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Podemos se deja marcar el paso por la casta

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Podemos ha perdido la iniciativa. Desde la coronación de Pablo Iglesias en el teatro Nuevo Apolo, ha dejado de marcar su propio paso para seguir la senda a la que el poder político y mediático le está guiando. El discurso contra la casta no solo no ha sabido evolucionar, sino que se ha arrugado ante las acusaciones que los dos miembros más visibles del partido -Pablo Iglesias e Iñigo Errejón- han recibido en las últimas semanas. Con los resultados de las encuestas de intención de voto en la mano, cabe la pregunta: ¿qué necesidad tenían de entrar al trapo, si cada día PP y PSOE ofrecen argumentos a la ciudadanía para no votarles? El pequeño Nicolas, Mato o la Púnica les hacen el trabajo contra el partido de Rajoy, que sigue en caída libre como veremos en próximos días. Las cerebrales tesis de César Luena -menos mal que tiene asumido que el PSOE es el partido de moda-, la evolución de la Púnica-Psoe en Parla, más el futuro de Tomás Gómez y el cabreo de los barones socialistas porque PDR SCHZ no piensa más que en su imagen para las generales -insinúan que las municipales y autonómicas de mayo no parecen su problema- hacen que el despegue socialista sea más lento de lo deseado.

Podemos parece ser consciente de que necesita conquistar a la clase económica a la vez que sigue ampliando su masa de posibles votantes mediante el fervor en la calle. Un equilibrio complicado que les ha llevado a guarecerse a los cuarteles de invierno, a la espera de que el 31 de enero la calle vuelva a darles un chute de moral.

El primer error ha sido obedecer a las exigencias de un programa económico para demostrar que las líneas de su programa europeo son realizables y no la quimera de un grupo de recién llegados sin experiencia. Han caído en la trampa presentando un documento que internamente no satisface y en el que las bases más activas de Podemos no se sienten reflejadas. Encima ha cosechado decenas de críticas entre académicos y economistas. "Uno de los grandes éxitos de Podemos es haber mantenido una estrategia al margen de lo que le dijeran los demás, y ahora, producto de las encuestas o del acoso, en lugar de seguir su propia agenda han decidido ir a remolque de lo que les dice la gente que les ataca. Se han dedicado a responden a las críticas. Y eso puede ser el principio del fin. El éxito pasa por controlar el discurso", reflexiona el profesor de Sociología de la Complutense, Ignacio Urquizu. A lo que Pablo Soto, uno de los miembros más interesantes de la cúpula de Podemos, responde: "No creo que sea un cambio de ritmo ni un punto de inflexión en el que Podemos ha dejado de marcar su agenda. En Plaza Podemos se lleva hablando desde verano de la necesidad de coordinar las propuestas económicas para demostrar que sí se puede. ¿Cómo no se va a poder jubilar uno a los 65 años? ¿Cómo no se va a poder dar una renta a la gente que lo necesita, si hay más millonarios que antes de la crisis y el Ibex está en beneficios? El reparto de la riqueza tiene que ser más justo. Hay que hacer un programa para las generales, pero todavía ningún partido ha puesto nada encima de la mesa. Estamos marcando los tiempos. Este documento es una propuesta que se suma al debate interno y habrá algunas cosas que se cambien y otras que no. Aporta un poco de visión de que se puede construir un programa económico realista. No como el del PP, que si llega a poner en el programa que iba a destinar 100.000 millones a la banca no les habría votado nadie".

El segundo error ha sido amedrentarse ante la posibilidad de que en las tertulias televisivas, que hasta ahora tanto rédito habían dado a la formación, se les acuse de ser unos corruptos en potencia. El núcleo duro ha dado un paso atrás y mide con lupa sus intervenciones. Algunos hasta han desaparecido del mapa. Excepto la quedada de Monedero con Carmen Lomana, parece que se les hubiera tragado la tierra. Aunque igual es que codearse con la jet del papel couché es una manera de abrirse puertas en el universo de los poderosos. Una forma de transmitir la idea de que no deben dar tanto miedo, cuando a una señora que es la antítesis de Podemos, Monedero le ha resultado tan adorable como un osito de peluche. Y es que querer sentarse con el poder económico para demostrarles que no dan tanto miedo es el tercer error, pues están modulando su discurso para que todo el mundo les quiera tanto como Lomana. De momento, los más poderosos ya han tomado nota de que estos chicos de Podemos han mostrado dos programas "diferentes, uno de corte bolivariano y otro de corte nórdico, más moderado", como les reconoció el presidente de Repsol, Antonio Brufau. Eso sí, con el mensaje final de César Alierta, el de Telefónica, de que el poder siempre prefiere el bipartidismo, mientras Goirigolzarri (Bankia) desdramatizaba. Justo cuando los grandes entran, Podemos "inicia una política de repliegue y de rectificación porque se han visto desbordados. Lo precisan. Pero el apagón mediático del líder tiene sus riesgos. Su gente necesita una referencia, ese ha sido su éxito. Y si recurren al dios escondido de Freud, les dejan perdidos, es un riesgo", explica Juan José Toharia, catedrático de Sociología en la Autónoma y presidente de Metroscopia.

Enumerados parte de los errores, queda por ver si la convocatoria para el 31 de enero levantará los ánimos de sus líderes y sus bases, o quizá pueda ser otro error. Toharia es más cauto a la hora de acusarles de populistas al estilo de los dictadores que convocan grandes manifestaciones para reafirmarse, como han hecho desde varios sectores de los grandes partidos y grupos mediáticos. Pero sí que encuentra secuelas de la formación de sus líderes en la convocatoria del último día enero. "La manifestación muestra que la mayoría de sus líderes son de la izquierda. Y como tal, conocen el mecanismo de acción-reacción, y con la manifestación pretenden volver a ponerlo en marcha. Ahora bien, olvidan el hecho de que la gente tiene un tope emocional -eso le ocurre también a Mas en Catalunya-, y el ciudadano medio puede hartarse de que le recalienten sus emociones, pueden terminar incluso aburridos. La primera vez que protestamos por nuestros males nos fascina, ponemos toda la fuerza; la segunda, vamos a la protesta y nos resulta estupendo; a la tercera, nuestra emoción empieza a estar desgastada y se aburre". Faltan casi dos meses para el 31 de enero, pero si el goteo contra sus líderes continúa y estos siguen en el paso atrás, se abre una incógnita. Leve, pero incógnita.

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