Miguel Boyer tenía un aire de distanciamiento entre intelectual francés y violinista austríaco que no hacía justicia al personaje. Como demostró con su vida, era un hombre de profundas convicciones: la represión franquista le hizo sacrificar una prometedora carrera de físico nuclear y hacerse economista. Su desempeño como superministro demostró que la economía salió ganando.
Compartí con Miguel Boyer los tormentosos y esperanzados tiempos del comienzo de la transición y de modo más intenso, nuestra común participación en el primer Gobierno González (1982-85). Nos cruzamos en el proceso de unidad socialista, su salida y reingreso al PSOE, así como su incorporación al grupo parlamentario en la legislatura de 1979, hasta su vuelta al Banco de España. Participamos con Ernest Lluch, Joaquin Almunia y Luis Solana, entre otros, en la resolución de la gran crisis bancaria de 1978 y en la preparación de la transición con la vitoria socialista de 1982.
Un Gobierno que se estrenó con la crónica de la intervención anunciada de RUMASA que le tocó apechar a él, inició el proceso de reconstrucción industrial, generalizó la educación y la sanidad en España y concluyó las negociaciones de ingreso en Comunidad Europea. Miguel Boyer gestionó con leve sonrisa irónica, pero con firmeza y rigor, la economía.
Nuestras relaciones no fueron fáciles, aunque nunca fueron tan malas como pretendió alguna prensa. Con la perspectiva que da el gran escultor que es el tiempo, me expliqué sobre ello en mis Memorias, publicadas después de su grave accidente de salud. No pude comentarlo con él, pero el emocionado abrazo que me dio cuando nos encontramos en el acto de recuerdo del 30 aniversario de nuestro Gobierno me demostró que nuestra vieja amistad seguía viva. Descanse en paz.
Compartí con Miguel Boyer los tormentosos y esperanzados tiempos del comienzo de la transición y de modo más intenso, nuestra común participación en el primer Gobierno González (1982-85). Nos cruzamos en el proceso de unidad socialista, su salida y reingreso al PSOE, así como su incorporación al grupo parlamentario en la legislatura de 1979, hasta su vuelta al Banco de España. Participamos con Ernest Lluch, Joaquin Almunia y Luis Solana, entre otros, en la resolución de la gran crisis bancaria de 1978 y en la preparación de la transición con la vitoria socialista de 1982.
Un Gobierno que se estrenó con la crónica de la intervención anunciada de RUMASA que le tocó apechar a él, inició el proceso de reconstrucción industrial, generalizó la educación y la sanidad en España y concluyó las negociaciones de ingreso en Comunidad Europea. Miguel Boyer gestionó con leve sonrisa irónica, pero con firmeza y rigor, la economía.
Nuestras relaciones no fueron fáciles, aunque nunca fueron tan malas como pretendió alguna prensa. Con la perspectiva que da el gran escultor que es el tiempo, me expliqué sobre ello en mis Memorias, publicadas después de su grave accidente de salud. No pude comentarlo con él, pero el emocionado abrazo que me dio cuando nos encontramos en el acto de recuerdo del 30 aniversario de nuestro Gobierno me demostró que nuestra vieja amistad seguía viva. Descanse en paz.