Ayer conocimos los datos de la EPA del último trimestre y de nuevo nos mostraron una peligrosa tendencia: si bien ha aumentado el empleo masculino, el femenino disminuye (en este trimestre hay 164.900 empleos más de varones y 13.900 menos de mujeres). Además, la brecha entre la tasa de paro masculina y femenina vuelve a hacerse cada vez más grande. Y lo que es aún más grave: muchas mujeres están saliendo del empleo, la población activa femenina ha descendido en más de 70.000 personas. Esto último sucede por primera vez en 40 años. Es lo que nadie cuenta, lo que Rajoy y el Gobierno ocultan cuando muestran triunfantes unos datos de mejora del empleo con demasiadas sombras, entre las que podemos destacar la pérdida de empleo femenino y la precariedad del empleo creado.
Los primeros años de la crisis parecieron no ser demasiado terribles para la igualdad. Sin embargo, con el tiempo vamos viendo lo efectos de reducir al mínimo el Estado del Bienestar, así como de aplicar unas políticas que dejan sin protección a las mujeres. Sin lugar a dudas, son las actuales políticas de empleo, los recortes y la terrible ausencia de políticas de igualdad las responsables de este desastre.
La reforma laboral ha dejado sin derechos a trabajadores y trabajadoras, y sin capacidad para la negociación a las organizaciones sindicales. Junto a ésta, la reducción de servicios educativos, como escuelas infantiles y comedores escolares, o la práctica eliminación de la ley de atención a la dependencia, están haciendo cada día más difícil la conciliación de la vida familiar y laboral a hombres y mujeres. Por no hablar de la reducción de los salarios, que está dejando a las familias sin capacidad económica para diseñar estrategias corresponsables de cuidado.
Pero hay otros motivos para entender la pérdida de empleo femenino y nos lo cuenta también la EPA: se ha reducido empleo en el sector público, como sabemos, tradicionalmente un espacio con importante presencia de mujeres. La pérdida de éste empleo es, una vez más, la lógica consecuencia de reducir presupuestos y servicios a la ciudadanía.
Y por supuesto, otra causa muy importantes es la falta de políticas de igualdad efectiva de mujeres y hombres. No hay impulso ni estímulo a la creación de empleo femenino desde el Gobierno, ni apoyo real a las mujeres emprendedoras. No existe apuesta alguna para acabar con la brecha salarial, exponente clarísimo de nuestra discriminación, ni compromiso con la corresponsabilidad.
El Gobierno desmantela el Instituto de la Mujer como organismo especializado y reduce sus presupuestos más de un 30%, olvidando que sólo las propuestas positivas y la incorporación de la igualdad como objetivo en todas las políticas públicas pueden erradicar la discriminación de las mujeres en nuestra sociedad.
Hace un tiempo, durante un debate, una gran amiga nos advertía: "Si no pedaleamos a favor de la igualdad, el retroceso será inminente". Ya ha llegado el momento de ese retroceso y los datos no dejan lugar a dudas. Son el resultado de las políticas de la derecha del PP que ha decido hacer su ajuste ideológico con los trabajadores y trabajadoras, con los ciudadanos y ciudadanas, y, por supuesto, con los servicios públicos. Un ajuste ideológico que elimina derechos y privatiza servicios y prestaciones públicas, y que tiene una nefasta consecuencia: el incremento de la desigualdad en nuestra sociedad.
Y ese ajuste ideológico, sin parangón durante los años de democracia, incluye algo fundamental dentro del planteamiento conservador de la derecha española, la pérdida de derechos y libertades por parte de las mujeres, a quienes una y otra vez se empeñan en indicarnos el camino de vuelta a casa.
Los primeros años de la crisis parecieron no ser demasiado terribles para la igualdad. Sin embargo, con el tiempo vamos viendo lo efectos de reducir al mínimo el Estado del Bienestar, así como de aplicar unas políticas que dejan sin protección a las mujeres. Sin lugar a dudas, son las actuales políticas de empleo, los recortes y la terrible ausencia de políticas de igualdad las responsables de este desastre.
La reforma laboral ha dejado sin derechos a trabajadores y trabajadoras, y sin capacidad para la negociación a las organizaciones sindicales. Junto a ésta, la reducción de servicios educativos, como escuelas infantiles y comedores escolares, o la práctica eliminación de la ley de atención a la dependencia, están haciendo cada día más difícil la conciliación de la vida familiar y laboral a hombres y mujeres. Por no hablar de la reducción de los salarios, que está dejando a las familias sin capacidad económica para diseñar estrategias corresponsables de cuidado.
Pero hay otros motivos para entender la pérdida de empleo femenino y nos lo cuenta también la EPA: se ha reducido empleo en el sector público, como sabemos, tradicionalmente un espacio con importante presencia de mujeres. La pérdida de éste empleo es, una vez más, la lógica consecuencia de reducir presupuestos y servicios a la ciudadanía.
Y por supuesto, otra causa muy importantes es la falta de políticas de igualdad efectiva de mujeres y hombres. No hay impulso ni estímulo a la creación de empleo femenino desde el Gobierno, ni apoyo real a las mujeres emprendedoras. No existe apuesta alguna para acabar con la brecha salarial, exponente clarísimo de nuestra discriminación, ni compromiso con la corresponsabilidad.
El Gobierno desmantela el Instituto de la Mujer como organismo especializado y reduce sus presupuestos más de un 30%, olvidando que sólo las propuestas positivas y la incorporación de la igualdad como objetivo en todas las políticas públicas pueden erradicar la discriminación de las mujeres en nuestra sociedad.
Hace un tiempo, durante un debate, una gran amiga nos advertía: "Si no pedaleamos a favor de la igualdad, el retroceso será inminente". Ya ha llegado el momento de ese retroceso y los datos no dejan lugar a dudas. Son el resultado de las políticas de la derecha del PP que ha decido hacer su ajuste ideológico con los trabajadores y trabajadoras, con los ciudadanos y ciudadanas, y, por supuesto, con los servicios públicos. Un ajuste ideológico que elimina derechos y privatiza servicios y prestaciones públicas, y que tiene una nefasta consecuencia: el incremento de la desigualdad en nuestra sociedad.
Y ese ajuste ideológico, sin parangón durante los años de democracia, incluye algo fundamental dentro del planteamiento conservador de la derecha española, la pérdida de derechos y libertades por parte de las mujeres, a quienes una y otra vez se empeñan en indicarnos el camino de vuelta a casa.