Zurullo o mojón según la RAE es la porción compacta de excremento humano. El truño no es aceptado por la RAE, pero es, según la Frikipedia, todo cagallón del tamaño de un puño. Y ñordo es una pieza de mierda de consistencia sólida, según el diccionario andaluz Fíti tú, que además asevera que mojón, majada, mierda, truño, majá, jiñá, pringá, morterá, mojarra, plasta, cerullo, ensuciar, irse de varetas, son sinónimos de hacer caca. Y yo añado lo de plantar un pino, mientras que moñiga o boñiga hace referencia a excrementos animales, sobre todo vacunos, no humanos.
Espero sepan disculpar este escatológico comienzo y final, pero hoy en día, entre los padres con bebés a su cargo, es frecuente la observación y preocupación por las características organolépticas de la defecación del menor, no solo la frecuencia diaria mayor o menor, que si bien nos gustaría que fuera todos los días una, es sabido que en bebés lactantes es muy variable, entre seis o siete diarias cada vez que mama. Y que tampoco es raro, ni malo, el hacer una vez a la semana.
No solo la frecuencia de lo emitido sino también la calidad y textura es motivo de preocupación: líquida, semilíquida, plasta, plastelina, entreverada, consistente, chorizo o bolas de cabra, hay para todos. Y si bien la diarrea de deposiciones líquidas excesivas puede llevar a la deshidratación, si no viene compensada con una ingesta correspondiente, el resto de deposiciones van en relación al líquido ingerido y manejado. Si obra muy duro, entonces habrá que aumentar la ingesta de líquido o modificar la dieta, porque seguro que el puré está más seco que el ojo de un tuerto.
El olor es un ítem muy importante: eso de que la caquita de bebé huele a ángel es mentira. Una de dos, o los ángeles no existen o eso huele a mierda. Es verdad que lo que sale por detrás debe ser proporcional a lo que entra por la boca. Así, todo aquello ingerido saldrá más pronto o más tarde en una forma digerida. Si solo toma leche, lo esperable es un deposición líquida y con un olor característico a bebé cagado. Reconozco que es redundante y poco descriptivo. Un bebé cagado huele a caca de bebé, no es muy lúcido, pero no existen sumillers de cacas que nos puedan describir el aroma primario o secundario de los popós de bebé. Una caca que huele especialmente mal será a consecuencia de lo que haya comido: judías, garbanzos, coles, repollos, etc... tienen unos aromas dulzones propios.
Hemos hablado de textura y olor, así que tenemos que hablar de celiaquía con sus cacas excesivas, abundantes y malolientes, más aún si cabe de lo conocido. Es un caso especial, y origen creo yo del miedo paterno a las variaciones de calidad en el producto definitivo de lo que han invertido en alimentación infantil.
Cantidad, textura, olor, nos falta el color, muy importante, y que preocupa mucho. Se oye siempre eso de "caca verde, seguro que tiene una infección". Pues no, veamos las diferencias y cómo, para gustos, los colores. Empecemos con:
Blanco, mal digerido: una caca blanda no es alarmante, la próxima saldrá más bonita. Varios días con cacas blancas podrían suponer algún problema hepático. Pero un día o dos de cacas blancas son una indigestión sin más.
Amarillo a verde o marrón de cualquier tono: normales todas, nos gustan más los tonos mostaza, pero todas las variaciones entran dentro de la normalidad, y dependen de lo que haya comido el niño, la madre o del tiempo que lleve en el intestino el alimento ingerido. Y por supuesto, de las bacterias que conforman su flora intestinal.
Naranja: se ha puesto morado de zanahoria o de tomate.
Rojo: aquí saltan todas las alarmas, no debe haber rojo en las cacas, ¡que llamen a los Geos! Aunque no todo es igual, un esfuerzo al expulsar un megazurullo provoca una pequeña fisura que sangra por encima de la caca, o al limpiar el maltrecho culo. No hay problema. Si la sangre viene sucia y mezclada con moco, entonces hablamos de una disentería, una inflamación intestinal o gastroenteritis que nuestro pediatra sabrá manejar con maestría profesional.
Negro: igual a sangre digerida proveniente probablemente del estómago. Llamamos melenas a toda la caca negra y pegajosa. No confundir con cosas negras mezcladas con deposición normal, que son las semillas del kiwi o del plátano o que el niño se ha puesto hasta el culo de galletas oreo.
En cuanto al sabor, prefiero no entrar en el tema. Se lo dejo a Frank Cuesta, alias Frank de la Jungla, que en sus episodios ha probado el sabor de leones, rinocerontes y otros bichos. No sé si atreve con las de bebé.
La humanidad se divide en dos partes, nada de blancos o negros, hay otras razas, nada de altos o bajos, la mayoría somos intermedios. Ni siquiera en hombres y mujeres. En realidad, el mundo se divide en flotadores y no flotadores. La mitad de la humanidad ve flotar sus deposiciones, y la otra mitad se hunde cual plomizo metal en el fondo de la ciénaga. Depende de las bacterias intestinales propias que digieran la grasa de una forma o de otra. No tiene trascendencia médica.
Es extremadamente frecuente en las consultas de pediatría, y por supuesto en nuestro grupo de Facebook El médico de mi hijo, el que los padres aporten pruebas fehacientes en forma gráfica de los excrementos infantiles ante una incapacidad para la descriptiva verbal. Fotos que te alegran el desayuno mientras ojeas el grupo a ver cómo va, pestes que perduran y perduran en una tarde ajetreada de consulta para comprobar si eso que parece rojito en una esquina es que el bebé se desangró entero.
Para finalizar, y ya que cité el lenguaje, no quería dejar pasar en esta recopilación escatológica el cómo nos referimos a ello:
"Mi bebé caga dos veces al día". No me gusta, se me hace un poco duro. Me imagino al pobre crío ya con diarrea, suena fuerte y basto, aunque salga de una sensible boca maternal. Por otra parte, "mi bebé hace popó" me parece cursi, es como los eufemismos para describir los genitales femeninos. Me gusta más lo de que el bebé hace caca una, dos o lo que sea, pero sé que son cosas mías. A estas alturas me da igual, mojón, zurullo, ñordo, truño, cagallón o lo que sea.
La imagen pertenece al libro Escacalógico: diccionario enciclopédico de cacas, de Juan Díaz Faes, publicado por Yorokobu