Restablecer las relaciones diplomáticas entre Cuba y los Estados Unidos será un hecho sumamente positivo para las familias cubanas, para la coexistencia pacífica en un mundo globalizado, para el aumento del comercio bilateral y sobre todo, para la búsqueda de mayores espacios de libertad colectiva e individual de cada cubano.
En carta abierta enviada al presidente Obama, al presidente Castro y al papa Francisco el 17 de diciembre, los felicité por ese momento histórico tan esperado por los cubanos después de medio siglo. Ni el odio ni los embargos construyen nada; es a través del diálogo y de la aceptación de las diferencias mutuas que cada parte se enriquece y crece.
A partir de esa Carta, surgió #YoTambienExijo, una plataforma ciudadana voluntaria y sin afiliación a partidos políticos. A partir de la frase clave de la misiva, "Yo Exijo", los cubanos están demandando el cumplimiento de sus derechos civiles, políticos, económicos y culturales. ¿Por qué? Porque no es posible hablar de futuro si no se tiene en cuenta la opinión de los cubanos y sus derechos, no es saludable que una sociedad piense exclusivamente en una posible mejoría económica. No es saludable que pensemos que el único destino de los cubanos es ser consumidores.
Es urgente que la sociedad civil cubana se fortalezca y discuta en ambientes de pluralidad qué concepto y destino de Nación quiere para sí misma. Es urgente que cada cubano pueda hablar por sí mismo por fuera de las instituciones oficiales establecidas durante más de medio siglo de Guerra Fría. Y que de ese debate surjan nuevas estructuras, instituciones, leyes y derechos que le garanticen felicidad, calidad de vida, soberanía y bienestar en los próximos años. Es urgente que los cubanos sean ciudadanos.
Yo exijo como cubana que se nos deje saber cuáles son los planes con nuestras vidas, que se establezca como parte de esta nueva etapa un proceso de transparencia política en donde tengamos todos un espacio de participación y el derecho a tener una opinión diferente que no sea castigada.
Haber propuesto una performance artística en la Plaza de la Revolución de La Habana el día 30 de diciembre es un ejemplo de arte político. El arte político es incómodo, jurídicamente incómodo, cívicamente incómodo, humanamente incómodo. Nos afecta. El arte político es conocimiento incómodo.
He escuchado muchas veces en Cuba que no es el momento adecuado para hacer una crítica o para usar una metáfora o para hacer una obra. Muchas veces, como artista me autocensuré ante esas palabras que mágicamente culpabilizan una duda o una opinión. Hoy sé que el momento adecuado para un artista es SIEMPRE, pero sobre todo cuando se ponen en suspensión las maneras de evaluar lo social y lo humano. El momento adecuado no puede ser una directiva gubernamental porque eso sería hacer propaganda y no arte. El artista estaría al servicio de un Gobierno y no de una sociedad.
Estoy convencida de que ahora es el momento adecuado para que el debate salga de las oficinas de los presidentes y abarque a toda la sociedad, pues las decisiones políticas más importantes sobre la vida cotidiana de los cubanos todavía no están implementadas.
Los cambios en Cuba no pueden ser reales si la decisión viene desde arriba y se informa y se tiene que aceptar. Los cambios en Cuba no pueden ser reales si una opinión diferente se da cuando el Gobierno lo indica. Los cambios en Cuba no pueden ser reales si lo cubanos tienen miedo a ciertas palabras, como por ejemplo Derechos Humanos. Los cambios en Cuba no pueden ser reales si el cubano tiene miedo a que una opinión lo deje sin empleo. Los cambios en Cuba no pueden ser reales si lo que le interesa a los Gobiernos es el dinero de sus ciudadanos y no sus ideas.
El anuncio del 17 de diciembre ha sido muy positivo porque creó un nuevo "imaginario político" (un término desarrollado en profundidad por Hanna Arendt y Cornelius Castoriadis). Ahora hay que luchar para que ese imaginario no sea limitado con viejas conductas y nuevas censuras porque Cuba no puede abrirse al mundo sin abrirse a los cubanos.
En carta abierta enviada al presidente Obama, al presidente Castro y al papa Francisco el 17 de diciembre, los felicité por ese momento histórico tan esperado por los cubanos después de medio siglo. Ni el odio ni los embargos construyen nada; es a través del diálogo y de la aceptación de las diferencias mutuas que cada parte se enriquece y crece.
A partir de esa Carta, surgió #YoTambienExijo, una plataforma ciudadana voluntaria y sin afiliación a partidos políticos. A partir de la frase clave de la misiva, "Yo Exijo", los cubanos están demandando el cumplimiento de sus derechos civiles, políticos, económicos y culturales. ¿Por qué? Porque no es posible hablar de futuro si no se tiene en cuenta la opinión de los cubanos y sus derechos, no es saludable que una sociedad piense exclusivamente en una posible mejoría económica. No es saludable que pensemos que el único destino de los cubanos es ser consumidores.
Es urgente que la sociedad civil cubana se fortalezca y discuta en ambientes de pluralidad qué concepto y destino de Nación quiere para sí misma. Es urgente que cada cubano pueda hablar por sí mismo por fuera de las instituciones oficiales establecidas durante más de medio siglo de Guerra Fría. Y que de ese debate surjan nuevas estructuras, instituciones, leyes y derechos que le garanticen felicidad, calidad de vida, soberanía y bienestar en los próximos años. Es urgente que los cubanos sean ciudadanos.
Yo exijo como cubana que se nos deje saber cuáles son los planes con nuestras vidas, que se establezca como parte de esta nueva etapa un proceso de transparencia política en donde tengamos todos un espacio de participación y el derecho a tener una opinión diferente que no sea castigada.
Haber propuesto una performance artística en la Plaza de la Revolución de La Habana el día 30 de diciembre es un ejemplo de arte político. El arte político es incómodo, jurídicamente incómodo, cívicamente incómodo, humanamente incómodo. Nos afecta. El arte político es conocimiento incómodo.
He escuchado muchas veces en Cuba que no es el momento adecuado para hacer una crítica o para usar una metáfora o para hacer una obra. Muchas veces, como artista me autocensuré ante esas palabras que mágicamente culpabilizan una duda o una opinión. Hoy sé que el momento adecuado para un artista es SIEMPRE, pero sobre todo cuando se ponen en suspensión las maneras de evaluar lo social y lo humano. El momento adecuado no puede ser una directiva gubernamental porque eso sería hacer propaganda y no arte. El artista estaría al servicio de un Gobierno y no de una sociedad.
Estoy convencida de que ahora es el momento adecuado para que el debate salga de las oficinas de los presidentes y abarque a toda la sociedad, pues las decisiones políticas más importantes sobre la vida cotidiana de los cubanos todavía no están implementadas.
Los cambios en Cuba no pueden ser reales si la decisión viene desde arriba y se informa y se tiene que aceptar. Los cambios en Cuba no pueden ser reales si una opinión diferente se da cuando el Gobierno lo indica. Los cambios en Cuba no pueden ser reales si lo cubanos tienen miedo a ciertas palabras, como por ejemplo Derechos Humanos. Los cambios en Cuba no pueden ser reales si el cubano tiene miedo a que una opinión lo deje sin empleo. Los cambios en Cuba no pueden ser reales si lo que le interesa a los Gobiernos es el dinero de sus ciudadanos y no sus ideas.
El anuncio del 17 de diciembre ha sido muy positivo porque creó un nuevo "imaginario político" (un término desarrollado en profundidad por Hanna Arendt y Cornelius Castoriadis). Ahora hay que luchar para que ese imaginario no sea limitado con viejas conductas y nuevas censuras porque Cuba no puede abrirse al mundo sin abrirse a los cubanos.