Bernie Ecclestone, mandamás y controlador de casi todo el sistema de Fórmula Uno, acaba de ganar otra carrera. Ha pagado 74,5 millones de euros al tribunal de Baviera que le juzgaba (millones destinados al erario público bávaro) a cambio de ser absuelto en el juicio por corrupción en el que estaba envuelto desde el 24 de abril. El señor Ecclestone sobornó en 2007 con 33 millones de euros al señor Gerhard Gribkowski, del banco público bávaro Bayer LB para cerrar la venta de los derechos de la Fórmula Uno al fondo de inversión CVC Capital Partners, bajo égida del señor Ecclestone.
El juicio ha sido un escándalo con ribetes surrealistas. Al tribunal le ha bastado con que el acusado desembolse los millones. Ni siquiera le ha exigido que admitiera su culpabilidad. Un portavoz de la corte ha declarado que el señor Ecclestone "no ha sido ni absuelto ni condenado". Peculiaridades de la ley bávara. Otra característica -no exclusiva ésta de la justicia de aquellos pagos- es que el corruptor, Ecclestone, se va de rositas, mientras que al corrupto se le aplica otro baremo. El señor Gribkowski fue condenado en 2012 a ocho años y medio de cárcel... por el mismo tribunal que ha calificado al corruptor de "ni absuelto ni condenado".
Hay quien aprueba este comportamiento, quien defiende al capital tramposo e inteligente y justifica la burla de la ley. Es el caso de John Gapper ("Ecclestone is a chancer who has earned a final chance", Financial Times, 7-8-14), quien sostiene que "es duro imaginar a Mr Ecclestone como director de una empresa pública, teniendo que obedecer infinidad de normas y actuar de manera abierta y transparente".
Sin embargo, afortunadamente, la reacción de la gran mayoría de los medios de comunicación germanos ha sido de contundente rechazo del pacto y de crítica del procedimiento penal que "parece combinar la solemnidad de la justicia con la eficiencia del mercado". Han reaccionado contra el hecho de que la ley permita negociar el fin del proceso (no es posible apelar la decisión sobre Ecclestone) a cambio de dinero, si los jueces validan un acuerdo alcanzado entre la fiscalía y la defensa. Precisamente el Frankfurter Allgemeine Zeitung publica que la Fiscalía debería haber impulsado el juicio hasta el final y califica el pacto de "obsceno". El Bild sentencia : "Queridos jueces, su misión es buscar la verdad. Han cerrado el caso y nadie podrá conocerla". El Suddeutsche Zeitung escribe que "se ha alcanzado la cima en la historia reciente de la comercialización de la justicia. La consecuencia es la pérdida de confianza en la judicatura".
El señor Ecclestone -que, sin el acuerdo, podría haber recibido diez años de prisión- se muestra cínicamente satisfecho y declara al Bild: "En realidad, creo que el sistema capitalista es bueno. Así funcionan las cosas en Alemania. Obviamente es algo lamentable tener que pagar tanto dinero, pero peor sería no tenerlo".
Naturalmente, su cinismo se encuentra plenamente amparado por el sistema capitalista que él venera y que causó hace siete años la enorme crisis financiera, económica y social que aún nos agobia y que, pese a las promesas de reformas a los cuatro vientos proclamadas, continuamos sin ver. Justicia para los ricos y justicia para los pobres. Dobles raseros, dobles baremos. Rafael Poch, corresponsal de La Vanguardia en Frankfurt (símbolo y realidad del capitalismo financiero) escribió una magnífica crónica sobre este particular ("Alemania consagra la 'justicia de casino'", 18-10-09) pertinente para cerrar este post.
Decía Poch que mientras Ángela Merkel intentaba en las cumbres del G-20 moralizar los excesivos pagos extra a banqueros implicados en la crisis financiera, un tribunal de Frankfurt clarificaba la cuestión: dictaba sentencia dando la razón al ex jefe de inversiones del Dresdner Bank, Jens Neumann, que reclamaba un bono de millón y medio de euros, pese al desastre que su banco cosechó bajo su dirección (pérdidas especulativas en 2008 por valor de 6300 millones de euros). El banco fue absorbido por el Commerzbank, que a su vez tuvo que ser asistido por el Estado, que compró el 25% de sus acciones por 18.000 millones de euros del contribuyente, y en el contexto de miles de puestos de trabajo perdidos.
La sentencia ratificó la trayectoria de Herr Neumann, alegando que no pagarle el bono habría sido "una ruptura de la confianza contractual". Herr Neumann ni siquiera asistió al juicio. Envió a su abogado desde Chipre, paraíso fiscal donde reside. En 2008, este señor ya había cobrado otros tres millones en bonos. En torno a esos años hubo bastantes pleitos similares, en la mayoría de los cuales las sentencias fueron favorables a los banqueros.
Atención al doble rasero. En Alemania, y coincidiendo con el caso de Herr Neumann, tres casos judiciales que afectaron a simples mortales, no a banqueros, fueron resueltos de la siguiente manera. Una asistenta social de 58 años fue despedida del asilo en que trabajaba desde hacía 17 años por llevarse a casa seis albóndigas de las sobras del establecimiento. Por otro lado, una cajera de un supermercado berlinés fue despedida tras ser acusada de haberse quedado el importe del cupón de retorno de envases reintegrables de un cliente, valorado en 1,30 euros. Y finalmente, un empleado de una fábrica de Oberhausen fue asimismo despedido, tras catorce años de relación laboral, por cargar su teléfono móvil mientras trabajaba, lo que ocasionó a la empresa un gasto adicional estimado en 0,014 euros. ¿Justicia para ricos y justicia para pobres?
Tengo una duda y no sé cómo despejarla. Con todo lo que he relatado hasta ahora, ¿cómo es posible que el Eurobarómetro 2013 afirme que el 77% de los alemanes manifiesta que confía en la justicia? ¿Qué alemanes? ¿Los ricos o los pobres?
El juicio ha sido un escándalo con ribetes surrealistas. Al tribunal le ha bastado con que el acusado desembolse los millones. Ni siquiera le ha exigido que admitiera su culpabilidad. Un portavoz de la corte ha declarado que el señor Ecclestone "no ha sido ni absuelto ni condenado". Peculiaridades de la ley bávara. Otra característica -no exclusiva ésta de la justicia de aquellos pagos- es que el corruptor, Ecclestone, se va de rositas, mientras que al corrupto se le aplica otro baremo. El señor Gribkowski fue condenado en 2012 a ocho años y medio de cárcel... por el mismo tribunal que ha calificado al corruptor de "ni absuelto ni condenado".
Hay quien aprueba este comportamiento, quien defiende al capital tramposo e inteligente y justifica la burla de la ley. Es el caso de John Gapper ("Ecclestone is a chancer who has earned a final chance", Financial Times, 7-8-14), quien sostiene que "es duro imaginar a Mr Ecclestone como director de una empresa pública, teniendo que obedecer infinidad de normas y actuar de manera abierta y transparente".
Sin embargo, afortunadamente, la reacción de la gran mayoría de los medios de comunicación germanos ha sido de contundente rechazo del pacto y de crítica del procedimiento penal que "parece combinar la solemnidad de la justicia con la eficiencia del mercado". Han reaccionado contra el hecho de que la ley permita negociar el fin del proceso (no es posible apelar la decisión sobre Ecclestone) a cambio de dinero, si los jueces validan un acuerdo alcanzado entre la fiscalía y la defensa. Precisamente el Frankfurter Allgemeine Zeitung publica que la Fiscalía debería haber impulsado el juicio hasta el final y califica el pacto de "obsceno". El Bild sentencia : "Queridos jueces, su misión es buscar la verdad. Han cerrado el caso y nadie podrá conocerla". El Suddeutsche Zeitung escribe que "se ha alcanzado la cima en la historia reciente de la comercialización de la justicia. La consecuencia es la pérdida de confianza en la judicatura".
El señor Ecclestone -que, sin el acuerdo, podría haber recibido diez años de prisión- se muestra cínicamente satisfecho y declara al Bild: "En realidad, creo que el sistema capitalista es bueno. Así funcionan las cosas en Alemania. Obviamente es algo lamentable tener que pagar tanto dinero, pero peor sería no tenerlo".
Naturalmente, su cinismo se encuentra plenamente amparado por el sistema capitalista que él venera y que causó hace siete años la enorme crisis financiera, económica y social que aún nos agobia y que, pese a las promesas de reformas a los cuatro vientos proclamadas, continuamos sin ver. Justicia para los ricos y justicia para los pobres. Dobles raseros, dobles baremos. Rafael Poch, corresponsal de La Vanguardia en Frankfurt (símbolo y realidad del capitalismo financiero) escribió una magnífica crónica sobre este particular ("Alemania consagra la 'justicia de casino'", 18-10-09) pertinente para cerrar este post.
Decía Poch que mientras Ángela Merkel intentaba en las cumbres del G-20 moralizar los excesivos pagos extra a banqueros implicados en la crisis financiera, un tribunal de Frankfurt clarificaba la cuestión: dictaba sentencia dando la razón al ex jefe de inversiones del Dresdner Bank, Jens Neumann, que reclamaba un bono de millón y medio de euros, pese al desastre que su banco cosechó bajo su dirección (pérdidas especulativas en 2008 por valor de 6300 millones de euros). El banco fue absorbido por el Commerzbank, que a su vez tuvo que ser asistido por el Estado, que compró el 25% de sus acciones por 18.000 millones de euros del contribuyente, y en el contexto de miles de puestos de trabajo perdidos.
La sentencia ratificó la trayectoria de Herr Neumann, alegando que no pagarle el bono habría sido "una ruptura de la confianza contractual". Herr Neumann ni siquiera asistió al juicio. Envió a su abogado desde Chipre, paraíso fiscal donde reside. En 2008, este señor ya había cobrado otros tres millones en bonos. En torno a esos años hubo bastantes pleitos similares, en la mayoría de los cuales las sentencias fueron favorables a los banqueros.
Atención al doble rasero. En Alemania, y coincidiendo con el caso de Herr Neumann, tres casos judiciales que afectaron a simples mortales, no a banqueros, fueron resueltos de la siguiente manera. Una asistenta social de 58 años fue despedida del asilo en que trabajaba desde hacía 17 años por llevarse a casa seis albóndigas de las sobras del establecimiento. Por otro lado, una cajera de un supermercado berlinés fue despedida tras ser acusada de haberse quedado el importe del cupón de retorno de envases reintegrables de un cliente, valorado en 1,30 euros. Y finalmente, un empleado de una fábrica de Oberhausen fue asimismo despedido, tras catorce años de relación laboral, por cargar su teléfono móvil mientras trabajaba, lo que ocasionó a la empresa un gasto adicional estimado en 0,014 euros. ¿Justicia para ricos y justicia para pobres?
Tengo una duda y no sé cómo despejarla. Con todo lo que he relatado hasta ahora, ¿cómo es posible que el Eurobarómetro 2013 afirme que el 77% de los alemanes manifiesta que confía en la justicia? ¿Qué alemanes? ¿Los ricos o los pobres?