Hoy hace exactamente una semana que unos mal nacidos nos atropellaron por detrás a Irene y a mí mientras caminábamos por la acera, a pocos metros para llegar a casa. La tragedia se consumó con el fallecimiento de mi novia debido al fuerte impacto del accidente. Yo desde ese día permanezco ingresado en una especie de Unidad de Cuidados Intensivos (Hunter Ward del Royal Berkshire Hospital) evolucionando favorablemente a varias fracturas craneales y dos piernas rotas, una de ellas partida por varios sitios y que ha requerido intervención quirúrgica. La recuperación corporal es fundamental para curar poco a poco otros daños emocionales que su familia y yo luchamos por aliviar a cada segundo.
Este es el primer día que tengo acceso a Internet y me siento un poquito mejor para agradeceros a todos el apoyo que me habéis ido transmitiendo por privado (Facebook, Whatsapp, etc.). Así como también a esos amigos que me vienen a visitar al hospital y cuya amistad común con Irene me conmueve y cautiva cada día más. Prometo responderos a todos en la medida en que mis fuerzas y mi todavía estado de conmoción me permitan.
He llorado mucho estos días. Sobre todo porque desde que recuperé el conocimiento en el suelo tras el atropello, no he tenido la oportunidad de ver a Irene ni despedirme a mi manera de ella.
Sólo sé que íbamos cogidos de la mano, sonriendo y felices, y que cuando desperté ya no estaba en mi campo de visión. Los equipos sanitarios y policías procedieron a cortar mi ropa, inmovilizarme y me trasladaron de inmediato al hospital. A Irene la llevaron a otro distinto en Oxford, bastante lejos de donde yo estoy. La cruel confirmación y desenlace de Irene la conocí dos días después por boca de mi madre, quien viajó desde Mallorca para ocuparse de mi delicado estado.
Dicho esto quiero empezar a dejar claro que una vez recupere la independencia, salga de peligro y esté en la calle, lucharé con todas mis fuerzas para conseguir que los culpables que han provocado este desgraciado incidente sean castigados con todo el peso de la Ley. Iniciaré una campaña de presión judicial y mediática solicitando "Justicia para Irene - Justice for Irene".
Quienes cometieron este asesinato venían haciendo carreras ilegales de coches desde varios kilómetros antes de estrellarse con nosotros; contra las dos únicas personas a esas horas de la noche que caminaban ajenos a lo que estos desgraciados criminales y el destino nos tenían preparado.
Ruego poder contar con vuestro apoyo para esto y os suméis a la causa con vuestra amistad y solidaridad.
Me va a costar una eternidad afrontar su perdida. Nadie puede hacerse una idea del grado de complicidad que nos unía, así como tampoco cuánto y cómo nos queríamos. Irene era un poco de todo: era mi amiga, mi novia, mi amante, mi editora, mi profesora, mi hija, mi madre... Mirar a mi alrededor y no verla sonreír, derrochando vida a borbotones, ocurriese lo que ocurriese, es lo más amargo que me queda por asimilar.
Tu cuerpo ya no está conmigo, pero tu alma vivirá por siempre en mí.
Ojalá pudiera pasarte el portátil ahora para que revisaras la publicación y me dieras, como siempre hacías, tu opinión al respecto. Ojalá no te gustase y pudiera editarlo toda la vida para borrar las malas noticias y así volver a estar contigo.
Te quiero, mi amor. Mi Princesa. Mi Reina.
Nota de la redacción:
Jonatan Bosque colgó este texto en Facebook el 4 de enero de 2015. El 27 de diciembre paseaba con su novia, Irene Rodríguez Caballero, por Caversham Road, en la ciudad británica de Reading, cuando un coche subió a la acera y les atropelló. Irene (36 años) murió al día siguiente en el Hospital John Radcliffe. Dos jóvenes de 23 y 26 años fueron detenidos por conducción peligrosa, según informa getreading.co.uk.