Si a los políticos se nos exige rigor en el desempeño de nuestra actividad, también se les tiene que pedir a otros poderes influyentes, como el conocido cuarto poder: periodistas y medios de comunicación. Aunque es normal que a nosotros se nos pida mucho más, al ser representantes públicos, elegidos con el voto de los ciudadanos. Por eso creo que cuando un periodista pierde la objetividad, pasa a ser opinador, que es algo muy respetable, pero bastante alejado del papel que debe desempeñar un profesional de la información.
Y esto es lo que creo que le pasa a Esther Palomera desde hace algún tiempo, por lo menos respecto al tema del PSOE y, de manera singular, a su secretario general, Pedro Sánchez. Y que nadie interprete en mis palabras que no respeto su opinión, que la respeto y considero, pero en lo que atañe a ambos temas, el partido y su líder, creo que hace meses, quizás por su propia voluntad, la periodista ha renunciado a la objetividad, y esto hace que lea sus artículos como propios de una opinadora con grandes prejuicios sobre Pedro Sánchez, que le impiden tener una visión no sesgada e imparcial. Cada uno puede sacar sus propias conclusiones leyendo todo lo que ha publicado Esther Palomera en este mismo medio.
Creo sinceramente que algunos de sus análisis, entre otras cosas, parten de una premisa confusa o incorrecta. Y es que Palomera confunde los diferentes procedimientos de elección de un secretario general: la elección a través de un congreso, por cientos de delegados que representan a miles de afiliados, y la elección por primarias con voto directo de los militantes, como ha sido el caso de Pedro Sánchez, que aunque pudiera parecer lo mismo, no lo es. En el primero de los casos, la legitimidad la da el voto de las delegaciones en el congreso. Por tanto, hay un mayor peso de los cabezas de delegación, que en la mayoría de los casos coinciden con los secretarios generales de las distintas federaciones. En cambio, en las primarias, la legitimidad la da el voto de los militantes. En el último congreso, el respaldo por primarias fue mayoritario para Pedro Sánchez y, además, fue con un alto índice de participación, lo que legitima mucho más el proceso.
Como conclusión saco que si alguien puede poner en duda o revocar el liderazgo del secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, son los militantes, que con su voto decidieron que se pusiera al frente del partido. Y teniendo en cuenta los datos, sigue contando con el apoyo de la mayoría de la militancia. Incluso me atrevería a decir que este apoyo ha aumentado en estos cinco meses que han pasado desde las primarias. Basta con constatar el grado de participación y el cálido ambiente con que está siendo acogido en las decenas de actos, encuentros y asambleas abiertas que Pedro ha celebrado en todas las comunidades autónomas desde que fue elegido en julio pasado. Esta misma sensación se puede percibir en las encuestas que de forma reiterada le dan una alta valoración como líder político de ámbito nacional, no solo entre los militantes y simpatizantes del PSOE, sino también entre la ciudadanía en general, situándolo entre los líderes políticos mejor valorados.
En estos cinco meses y, sobre todo, en los últimos días, se ha utilizado en muchos casos el argumento de la retirada de los apoyos de los que auparon a Pedro Sánchez a la Secretaría General del partido. Me considero un conocedor privilegiado de cómo se fraguó su candidatura, cómo fue creciendo y evolucionando, hasta terminar con la victoria en las primarias que le situó como secretario general del PSOE, y puedo asegurar, sin riesgo de equivocarme, que la mayoría de sus apoyos siguen intactos, y que cuenta con el apoyo de muchos que en un principio decidieron legítimamente apostar por otras candidaturas. Además, deseo reconocer el comportamiento exquisito y ejemplar de los otros dos candidatos, que han actuado durante todo este tiempo con respeto y lealtad hacia el secretario general.
Ante este análisis reconozco que habrá muchos que se pregunten por qué salen informaciones en los periódicos sobre posibles marejadas y discrepancias internas en el partido... El PSOE siempre ha sido un partido muy vivo y participativo, que transciende más allá del debate interno, propio de una organización que no solo cree y defiende la democracia, sino que la practica plenamente en su funcionamiento, con todas sus consecuencias. En el PSOE estamos protagonizando un proceso profundo de cambio, de regeneración, nos hemos puesto en marcha para cambiar por dentro el partido con el fin de abordar los cambios que necesita España. El corazón del partido socialista está latiendo con sus militantes, y sus dirigentes estamos viviendo con emoción y con sentimiento el proceso a través del cual recuperamos el ritmo, palpitando junto al sentir de los ciudadanos para recuperar su confianza.
Y esto es lo que creo que le pasa a Esther Palomera desde hace algún tiempo, por lo menos respecto al tema del PSOE y, de manera singular, a su secretario general, Pedro Sánchez. Y que nadie interprete en mis palabras que no respeto su opinión, que la respeto y considero, pero en lo que atañe a ambos temas, el partido y su líder, creo que hace meses, quizás por su propia voluntad, la periodista ha renunciado a la objetividad, y esto hace que lea sus artículos como propios de una opinadora con grandes prejuicios sobre Pedro Sánchez, que le impiden tener una visión no sesgada e imparcial. Cada uno puede sacar sus propias conclusiones leyendo todo lo que ha publicado Esther Palomera en este mismo medio.
Creo sinceramente que algunos de sus análisis, entre otras cosas, parten de una premisa confusa o incorrecta. Y es que Palomera confunde los diferentes procedimientos de elección de un secretario general: la elección a través de un congreso, por cientos de delegados que representan a miles de afiliados, y la elección por primarias con voto directo de los militantes, como ha sido el caso de Pedro Sánchez, que aunque pudiera parecer lo mismo, no lo es. En el primero de los casos, la legitimidad la da el voto de las delegaciones en el congreso. Por tanto, hay un mayor peso de los cabezas de delegación, que en la mayoría de los casos coinciden con los secretarios generales de las distintas federaciones. En cambio, en las primarias, la legitimidad la da el voto de los militantes. En el último congreso, el respaldo por primarias fue mayoritario para Pedro Sánchez y, además, fue con un alto índice de participación, lo que legitima mucho más el proceso.
Como conclusión saco que si alguien puede poner en duda o revocar el liderazgo del secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, son los militantes, que con su voto decidieron que se pusiera al frente del partido. Y teniendo en cuenta los datos, sigue contando con el apoyo de la mayoría de la militancia. Incluso me atrevería a decir que este apoyo ha aumentado en estos cinco meses que han pasado desde las primarias. Basta con constatar el grado de participación y el cálido ambiente con que está siendo acogido en las decenas de actos, encuentros y asambleas abiertas que Pedro ha celebrado en todas las comunidades autónomas desde que fue elegido en julio pasado. Esta misma sensación se puede percibir en las encuestas que de forma reiterada le dan una alta valoración como líder político de ámbito nacional, no solo entre los militantes y simpatizantes del PSOE, sino también entre la ciudadanía en general, situándolo entre los líderes políticos mejor valorados.
En estos cinco meses y, sobre todo, en los últimos días, se ha utilizado en muchos casos el argumento de la retirada de los apoyos de los que auparon a Pedro Sánchez a la Secretaría General del partido. Me considero un conocedor privilegiado de cómo se fraguó su candidatura, cómo fue creciendo y evolucionando, hasta terminar con la victoria en las primarias que le situó como secretario general del PSOE, y puedo asegurar, sin riesgo de equivocarme, que la mayoría de sus apoyos siguen intactos, y que cuenta con el apoyo de muchos que en un principio decidieron legítimamente apostar por otras candidaturas. Además, deseo reconocer el comportamiento exquisito y ejemplar de los otros dos candidatos, que han actuado durante todo este tiempo con respeto y lealtad hacia el secretario general.
Ante este análisis reconozco que habrá muchos que se pregunten por qué salen informaciones en los periódicos sobre posibles marejadas y discrepancias internas en el partido... El PSOE siempre ha sido un partido muy vivo y participativo, que transciende más allá del debate interno, propio de una organización que no solo cree y defiende la democracia, sino que la practica plenamente en su funcionamiento, con todas sus consecuencias. En el PSOE estamos protagonizando un proceso profundo de cambio, de regeneración, nos hemos puesto en marcha para cambiar por dentro el partido con el fin de abordar los cambios que necesita España. El corazón del partido socialista está latiendo con sus militantes, y sus dirigentes estamos viviendo con emoción y con sentimiento el proceso a través del cual recuperamos el ritmo, palpitando junto al sentir de los ciudadanos para recuperar su confianza.