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¡No es un infarto, son gases!

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El virus Ébola, la gripe A, la dolencia de las vacas locas o cualquier noticia relacionada con enfermedades -sobre todo, si la información contiene incertidumbre, desconocimiento o falta de control sobre la misma- disparan en los hipocondriacos un nivel de ansiedad altísimo y provocan cientos de conductas altamente limitantes. Las personas hipocondriacas padecen un miedo irracional a padecer una enfermedad grave. Cualquier síntoma lo relacionan con las peores consecuencias: de una simple peca interpretan que puede ser un cáncer de piel. Si les duele el estómago, tienen un tumor, un dolor de cabeza puede ser la causa de un ictus y pinchazos en el pecho, un infarto. No solo sacan de contexto sus sensaciones corporales, sino que evitan todo lo que pueda provocarles una enfermedad grave. Este tipo de comportamientos, como dejar de relacionarse con quien crean que puede estar infectado, dejar de visitar hospitales por miedo al contagio de alguna enfermedad, utilizar mascarillas sin justificación o no tocar pomos ni sujeciones en autobuses o mobiliario público por miedo a contagiarse, les condiciona su vida y les genera altos niveles de sufrimiento.

El hipocondriaco realiza interpretaciones irracionales y catastróficas de sus síntomas físicos. Se escanea, busca cómo se siente, se chequea ante el espejo la tonalidad de blanco que tiene en la cara y en las ojeras o puntúa sus niveles de fatiga y cansancio. Su mundo se convierte en un monotema: la interpretación que tiene cada síntoma corporal. Convierte las reuniones familiares en momentos en los que solo se habla de enfermedades, consulta en Internet cada síntoma, en chats, foros, y llega a tener más conocimiento de la dolencia que muchos especialistas. De hecho, son capaces de recitarte con toda la palabrería técnica, los síntomas, medicamentos, tratamientos y desarrollo de muchas patologías.

La hipocondría es un tipo de obsesión y, como tal, debe ser tratada. Cierto es que no debemos ser imprudentes con los síntomas físicos, y que cuando una persona detecta un dolor fuera de lo normal o se siente enfermo, tiene que acudir al médico. Y huir de cualquier tipo de automedicación. Pero una vez que las pruebas pertinentes y tu médico te han dicho que no tienes nada, y por nada se entiende una enfermedad física, hay que trabajar el aspecto psicológico.

Los hipocondriacos terminan por desarrollar muchas veces enfermedades psicosomáticas, y realmente se encuentran mal. Su sistema nervioso ha desencadenado la respuesta de ansiedad y tienen síntomas como sudoración, falta de aire, problemas para conciliar el sueño, desarreglos del aparato digestivo, como diarreas y estreñimiento, dolores de cabeza, caída del pelo, brotes de psoriasis, etc. Son síntomas propias de la ansiedad, y es que es el propio miedo a padecer algo lo que desata esta sintomatología. Por eso se sienten tremendamente incomprendidos. El médico les dice que no tienen nada, pero ellos se sienten mal.

Muchos inician largas excursiones por todo tipo de especialistas, digestivos, cardiólogos, internistas, dermatólogos, etc., y terminan en la consulta de un psicólogo. Cada vez que se realizan un chequeo, se sienten aliviados y tranquilos. Pero en un periodo muy cortito de tiempo, vuelven a tener dudas sobre el mismo síntoma o síntomas distintos. Conozco pacientes que se han llegado a repetir una misma prueba seis veces en menos de tres meses, por lo privado, con el coste elevadísimo que eso supone. La ansiedad de poder padecer algo grave les lleva a realizar la prueba otra vez, y la obtención del resultado negativo, les refuerza. Esa es una razón por la cual ellos asocian la tranquilidad a cuando reciben resultados favorables.

Si te ves reflejado en esta descripción, puedes seguir los siguientes consejos:
  1. Descarta con tu médico, una sola vez, cualquier posibilidad de enfermedad grave.

  2. Deja de hablar de enfermedades, medicamentos y síntomas. Ni con tu familia, ni amigos ni especialistas.

  3. No busques más información en internet. Tanto el hecho de hablar con personas sobre los síntomas como buscar información, suelen dejarte tranquilo, por eso lo haces. Pero es una tranquilidad perecedera, porque al rato necesitas volver a tener esa seguridad buscando más averiguaciones.

  4. Practica alguna técnica de relajación o respiración que te ayude a reducir el nivel de miedo que provoca este tema.

  5. Aprende a convivir con la idea de que puedes enfermar, nos puede pasar a todos, es ley de vida. Y cuando eso ocurra, España está llena de médicos increíbles que te ayudarán y harán todo lo que puedan para curar lo que tengas.

  6. Acepta tus pensamientos. Aceptar significa todo lo contrario a lo que haces ahora. Ahora rumias, argumentas, buscas quedarte tranquilo, razonas, haces juicios de valor y sacas conclusiones que te dan paz. Pero, ¿algo te ha funcionado hasta ahora? No. Así que cada vez que te llegue un pensamiento catastrófico sobre enfermedades, puedes decirte algo tranquilizador: "Estoy teniendo un pensamiento que dice que esto es un cáncer, anda, pues vale". Y dejarlo estar, ni medio razonamiento más.

  7. Busca otro tema que te entretenga en el que focalizar tu atención. ¿Cuánto tiempo dedicas a pensar en tus molestias? Muchísimo. Inviértelo por favor en conductas que te aporten bienestar. Haz deporte, llama a amigos y queda con ellos, vete al cine, mira la tele, lee, cocina, lo que sea, pero que la temática no sea la enfermedad.

  8. Necesitas perder el miedo a estar enfermo. Así que, si el médico te ha dicho que no tienes nada, créetelo. Y sé un poco pasota con lo que pueda deparar el futuro: "Vale genial, igual algún día podré tener algo, perfecto, ahora voy a seguir paseando o haciendo la compra". Son tus argumentos y la importancia que le das a la enfermedad lo que provoca que se repita una y otra vez en tu cabeza. La diferencia entre tú y otra persona que está tranquila, no es el riesgo que corréis de contagiaros -es más o menos el mismo-, sino el valor que le dais a lo que pensáis. Mientras que la persona que está tranquila está en su casa disfrutando de todo, tú estás rumiando como una vaca sobre algo que no depende de ti.

  9. Deja de hacer rituales que la gente no suele hacer, como lavarte las manos más de lo habitual o ponerte en peligro en el autobús por no sujetarte.


No descartes ni ningunees nunca un síntoma desconocido o que sepas que puede ser algo grave. En ese caso visita a tu médico, pero deja de repetirte pruebas si te han dicho que no tienes nada físico. Dar vueltas a las cosas que no dependen de ti produce más sufrimiento que soluciones. El ébola, las vacas locas y la gripe aviar no dependen de lo mucho que te cuides o de que estés atento a las noticias. No conseguirás controlar nada.

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