Los paquistaníes tratan de recuperarse de la tragedia del ataque talibán en una escuela de Peshawar que dejó al menos 141 personas muertas, la mayoría niños, además de muchos heridos. Se ha producido un estallido de dolor en todo el mundo y los paquistaníes están visiblemente indignados. Pero la cuestión que subyace es si los militares paquistaníes y los líderes políticos pueden transformar el dolor y la indignación en una política clara que acabe con la reputación del país como víctima e imán de terroristas.
Incluso antes del incidente, Paquistán tenía una de las mayores cifras de víctimas a manos de terroristas. Alrededor de 19.700 civiles y 6.000 miembros del personal de seguridad han sido asesinados en actos de terrorismo relacionados con la violencia en Paquistán desde 2003. Pero el país se niega a desarrollar una estrategia clara para combatir o contener a los 33 grupos terroristas que se cree que operan en suelo paquistaní.
El último ataque es la respuesta talibán a la operación del ejército paquistaní contra el refugio terrorista en Waziristán del Norte, parte de la región tribal junto a la frontera con Afganistán. Los yihadistas de todo el mundo se han congregado en las zonas tribales para luchar como muyahidines contra los soviéticos en la década de los 80. Después de que se fueran los soviéticos, Paquistán utilizó a los milicianos para sus propios objetivos de expander la influencia de Paquistán en Afganistán, lo que llevó al ascenso talibán.
Después del 11-S, Paquistán cooperó con Estados Unidos para desalojar a los talibanes del poder en Kabul, para darles un santuario en su territorio. El general Pervez Musharraf, dictador militar entre 1999 y 2008, diseñó una política de escalas que diferenciaba entre varios grupos terroristas. Aunque muchos terroristas extranjeros (la mayoría árabes) asociados a Al-Qaeda fueron entregados a los Estados Unidos, los yihadistas locales, así como los talibanes afganos, quedaron libres. El apoyo encubierto a los talibanes afganos era una manera de prepararse para el abandono militar de Estados Unidos en Afganistán.
Aunque los talibanes afganos se hayan sentido en deuda con el servicio de inteligencia de Paquistán, los talibanes paquistaníes no tienen la misma sensación. Inspiradas en un principio por Al-Qaeda y después por el Estado Islámico, varias facciones de los talibanes paquistaníes han declarado la guerra contra el pueblo y el Estado de Paquistán. Las autoridades paquistaníes han sido constantes en sus salvajadas, pero no han mostrado la misma constancia en su respuesta hacia la amenaza.
En 2008, los militares paquistaníes acabaron con los talibanes del valle del Swat, hogar de la premio Nobel Malala Yousafzai. Hace poco, el nuevo jefe del ejército, Raheel Sharif ordenó que sus tropas entraran a Waziristán del Norte. Aunque los paquistaníes han dirigido y desplazado a varios grupos yihadistas asentados en áreas tribales, los terroristas mantienen la capacidad de reorganizar y reanudar las operaciones en otras partes del país.
El ataque salvaje en Peshawar demuestra la futilidad de atacar a un grupo de yihadistas mientras se deja a otros. No obstante, aún no existen signos de que Paquistán haya abandonado su política de acoger a grupos yihadistas para aumentar su influencia regional frente a India y Afganistán al tiempo que lucha contra otros.
El servicio militar y de inteligencia de Paquistán todavía mantiene la idea de que el país se enfrenta a una amenaza existencial de su gran vecina, India, de la que Paquistán se desgajó en 1947. La división de Paquistán y el nacimiento de Bangladés con apoyo de la India en 1971 siguen ensombreciendo la imaginación de la élite paquistaní.
A pesar de que la disuasión nuclear debería haber reforzado la confianza de Paquistán en sí mismo como nación, el país se siente ahora más inseguro que en sus primeros años. Los paquistaníes creen en las teorías conspiratorias según las cuales Estados Unidos, Israel e India quieren arrebatarles sus armas nucleares.
La militancia y el terrorismo yihadista tradicionalmente han permitido a Paquistán hacerse más fuerte y poderoso frente a India a través de un conflicto armado asimétrico. Durante la guerra contra los soviéticos, Paquistán utilizó dinero, armas y entrenamiento estadounidense no sólo para equipar a los combatientes para luchar contra los soviéticos en Afganistán, sino también para hacer crecer a las brigadas con milicianos en Cachemir, controlado por India.
La política de permitir a los grupos militares operar en suelo paquistaní ha sido desastrosa. Los milicianos yihadistas no aceptan las divisiones claras entre el conflicto global, regional y local. Una vez que se convenzan de la honradez de su causa, estarán dispuestos a luchar y a inmolarse en cualquier lugar. La mayor militancia unida a un declive considerable en la capacidad del Estado ha permitido que los grupos yihadistas de Paquistán siembren el caos, no sólo en India y Afganistán, sino también en Paquistán, y en sus simpáticos amigos, Irán y China.
Los extremistas islamistas y yihadistas se han beneficiado de la autoproclamación de Paquistán como un Estado islámico. Dada la centralidad del Islam en la identidad nacional paquistaní, a los líderes seculares les resulta difícil crear consenso nacional contra los grupos que se describen como soldados del Islam. Pero lo que necesita urgentemente Paquistán es un consenso contra la militancia. En varias ocasiones a lo largo de los últimos años, las atrocidades talibanes han provocado una respuesta negativa que después ha amainado como consecuencia de la propaganda contra India u Occidente.
En octubre de 2011, Hillary Clinton dijo a los oficiales paquistaníes: "No se puede guardar serpientes en el patio y esperar que sólo muerdan a tus vecinos". Su predicción de que "al final esas serpientes van a volverse contra quien las tenga en el patio" se ha cumplido con regularidad considerable. La masacre sinsentido de los estudiantes en Peshawar representa un nuevo nivel de las atrocidades en el comportamiento talibán. ¿Convencerá finalmente a los paquistaníes para perseguir a las serpientes de su patio?
Husain Haqqani, director del Instituto Hudson para Asia Central y del Sur, fue embajador de Paquistán para los Estados Unidos entre 2008 y 2011. También es autor de Magnificent Delusions: Pakistan, the United States and an Epic History of Misunderstanding [Grandiosos engaños: Paquistán, Estados Unidos y una historia épica de los malentendidos].
Este post fue publicado originalmente en THe World Post en la edición estadounidense de The Huffington Post y ha sido traducido del inglés por Marina Velasco Serrano
Incluso antes del incidente, Paquistán tenía una de las mayores cifras de víctimas a manos de terroristas. Alrededor de 19.700 civiles y 6.000 miembros del personal de seguridad han sido asesinados en actos de terrorismo relacionados con la violencia en Paquistán desde 2003. Pero el país se niega a desarrollar una estrategia clara para combatir o contener a los 33 grupos terroristas que se cree que operan en suelo paquistaní.
"La cuestión que es si los militares paquistaníes y los líderes políticos pueden transformar el dolor y la indignación en una política clara que acabe con la reputación del país como víctima e imán de terroristas".
El último ataque es la respuesta talibán a la operación del ejército paquistaní contra el refugio terrorista en Waziristán del Norte, parte de la región tribal junto a la frontera con Afganistán. Los yihadistas de todo el mundo se han congregado en las zonas tribales para luchar como muyahidines contra los soviéticos en la década de los 80. Después de que se fueran los soviéticos, Paquistán utilizó a los milicianos para sus propios objetivos de expander la influencia de Paquistán en Afganistán, lo que llevó al ascenso talibán.
Después del 11-S, Paquistán cooperó con Estados Unidos para desalojar a los talibanes del poder en Kabul, para darles un santuario en su territorio. El general Pervez Musharraf, dictador militar entre 1999 y 2008, diseñó una política de escalas que diferenciaba entre varios grupos terroristas. Aunque muchos terroristas extranjeros (la mayoría árabes) asociados a Al-Qaeda fueron entregados a los Estados Unidos, los yihadistas locales, así como los talibanes afganos, quedaron libres. El apoyo encubierto a los talibanes afganos era una manera de prepararse para el abandono militar de Estados Unidos en Afganistán.
Aunque los talibanes afganos se hayan sentido en deuda con el servicio de inteligencia de Paquistán, los talibanes paquistaníes no tienen la misma sensación. Inspiradas en un principio por Al-Qaeda y después por el Estado Islámico, varias facciones de los talibanes paquistaníes han declarado la guerra contra el pueblo y el Estado de Paquistán. Las autoridades paquistaníes han sido constantes en sus salvajadas, pero no han mostrado la misma constancia en su respuesta hacia la amenaza.
En 2008, los militares paquistaníes acabaron con los talibanes del valle del Swat, hogar de la premio Nobel Malala Yousafzai. Hace poco, el nuevo jefe del ejército, Raheel Sharif ordenó que sus tropas entraran a Waziristán del Norte. Aunque los paquistaníes han dirigido y desplazado a varios grupos yihadistas asentados en áreas tribales, los terroristas mantienen la capacidad de reorganizar y reanudar las operaciones en otras partes del país.
El ataque salvaje en Peshawar demuestra la futilidad de atacar a un grupo de yihadistas mientras se deja a otros. No obstante, aún no existen signos de que Paquistán haya abandonado su política de acoger a grupos yihadistas para aumentar su influencia regional frente a India y Afganistán al tiempo que lucha contra otros.
El servicio militar y de inteligencia de Paquistán todavía mantiene la idea de que el país se enfrenta a una amenaza existencial de su gran vecina, India, de la que Paquistán se desgajó en 1947. La división de Paquistán y el nacimiento de Bangladés con apoyo de la India en 1971 siguen ensombreciendo la imaginación de la élite paquistaní.
A pesar de que la disuasión nuclear debería haber reforzado la confianza de Paquistán en sí mismo como nación, el país se siente ahora más inseguro que en sus primeros años. Los paquistaníes creen en las teorías conspiratorias según las cuales Estados Unidos, Israel e India quieren arrebatarles sus armas nucleares.
La militancia y el terrorismo yihadista tradicionalmente han permitido a Paquistán hacerse más fuerte y poderoso frente a India a través de un conflicto armado asimétrico. Durante la guerra contra los soviéticos, Paquistán utilizó dinero, armas y entrenamiento estadounidense no sólo para equipar a los combatientes para luchar contra los soviéticos en Afganistán, sino también para hacer crecer a las brigadas con milicianos en Cachemir, controlado por India.
La política de permitir a los grupos militares operar en suelo paquistaní ha sido desastrosa. Los milicianos yihadistas no aceptan las divisiones claras entre el conflicto global, regional y local. Una vez que se convenzan de la honradez de su causa, estarán dispuestos a luchar y a inmolarse en cualquier lugar. La mayor militancia unida a un declive considerable en la capacidad del Estado ha permitido que los grupos yihadistas de Paquistán siembren el caos, no sólo en India y Afganistán, sino también en Paquistán, y en sus simpáticos amigos, Irán y China.
"El ataque salvaje en Peshawar demuestra la futilidad de atacar a un grupo de yihadistas mientras se deja a otros".
Los extremistas islamistas y yihadistas se han beneficiado de la autoproclamación de Paquistán como un Estado islámico. Dada la centralidad del Islam en la identidad nacional paquistaní, a los líderes seculares les resulta difícil crear consenso nacional contra los grupos que se describen como soldados del Islam. Pero lo que necesita urgentemente Paquistán es un consenso contra la militancia. En varias ocasiones a lo largo de los últimos años, las atrocidades talibanes han provocado una respuesta negativa que después ha amainado como consecuencia de la propaganda contra India u Occidente.
En octubre de 2011, Hillary Clinton dijo a los oficiales paquistaníes: "No se puede guardar serpientes en el patio y esperar que sólo muerdan a tus vecinos". Su predicción de que "al final esas serpientes van a volverse contra quien las tenga en el patio" se ha cumplido con regularidad considerable. La masacre sinsentido de los estudiantes en Peshawar representa un nuevo nivel de las atrocidades en el comportamiento talibán. ¿Convencerá finalmente a los paquistaníes para perseguir a las serpientes de su patio?
Husain Haqqani, director del Instituto Hudson para Asia Central y del Sur, fue embajador de Paquistán para los Estados Unidos entre 2008 y 2011. También es autor de Magnificent Delusions: Pakistan, the United States and an Epic History of Misunderstanding [Grandiosos engaños: Paquistán, Estados Unidos y una historia épica de los malentendidos].
Este post fue publicado originalmente en THe World Post en la edición estadounidense de The Huffington Post y ha sido traducido del inglés por Marina Velasco Serrano