Esta semana se cumplen 20 años del inicio de la campaña por la transparencia y el control del comercio de armas. ¡20 años! Parece mucho, pero no es tanto si miramos el tiempo que tardan los cambios políticos y sociales en producirse y asentarse. Hay picos, avances y retrocesos, cambios en las estrategias de quienes se benefician y tienen el poder sobre este comercio de muerte. Esta campaña ha sabido a adaptarse a ellos, y además, a hacerlo con éxito. 20 años que han dado como resultado que España sea el primer país del mundo que ha recogido la Regla de Oro en su legislación nacional. A través de ella se prohíbe transferir armas convencionales a otros países cuando van a ser utilizadas para cometer genocidios, crímenes de lesa humanidad o crímenes de guerra.
Esto es algo que nos llena de orgullo a las organizaciones- Amnistía, Fundación per la Pau, Greenpeace y Oxfam Intermon- que estamos detrás de la campaña y que sabemos, sin duda, que el resultado no hubiese sido posible sin las miles de personas que han apoyado esta causa con su aliento, energía, firma y recursos.
Esta campaña es, sin duda, un claro ejemplo de que para tener éxito se necesita contar con una visión a largo plazo y ser perseverantes, demostrando una fuerte convicción de que nuestro objetivo puede cambiar el destino de millones de personas. Cuando vemos a través de nuestro contacto con la realidad y en nuestras respuestas humanitarias lo que supone un arma, el ansia de justicia explica 20 años de trabajo. Las armas no son algo menor, indirecto, de grises. No. Las armas matan, hieren y destrozan vidas, sobre todo de civiles, de mujeres y niños, de hombres desarmados, de ancianos indefensos. Son el vehículo del odio, la venganza y la avaricia sin límite.
Lograr que el comercio de armas se regule a través de un instrumento internacional con carácter vinculante ha sido el primer signo de que el esfuerzo de miles de personas y organizaciones está cosechando sus frutos. El segundo será la entrada en vigor del Tratado de Comercio de Armas el 25 de diciembre después de que 50 países lo hayan ratificado, entre ellos España. A partir de ahí, habrá que conseguir la ratificación del resto de los 130 países. Estos éxitos no son nada desdeñables para una campaña con 20 años de vida.
Pero la campaña no termina aquí, y ahora iniciamos otra nueva etapa. Desde el 1 de enero, España será miembro durante dos años del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. En este tiempo, el Gobierno debe liderar la aplicación del Tratado y su fortalecimiento, estableciendo mecanismos sólidos de verificación, entre otras medidas. Docenas de conflictos nuevos y enquistados se nutren de este comercio que mata a más de medio millón de personas al año. No se me ocurre un objetivo más alto para este período en el Consejo de Seguridad, que el proteger a la población civil en los conflictos. Frenar aun más el comercio de armas es, sin lugar a dudas, el camino más corto.
Esto es algo que nos llena de orgullo a las organizaciones- Amnistía, Fundación per la Pau, Greenpeace y Oxfam Intermon- que estamos detrás de la campaña y que sabemos, sin duda, que el resultado no hubiese sido posible sin las miles de personas que han apoyado esta causa con su aliento, energía, firma y recursos.
Esta campaña es, sin duda, un claro ejemplo de que para tener éxito se necesita contar con una visión a largo plazo y ser perseverantes, demostrando una fuerte convicción de que nuestro objetivo puede cambiar el destino de millones de personas. Cuando vemos a través de nuestro contacto con la realidad y en nuestras respuestas humanitarias lo que supone un arma, el ansia de justicia explica 20 años de trabajo. Las armas no son algo menor, indirecto, de grises. No. Las armas matan, hieren y destrozan vidas, sobre todo de civiles, de mujeres y niños, de hombres desarmados, de ancianos indefensos. Son el vehículo del odio, la venganza y la avaricia sin límite.
Lograr que el comercio de armas se regule a través de un instrumento internacional con carácter vinculante ha sido el primer signo de que el esfuerzo de miles de personas y organizaciones está cosechando sus frutos. El segundo será la entrada en vigor del Tratado de Comercio de Armas el 25 de diciembre después de que 50 países lo hayan ratificado, entre ellos España. A partir de ahí, habrá que conseguir la ratificación del resto de los 130 países. Estos éxitos no son nada desdeñables para una campaña con 20 años de vida.
Pero la campaña no termina aquí, y ahora iniciamos otra nueva etapa. Desde el 1 de enero, España será miembro durante dos años del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. En este tiempo, el Gobierno debe liderar la aplicación del Tratado y su fortalecimiento, estableciendo mecanismos sólidos de verificación, entre otras medidas. Docenas de conflictos nuevos y enquistados se nutren de este comercio que mata a más de medio millón de personas al año. No se me ocurre un objetivo más alto para este período en el Consejo de Seguridad, que el proteger a la población civil en los conflictos. Frenar aun más el comercio de armas es, sin lugar a dudas, el camino más corto.