaba, un fallo, etc. Yo les pido que no sean tan remilgados y ellos me dicen que mira quién fue a hablar... Y así podemos instalarnos en un bucle. El caso es que esta serie de Antena 3, que a mí me ha gustado de verdad, ha sido un bombazo tal y como deseaban con desesperación la productora Boomerang (este ha sido su año, La voz, El tiempo, El Secreto de puente viejo...), la cadena, los anunciantes. Y ha demostrado que, con cierto esfuerzo económico y con tesón, se puede ir un poco más allá. Ha sido una serie sin subtramas con niños, basada en un best seller, un poco más cara de lo normal, con un rodaje complejo, con una actriz protagonista muy conocida (Adriana Ugarte al poder) con secundarios de relumbrón (Elvira Minguez, esa madre PERFECTA) y con otros tantos poco conocidos que han conseguido hacer dichosos a casi cinco millones de espectadores. Ha habido pocas novedades más en ficción (vamos a obviar Vivo cantando, ¿vale?), pero ha vuelto, y por la puerta grande, Isabel. Y acabó también por la misma puerta Gran Hotel. El próximo año se termina Aida, cuyo hueco será difícil de llenar, me parece a mí.
5. Pequeños hallazgos
Tras el verano llegó a La 2, Torres y Reyes. Y yo me reconcilié con la tele pública, tras el desencanto total del último año. Joaquín Reyes y Mara Torres presentan un programa digno de La 2, de lo público. Un programa nuevo. Con contenidos nuevos. Con ideas nuevas. Acude allí gente talentosa, con cosas interesantes que decir, que ya no va nunca a la tele, y mucho menos a la tele pública. Forman, Mara y Joaquín, una buena pareja televisiva. Que sigan, por favor, que sigan. Yo ya sé por qué lo digo...
También en La 2 he descubierto Cachitos, que no deja de ser un programa con trocitos de imágenes, programas de antes, gente de antes, pero tan bien resuelto, tan original, tan divertido (por favor, que contraten siempre al que escribe los rótulos que comentan, sobreimpresionados, las imágenes), que ha sido casi una cita obligada.
Viva La 2, pues. Con Imprescindibles, por ejemplo.
Destaco también El Objetivo, el programa de Ana Pastor en el que todos hacen periodismo: dan datos concretos, que han comprobado previamente, se hacen entrevistas a políticos y se les pregunta por lo que se les ha de preguntar, sin artificios alrededor y se apuesta por temas importantes, por encima de los interesantes. Periodismo, vaya.