Me disponía a escribir un artículo sobre la desigualdad económica, a propósito del incremento tanto del número de millonarios como del paro y la pobreza, cuando me encontré con esta noticia: "Apple y Facebook financian la congelación de óvulos a las empleadas que lo soliciten". El objetivo del tal medida es, según la información, incrementar la presencia de mujeres en Silicon Valley, sin duda muy escasa en ambas compañías.
En ese preciso instante recordé a Monica de Oriol. ¿Cómo es posible que no se le haya ocurrido a ella, tan preocupada como está de las dificultades de las mujeres en edad fértil?
Lamentablemente, parece que muchas empresas todavía no han entendido que la maternidad, y también la paternidad, son realidades con las que debemos contar en la organización de la vida social, política, económica, cultural y, por supuesto, laboral. Las personas comemos, dormimos, descansamos, trabajamos ..., y además tenemos hijos e hijas, padres y madres, y hasta hermanas, hermanos, amigos y amigas, que requieren de nuestros cuidados.
Pero además, las criaturas son un bien común, una necesidad para la supervivencia y el desarrollo de nuestra sociedad y, por lo tanto, la maternidad y la paternidad solo pueden entenderse como una responsabilidad compartida. Por este motivo las dificultades para conciliar el empleo con el cuidado nunca pueden resolverse con la ausencia de las mujeres en el mercado de trabajo, con la frustración de nuestras carreras profesionales, ni mucho menos con la crianza como mejor tarea para nuestra jubilación, una vez terminada nuestra vida laboral.
Gran parte de la historia de las mujeres podría resumirse en las siguientes afirmaciones: hemos tenido criaturas a costa de nuestra vida. Hemos sufrido el paro y la dependencia económica, somos las más pobres entre los pobres y las menos ricas entre los ricos. Incluso, en estos momentos, tales afirmaciones están de clamorosa actualidad, tal y como nos muestran los últimos datos sobre la riqueza o los más recientes sobre del desempleo.
También forman parte de esa historia las grandes luchas obreras y feministas a partir de las cuales conseguimos construir el Estado del bienestar, una gran conquista que ha supuesto que el Estado se haga responsable de una parte del cuidado, precisamente porque asume, aunque sea de manera incipiente, la responsabilidad social sobre la maternidad. Desgraciadamente, en los últimos tiempos, la política de la derecha lo está dejando maltrecho, pero eso no significa que no sigamos creyendo en sus excelentes beneficios.
Tanto Apple, como Facebook, incluso Monica de Oriol, deberían entender que el modelo está inventado, se trata de pagar impuestos para contribuir a aquello que es un bien colectivo, y lo es el cuidado de las criaturas, y por lo tanto lo son las guarderías o escuelas infantiles, la educación, los comedores escolares, así como los derechos relativos a la corresponsabilidad de la vida familiar, laboral y personal de mujeres y hombres.
Es un modelo que ha funcionado y que ha dado buenos resultados en los países donde la inversión social ha sido importante, generando desarrollo económico y social, así como bienestar al conjunto de la ciudadanía.
También deberían entender que las mujeres tenemos derechos iguales a los hombres, seamos o no madres, y por lo tanto queremos tener una vida profesional y una jubilación satisfactoria. Para ello pagamos nuestros impuestos y cotizamos a lo largo de nuestra vida. Esto también forma parte del Estado del bienestar.
Tras esta reflexión, la conclusión respecto a la congelación de óvulos para facilitar el empleo de las mujeres, solo puede ser sustituir esta propuesta por otra que reclama mayor inversión pública en la atención y el cuidado que requieren las criaturas y las personas en situación de dependencia, así como políticas de igualdad para que hombres y mujeres puedan tener una carrera profesional a la vez que disfrutan de sus familias. Deberían pagarlo quienes tienen dinero para ello en lugar de buscar estratagemas para que seamos las mujeres quienes asumamos en exclusividad la maternidad a costa de renunciar a otros aspectos de nuestra vida.
Y por cierto, pretendía hablar de la desigualdad, del incremento de los ricos y también de los pobres, de este curioso mundo donde ocurren cosas que no sé cómo calificar, quizás obscenas, terribles, injustas, indignantes..., y efectivamente he terminado hablando de desigualdad, de la que seguimos sufriendo las mujeres a cuenta de la maternidad y otras cuestiones, una desigualdad que resulta igualmente obscena, terrible, injusta e indignante, y que está presente demasiado a menudo en nuestro día a día.
En ese preciso instante recordé a Monica de Oriol. ¿Cómo es posible que no se le haya ocurrido a ella, tan preocupada como está de las dificultades de las mujeres en edad fértil?
Lamentablemente, parece que muchas empresas todavía no han entendido que la maternidad, y también la paternidad, son realidades con las que debemos contar en la organización de la vida social, política, económica, cultural y, por supuesto, laboral. Las personas comemos, dormimos, descansamos, trabajamos ..., y además tenemos hijos e hijas, padres y madres, y hasta hermanas, hermanos, amigos y amigas, que requieren de nuestros cuidados.
Pero además, las criaturas son un bien común, una necesidad para la supervivencia y el desarrollo de nuestra sociedad y, por lo tanto, la maternidad y la paternidad solo pueden entenderse como una responsabilidad compartida. Por este motivo las dificultades para conciliar el empleo con el cuidado nunca pueden resolverse con la ausencia de las mujeres en el mercado de trabajo, con la frustración de nuestras carreras profesionales, ni mucho menos con la crianza como mejor tarea para nuestra jubilación, una vez terminada nuestra vida laboral.
Gran parte de la historia de las mujeres podría resumirse en las siguientes afirmaciones: hemos tenido criaturas a costa de nuestra vida. Hemos sufrido el paro y la dependencia económica, somos las más pobres entre los pobres y las menos ricas entre los ricos. Incluso, en estos momentos, tales afirmaciones están de clamorosa actualidad, tal y como nos muestran los últimos datos sobre la riqueza o los más recientes sobre del desempleo.
También forman parte de esa historia las grandes luchas obreras y feministas a partir de las cuales conseguimos construir el Estado del bienestar, una gran conquista que ha supuesto que el Estado se haga responsable de una parte del cuidado, precisamente porque asume, aunque sea de manera incipiente, la responsabilidad social sobre la maternidad. Desgraciadamente, en los últimos tiempos, la política de la derecha lo está dejando maltrecho, pero eso no significa que no sigamos creyendo en sus excelentes beneficios.
Tanto Apple, como Facebook, incluso Monica de Oriol, deberían entender que el modelo está inventado, se trata de pagar impuestos para contribuir a aquello que es un bien colectivo, y lo es el cuidado de las criaturas, y por lo tanto lo son las guarderías o escuelas infantiles, la educación, los comedores escolares, así como los derechos relativos a la corresponsabilidad de la vida familiar, laboral y personal de mujeres y hombres.
Es un modelo que ha funcionado y que ha dado buenos resultados en los países donde la inversión social ha sido importante, generando desarrollo económico y social, así como bienestar al conjunto de la ciudadanía.
También deberían entender que las mujeres tenemos derechos iguales a los hombres, seamos o no madres, y por lo tanto queremos tener una vida profesional y una jubilación satisfactoria. Para ello pagamos nuestros impuestos y cotizamos a lo largo de nuestra vida. Esto también forma parte del Estado del bienestar.
Tras esta reflexión, la conclusión respecto a la congelación de óvulos para facilitar el empleo de las mujeres, solo puede ser sustituir esta propuesta por otra que reclama mayor inversión pública en la atención y el cuidado que requieren las criaturas y las personas en situación de dependencia, así como políticas de igualdad para que hombres y mujeres puedan tener una carrera profesional a la vez que disfrutan de sus familias. Deberían pagarlo quienes tienen dinero para ello en lugar de buscar estratagemas para que seamos las mujeres quienes asumamos en exclusividad la maternidad a costa de renunciar a otros aspectos de nuestra vida.
Y por cierto, pretendía hablar de la desigualdad, del incremento de los ricos y también de los pobres, de este curioso mundo donde ocurren cosas que no sé cómo calificar, quizás obscenas, terribles, injustas, indignantes..., y efectivamente he terminado hablando de desigualdad, de la que seguimos sufriendo las mujeres a cuenta de la maternidad y otras cuestiones, una desigualdad que resulta igualmente obscena, terrible, injusta e indignante, y que está presente demasiado a menudo en nuestro día a día.