Lo primero es ficción, lo último realidad. Es el mismo estilo que siguen en sus trabajos autores ingleses como Graham Greene y John Le Carré, y americanos como Robert Ludlum -autor de la saga Bourne- y Tom Clancy. De hecho, Ian Fleming se basó en el espía Yeo Thomas, héroe durante la Segunda Guerra Mundial, para fundamentar la personalidad de James Bond. Yo he rescatado a Mikel Lejarza, El Lobo, el espía especialista en infiltraciones más famoso de la historia de España, para crear un personaje de ficción al que he tenido la osadía de mantener el nombre. Eso sí, he perseguido que los hechos tengan la máxima verosimilitud. El propio Mikel me dijo tras leer el libro que "la gente se va a creer que la historia es real".
Aquí aparece el periodista de investigación, lo que dota al libro de un tinte especial que tienen los escritos de otros profesionales de la información y novelistas como Frederyck Forsyth o Ken Follet. He tratado de reflejar lo que hasta ahora no se había contado de la vida de El Lobo y de los grandes espías españoles y de otros países: el factor humano. ¿Cómo puede aguantar un espía estar 40 años infiltrándose continuamente? ¿Qué se siente cuando te hacen una operación de cirugía estética y pasas a ser otra persona? ¿Cómo reacciona al ser abandonado por su servicio secreto cuando es descubierto y le niegan cien veces? ¿Cómo sobrelleva la soledad?
Durante la elaboración de la novela tuve la suerte de hablar largo y tendido con Carlos Ramos Gascón, un sicólogo clínico especializado en estos temas, que me explicó lo que era la disociación, que obliga a infiltrados como Mikel a partir su cerebro en dos, un lado para guardar su personalidad real y otro para pensar como un terrorista o mafioso.
También me habló de los problemas de relación con mujeres, el hecho de que la libido se les apague o dispare con facilidad, o que esa personalidad especial resulte tremendamente atractiva para las mujeres, de ahí su fama de conquistadores.
Los espías, y en especial los españoles, no son como Mortadelo y Filemón, por mucho que a algunos les encante la comparación. Son personas que sufren, se juegan la vida y terminan pagando con enfermedades físicas esa obligación complicada de identificarse con sus enemigos -a los que espían- y desidentificarse con sus amigos. Estos supuestos amigos -policías, guardias civiles...-, desconocedores del trabajo que El Lobo ha estado haciendo durante 40 años -y sigue haciendo- al servicio del espionaje español, le dispararon a matar y hasta le metieron en prisión varias veces.
Lo que desconoce la gente es que la vida de espía de Mikel Lejarza no acabó con la infiltración en ETA que llevó a la cárcel a más de 200 terroristas. El Lobo siguió durante muchos años luchando contra ETA y posteriormente se infiltró en grupos de blanqueo de dinero, mafias de todo tipo y hasta ha colaborado en la lucha contra otros grupos terroristas. Su experiencia ha sido tan valorada fuera de nuestras fronteras que hasta ha mantenido contactos con agencias tan importantes como la CIA.
La novela es ficción, como no podía ser de otra manera, pero quien la lea encontrará la cara real, dura y sufrida que ha tenido que pasar El Lobo durante su carrera de espía. Una cara complicada que refleja la vida de muchos agentes oscuros que desde las sombras trabajan en las alcantarillas para permitir que el resto de ciudadanos cada día nos despertemos tranquilos.
El autor presentará el libro en el Ateneo de Madrid el miércoles 10 de septiembre a las 19.30 horas. Aquí tienes un adelanto de los cuatro primeros capítulos.
El Regreso de El Lobo, de Fernando Rueda by El Huffington Post