Hasta ahora hemos medido el desarrollo de una sociedad a través de la referencia de una serie de índices que hemos consideramos los más adecuados, indicadores que en esta época de crisis en la que estamos inmersos se han popularizado de tal forma entre la población que todos los días nos levantamos escuchando hablar, entre otros, de tasa de crecimiento del PIB, prima de riesgo y tasa de paro.
La utilización de estos índices de forma generalizada y aceptados por casi todos como los adecuados para medir el desarrollo puede llevar a error y a una percepción de la realidad equivocada, como se refleja en las declaraciones del presidente del gobierno: "No hablamos de brotes verdes, sino de raíces vigorosas", cuando esto no tiene repercusión en la gran mayoría de los ciudadanos.
El economista Jeremy Rifkin en su última publicación: La sociedad de coste marginal cero, considera equivocado medir el crecimiento con el valor de crecimiento del PIB, algo con lo que estoy completamente de acuerdo; puede haber crecimiento del PIB y aun así crecimiento del paro, crecimiento de las desigualdades, empeoramiento de los servicios públicos, aumento de la deuda.... En definitiva, no es muy correcto considerar esto como crecimiento.
Propongo que hagamos un ejercicio entre todos que sirva para definir un nuevo indicador que nos permita valorar el desarrollo de una región y de un país, bajo unos parámetros distintos a los utilizados hasta ahora, algo que ya se está haciendo, según Rifkin, en distintos organismos internacionales, países industrializados y en vías de desarrollo.
El índice debe ser el resultado de una ecuación que contenga una serie de parámetros que permitan valorar de forma adecuada el desarrollo presente y el potencial de desarrollo futuro, los términos deben ser ponderados de forma adecuada para obtener un resultado que pueda ser evaluable. Un sólo vistazo nos debe permitir saber si lo estamos haciendo bien o mal, e introducir las correcciones adecuadas en cada uno de los índices que forman parte de la fórmula para obtener un resultado positivo.
Algunos de los parámetros que creo imprescindibles dentro de esta fórmula: tasa de abandono escolar temprano, inversión en I+D, número de patentes, índice de pobreza, coeficiente de desigualdad, tasa de paro, renta per cápita, tasa de adultos bilingües, jornada laboral media, inversión en infraestructuras de mercancías, dependencia energética exterior, inversión pública en educación y sanidad, nivel de estudios de la población adulta, envejecimiento de la población, porcentaje de zonas protegidas, emisión de gases contaminantes, presión fiscal, salario mínimo interprofesional....
En esta lista todavía faltan muchos parámetros, y puede que algunos sobren. La inclusión o exclusión, además de la ponderación de cada uno de ellos, la decisión en que medida restan o suman -y si lo hacen en negativo o positivo- dependerán de las prioridades que se marque el diseñador de la formula, algunos no consideran prioritario que el desarrollo sea sostenible, y eliminaran las emisiones de gases contaminantes. Otros rechazarán el mantenimiento de los servicios públicos y eliminarán la inversión en educación y sanidad.
Propongo una fórmula bajo la óptica de una visión socialdemócrata del desarrollo, una sociedad que avance en derechos y no en la pérdida de los conseguidos, donde la prioridad sea un desarrollo equilibrado más que un crecimiento desorbitado que no reduzca las desigualdades. No solo es importante que salgamos de la crisis creciendo económicamente. El número de ricos y el número de pobres ha aumentado en los últimos años, lo que indica claramente que las cosas no se están haciendo bien. o mejor dicho, se están haciendo pensando en unos pocos a costa del resto de ciudadanos.
Rifkin indica en su libro que el sistema económico está sufriendo una transformación que irá a más en los próximos años, en la que el coste marginal tiende a cero en muchos casos, algo que se irá extendiendo poco a poco a todos los ámbitos. Esta nueva sociedad que está surgiendo necesita de nuevas soluciones y nuevas herramientas de análisis, porque de lo contrario podemos caer en el error de hacer análisis lejano a la realidad.
La utilización de estos índices de forma generalizada y aceptados por casi todos como los adecuados para medir el desarrollo puede llevar a error y a una percepción de la realidad equivocada, como se refleja en las declaraciones del presidente del gobierno: "No hablamos de brotes verdes, sino de raíces vigorosas", cuando esto no tiene repercusión en la gran mayoría de los ciudadanos.
El economista Jeremy Rifkin en su última publicación: La sociedad de coste marginal cero, considera equivocado medir el crecimiento con el valor de crecimiento del PIB, algo con lo que estoy completamente de acuerdo; puede haber crecimiento del PIB y aun así crecimiento del paro, crecimiento de las desigualdades, empeoramiento de los servicios públicos, aumento de la deuda.... En definitiva, no es muy correcto considerar esto como crecimiento.
Propongo que hagamos un ejercicio entre todos que sirva para definir un nuevo indicador que nos permita valorar el desarrollo de una región y de un país, bajo unos parámetros distintos a los utilizados hasta ahora, algo que ya se está haciendo, según Rifkin, en distintos organismos internacionales, países industrializados y en vías de desarrollo.
El índice debe ser el resultado de una ecuación que contenga una serie de parámetros que permitan valorar de forma adecuada el desarrollo presente y el potencial de desarrollo futuro, los términos deben ser ponderados de forma adecuada para obtener un resultado que pueda ser evaluable. Un sólo vistazo nos debe permitir saber si lo estamos haciendo bien o mal, e introducir las correcciones adecuadas en cada uno de los índices que forman parte de la fórmula para obtener un resultado positivo.
Algunos de los parámetros que creo imprescindibles dentro de esta fórmula: tasa de abandono escolar temprano, inversión en I+D, número de patentes, índice de pobreza, coeficiente de desigualdad, tasa de paro, renta per cápita, tasa de adultos bilingües, jornada laboral media, inversión en infraestructuras de mercancías, dependencia energética exterior, inversión pública en educación y sanidad, nivel de estudios de la población adulta, envejecimiento de la población, porcentaje de zonas protegidas, emisión de gases contaminantes, presión fiscal, salario mínimo interprofesional....
En esta lista todavía faltan muchos parámetros, y puede que algunos sobren. La inclusión o exclusión, además de la ponderación de cada uno de ellos, la decisión en que medida restan o suman -y si lo hacen en negativo o positivo- dependerán de las prioridades que se marque el diseñador de la formula, algunos no consideran prioritario que el desarrollo sea sostenible, y eliminaran las emisiones de gases contaminantes. Otros rechazarán el mantenimiento de los servicios públicos y eliminarán la inversión en educación y sanidad.
Propongo una fórmula bajo la óptica de una visión socialdemócrata del desarrollo, una sociedad que avance en derechos y no en la pérdida de los conseguidos, donde la prioridad sea un desarrollo equilibrado más que un crecimiento desorbitado que no reduzca las desigualdades. No solo es importante que salgamos de la crisis creciendo económicamente. El número de ricos y el número de pobres ha aumentado en los últimos años, lo que indica claramente que las cosas no se están haciendo bien. o mejor dicho, se están haciendo pensando en unos pocos a costa del resto de ciudadanos.
Rifkin indica en su libro que el sistema económico está sufriendo una transformación que irá a más en los próximos años, en la que el coste marginal tiende a cero en muchos casos, algo que se irá extendiendo poco a poco a todos los ámbitos. Esta nueva sociedad que está surgiendo necesita de nuevas soluciones y nuevas herramientas de análisis, porque de lo contrario podemos caer en el error de hacer análisis lejano a la realidad.