Con el anuncio del abandono de los sondeos de Repsol en Canarias, me vienen a la cabeza las miradas de mucha gente. Miradas tristes y desesperadas que ahora destellan luz de esperanza. Muchas personas que iniciaron una lucha mucho antes de que la mayoría conociera el problema, allá en 2001. Sin apoyos, sin cobertura mediática, consiguieron colocar esta batalla entre las más compartidas de todas las peleas en defensa de los bienes colectivos que ha vivido Canarias.
Cuando el Gobierno del Partido Popular retomó el expediente de Repsol, muchas personas, asociaciones, plataformas, y entre todas ellas la Federación Ben Magec - Ecologistas en Acción, decidieron reemprender la lucha. Los argumentos contra las prospecciones se iban enriqueciendo a medida que más personas, más colectivos técnicos, científicos, sociales, empresariales, decidían sumarse en la defensa de lo común, del patrimonio natural del que vivimos y que nos sustenta.
Ahora me viene a la cabeza la gente que ha dedicado el esfuerzo más importante de su vida a una causa común, a costa de horas de sueño, de estudio, de reuniones, de dinero propio invertido, de imaginación... Abogados que han dedicado días de trabajo gratuito a escribir decenas de páginas de alegaciones y denuncias dirigidas a todas las instancias. Portavoces de los colectivos sociales que se han visto implicadas en la vorágine mediática, a costa de su tiempo y de su imagen pública. Los propios colectivos sociales que han asumido el coste de los recursos judiciales, de las acciones emprendidas, de las multas impuestas por un Estado con prácticas cada vez más represivas. Y los cientos de miles de personas que convirtieron la fecha del 7 de junio de 2014 en el día en el que se celebraron las manifestaciones más multitudinarias de la historia de Canarias.
Superando insularidades, despotismos y ataques a los derechos democráticos más básicos de la ciudadanía
Me acuerdo de las artimañas que ha utilizado el Partido Popular, con el ministro José Manuel Soria a la cabeza, para eludir a toda esta gente, todo su saber, todo su genio... Ahí están los informes técnicos tergiversados, los anuncios importantes expuestos públicamente en el mes de agosto del año 2013 (como ocurrió con el Estudio de Impacto Ambiental), o del año 2014 (como ocurrió con la autorización definitiva de las prospecciones), en pleno verano, cuando la mayoría de instituciones y organizaciones cuentan con pocas capacidades. Recuerdo con rabia las contundentes declaraciones del ministro Soria anunciando que las prospecciones se harían a pesar de todo, insultando y ridiculizando a cualquiera que emitiera una opinión contraria.
Veo a la gente que convirtió la lucha por la defensa de su mar en la lucha por la defensa de todos los océanos. Que consiguió que las prospecciones en Canarias se convirtieran en una bandera por un nuevo modelo energético que respetara los derechos de todos los pueblos. Veo a la gente que entró en contacto con otras gentes también afectadas en Sudamérica, en el Sáhara ocupado, en muchos otros puntos del Estado español, estableciendo alianzas de apoyo mutuo.
Gente que no sucumbió y que seguía reuniéndose a pesar de que sabía que Repsol ya iba por los 500, por los 1.000, por los 1.500, por los 2.000 metros de herida perforada bajo el mar... Y que procuraban encontrar argumentos para no abandonar.
Porque sabían que los hay, y que son tan consistentes que no hay negociación posible. Había que seguir a pesar de todo, a pesar del deterioro democrático, a pesar del despotismo, a pesar de que, tristemente pareciera que la única vía de salida pasara por el propio resultado de los sondeos.
Me vienen todos estos recuerdos a la cabeza después de conocer que Repsol abandonará los sondeos. Las reservas de hidrocarburos encontradas no son rentables para la explotación, como han reconocido los responsables de la empresa. La Naturaleza los ha puesto en su sitio, obligándoles a abandonar un peligroso experimento. Pero también les ha desanimado la fuerte movilización social, como demuestra que no utilizaran todos los permisos concedidos. De todo eso me acuerdo hoy mientras me pregunto cuándo dejarán de hundirse, buscando petróleo hasta dentro de las piedras, y empezarán a mirar hacia arriba, allí donde brilla el sol.
Cuando el Gobierno del Partido Popular retomó el expediente de Repsol, muchas personas, asociaciones, plataformas, y entre todas ellas la Federación Ben Magec - Ecologistas en Acción, decidieron reemprender la lucha. Los argumentos contra las prospecciones se iban enriqueciendo a medida que más personas, más colectivos técnicos, científicos, sociales, empresariales, decidían sumarse en la defensa de lo común, del patrimonio natural del que vivimos y que nos sustenta.
Ahora me viene a la cabeza la gente que ha dedicado el esfuerzo más importante de su vida a una causa común, a costa de horas de sueño, de estudio, de reuniones, de dinero propio invertido, de imaginación... Abogados que han dedicado días de trabajo gratuito a escribir decenas de páginas de alegaciones y denuncias dirigidas a todas las instancias. Portavoces de los colectivos sociales que se han visto implicadas en la vorágine mediática, a costa de su tiempo y de su imagen pública. Los propios colectivos sociales que han asumido el coste de los recursos judiciales, de las acciones emprendidas, de las multas impuestas por un Estado con prácticas cada vez más represivas. Y los cientos de miles de personas que convirtieron la fecha del 7 de junio de 2014 en el día en el que se celebraron las manifestaciones más multitudinarias de la historia de Canarias.
Superando insularidades, despotismos y ataques a los derechos democráticos más básicos de la ciudadanía
Me acuerdo de las artimañas que ha utilizado el Partido Popular, con el ministro José Manuel Soria a la cabeza, para eludir a toda esta gente, todo su saber, todo su genio... Ahí están los informes técnicos tergiversados, los anuncios importantes expuestos públicamente en el mes de agosto del año 2013 (como ocurrió con el Estudio de Impacto Ambiental), o del año 2014 (como ocurrió con la autorización definitiva de las prospecciones), en pleno verano, cuando la mayoría de instituciones y organizaciones cuentan con pocas capacidades. Recuerdo con rabia las contundentes declaraciones del ministro Soria anunciando que las prospecciones se harían a pesar de todo, insultando y ridiculizando a cualquiera que emitiera una opinión contraria.
Veo a la gente que convirtió la lucha por la defensa de su mar en la lucha por la defensa de todos los océanos. Que consiguió que las prospecciones en Canarias se convirtieran en una bandera por un nuevo modelo energético que respetara los derechos de todos los pueblos. Veo a la gente que entró en contacto con otras gentes también afectadas en Sudamérica, en el Sáhara ocupado, en muchos otros puntos del Estado español, estableciendo alianzas de apoyo mutuo.
Gente que no sucumbió y que seguía reuniéndose a pesar de que sabía que Repsol ya iba por los 500, por los 1.000, por los 1.500, por los 2.000 metros de herida perforada bajo el mar... Y que procuraban encontrar argumentos para no abandonar.
Porque sabían que los hay, y que son tan consistentes que no hay negociación posible. Había que seguir a pesar de todo, a pesar del deterioro democrático, a pesar del despotismo, a pesar de que, tristemente pareciera que la única vía de salida pasara por el propio resultado de los sondeos.
Me vienen todos estos recuerdos a la cabeza después de conocer que Repsol abandonará los sondeos. Las reservas de hidrocarburos encontradas no son rentables para la explotación, como han reconocido los responsables de la empresa. La Naturaleza los ha puesto en su sitio, obligándoles a abandonar un peligroso experimento. Pero también les ha desanimado la fuerte movilización social, como demuestra que no utilizaran todos los permisos concedidos. De todo eso me acuerdo hoy mientras me pregunto cuándo dejarán de hundirse, buscando petróleo hasta dentro de las piedras, y empezarán a mirar hacia arriba, allí donde brilla el sol.