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El idilio de Brooklyn con Londres late con fuerza

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Brooklyn ganó cómodamente a Atlanta anoche en el O2 Arena de Londres. J.M.



El romance entre los Brooklyn Nets y Londres sigue vivo. Tres partidos en la capital inglesa y tres victorias que dejan claro que la relación entre la franquicia estadounidense y el Reino Unido pasa por un momento dulce. El romance se vio desde los primeros compases. Los aficionados que acudieron a un abarrotado O2 Arena aplaudían cada acción del equipo neoyorkino y silbaba a su rival, Atlanta. Inglaterra no es un país de tradición baloncestística, pero la jarana no cesó en toda la noche. Un conjunto que rozó la perfección y un buen número de celebrities maquillaron un partido sin historia.

El héroe fue Joe Johnson -quien anotó desde cualquier posición y ante cualquier defensor-, aunque el colectivo funcionó como casi nunca se ha visto en toda la temporada, ninguna pieza chirrió. Millsap, la estrella de los Hawks ante la ausencia de Al Horford, apretaba los dientes para que su rival no se despegara en el marcador: 27-31 reflejaba el electrónico al término de un primer cuarto que dejaba la sensación de que el partido sería un correcalles, que las defensas se habían tomado unas vacaciones aprovechando el viaje a Europa. Se avecinaba un torrente de puntos.

En esta locura el más favorecido era Brooklyn. Blatche, un suplente de lujo, martilleaba la pintura y causaba estragos desde el poste alto. No había forma de pararlo. Los Hawks añoraban a su jugador franquicia -Horford- y es que la diferencia en el rebote fue un auténtico drama: 40-28. El caudal de puntos de los Nets era imparable para el equipo de Mike Budenholzer, que si en algún momento estuvo en el partido fue por el carácter y el arrojo de los más jóvenes: Shelvin Mack y Mike Scott, con ganas de reivindicarse. Cuando los Nets subían una marcha Atlanta rogaba porque llegara la zona de avituallamiento.

Kevin Garnett, vitoreado por la hinchada, se mostró más acertado que en todo el año y se contagió de la buena sintonía que transmitió el equipo, muy fluido en la circulación del balón y encontrando tiros abiertos muy cómodos, como explicaba en la previa Teletovic, siempre había un tirador solo con varios segundos para armar el brazo.

Por su parte, Joe Johnson seguía a lo suyo. Que el 7 de los Nets es un anotador compulsivo ya lo sabíamos, pero en Londres tuvo uno de esos días donde ve el aro como una piscina olímpica. El escolta firmaría un 5/7 desde la línea de tres para un total de 26 puntos en esta primera mitad. Los titulares de los Hawks debían volver a la cancha. Louis Williams daba la réplica a un JoJo majestuoso.

El descanso no viró la dirección del encuentro. Pierce ponía la máxima (55-72) con un triple y una canasta característica, de las que lleva anotando toda la vida, su tiro clásico a cinco metros del aro. Brooklyn se iba y la reacción de Atlanta no llegaba. Ni agarrándose a Millsap ni a Teague aguantaban el tipo. De viejos rockeros tuvo que tirar el coach Budenholzer: Pero Antic y Elton Brand cerraban el grifo, o al menos disimulaban la escandalosa diferencia entre ambos equipos. 62-76. Una tímida reacción que pararía en seco Jason Kidd con un tiempo muerto.

Un 3+1 de Alan Anderson y otro triple desde la esquina de Paul Pierce devolvían las cosas a su estado natural (66-85). Los Nets compartían el balón, Garnett se fue al banquillo entre aplausos y el choque se convirtió en una pachanga. El sexto triple de Joe Johsnon, este sobre la bocina, disparaba la diferencia: 74-99. Moría el partido a falta de doce minutos. Los minutos de la basura llegaban antes de lo previsto.

El encuentro solo esperaba un triple de Korver que no llegaba. La racha de 107 choques al menos anotando uno corría serio peligro. Tuvo que ser al octavo intento cuando el triplista apareció para aportar algo de colorido a su mediocre actuación -y de paso contentar a la gente-. Todo lo contrario que otro especialista desde más allá del 6,75, Mirza Teletovic, quien se fue con un 3/3 y volvió a demostrarle a Kidd que tiene un hueco en el equipo.

Con el partido languideciendo, el último que se sumó al festival de triples de los Nets (16 en total) fue Jason Terry. Como aquel que pone una pica cuando pisa un nuevo territorio, nadie quería irse de Londres sin dejar su sello. El chorreo de puntos dejó el marcador en un elocuente 110-127.

El armazón siempre ha estado ahí, solo había que cohesionar las piezas, dar con la tecla exacta, y parece que tras tres meses de competición, por fin, Jason Kidd, lo ha conseguido.

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