Bien, veamos. Este no es un post sobre Gran Hermano Vip. Entre nosotros: paso ya de hacer determinados análisis. A estas alturas ya lo sabemos: es un programa penoso para muchos (me incluyo), y divertido y estimulante para los que lo ven, supongo. Paso, de verdad.
Así que vamos al tema. Como muchos de los lectores de este post NO VEIS LA TELEVISIÓN (o al menos, no la tele rancia: sois gente que lee y bla bla bla y no tiene tiempo para mierdas y bla bla bla...), tendré que poneros en antecedentes. Los Chunguitos entraron el domingo en Gran Hermano Vip y ayer, tras haber dejado perlas insoportables en el estercolero, fueron expulsados del concurso.... Bueno, bueno, expulsados, expulsados, no. Luego lo vemos.
Razones para el despido: los comentarios homófobos y racistas que han hecho durante la semana. Ejemplos: calificar de mono o de gorila a Coman, el concursante negro, o decir, convenientemente jaleados por algunos de sus compañeros, que preferirían tener un hijo cojo, enano, bizco, o con una enfermedad, antes que maricón. Ayer se montó una de esas broncas fenomenales en las redes sociales y que tanto adoran en la tele, a colación de esta historia. Las federaciones de gais bramaron, el PSOE pidió la expulsión de la pareja de rumberos, la gente en general puso el grito en el cielo.... Un caldo de cultivo ideal para que Mediaset anunciara en Twitter que por la noche, en riguroso directo (y estupendamente cebado) se expulsaría a los concursantes. Estas son las razones por las que califico de BASURA este tipo de formatos, por cierto. Lo digo para los que NO ENTIENDEN a qué nos referimos cuando hablamos de basura televisiva.
Pero vamos por partes. ¿Dónde estaban Los Chunguitos desde que en 2007 publicaran su último disco (si Wikipedia no me engaña. Como comprenderéis, no he seguido ni de cerca ni de lejos su discografía)? Pues en ningún sitio. Eran una de esas parejas de artistas de los 80 que nadie menor de 30 años recordaba y que, en fin, tenían un punto rancio, para qué nos vamos a engañar. Pero llegó la tele y los volvió a poner de moda. La tele se puso en modo friki y de pronto les quitó la pegatina de caducados. Y empezó el ascenso. Creo recordar que fue Pablo Motos, que los invitó en 2010 a su programa de El Hormiguero, cuando aún estaba en Cuatro, el que los trajo de vuelta. Un programa un tanto cool, en la cadena cool de aquel entonces, de entretenimiento blanco y sanote, con un presentador con cabeza, acogía a Los Chunguitos, y se reía CON ellos, de sus dislates gramaticales, de su pésima dicción, de su analfabetismo, por ejemplo, y de sus ocurrencias tan auténticas, tan naturales.
Motos volvió a invitarlos en 2013, en El Hormiguero 3.0, donde compartieron plató con Uri Geller, en un momento televisivo supuestamente desternillante. Y así, llegaron ese mismo año, ya como concursantes de verdad, a Tu cara me suena, otro programa de entretenimiento blanco. Allí, con sus imitaciones de Estopa, Pimpinela, Azúcar Moreno, o las Grecas, siguieron haciendo las delicias de una legión de fans que los adoraba. Son tan graciosos..., con sus patadas al diccionario y todo eso. María Teresa Campos los invitó a Qué tiempo tan feliz. Risas otra vez, y abrazos de amor. Los Chunguitos revivían. Se lo merecían. Son tan salaos...
Buenafuente también los llevó a su late night En el aire, en su vuelta a La Sexta. Más risas. No sacaban disco ni nada, ¿eh? Se les invitaba porque habían regresado del ostracismo. El año pasado, El Hormiguero los contrató ya como colaboradores: harían una sección de cine, que supongo que sería descacharrante para el público de ese programa, (cuyo target no era en principio el público seguidor de esta pareja). El programa de Cuatro, Todo va bien, también los invitó. Incluso fueron colaboradores. Y de pronto, se encontraron con una oferta en toda regla: protagonizar su propio docureality para Cuatro: Los Gypsy Kings se llamaba.
Poco a poco, en tres años estaban de plena actualidad y les llegó el gordo: la propuesta de entrar en el reality de todos los realities: Gran Hermano VIP. Así que podemos decir que a Los Chunguitos, con sus comentarios racistas, homófobos, sexistas, los ha convertido en celebridades la tele guay, los programas blancos de entretenimiento puro y duro, celebrando su APOLOGÍA DE LA IGNORANCIA, con todo el peligro que ello conlleva. La tele es una plataforma increíble, y el mensaje de estos dos rumberos llega a mentes enfermas como la de esos hijos que ellos preferirían tener, "antes que maricones".
Es BASURA todo eso. Es basura que en los programas guays con presentadores pizpiretos se les dé pábulo. Es BASURA su pensamiento. Y sí, soy intolerante del todo con los que llaman "mono" a un chico negro (aunque el concursante, de un programa basura también, no se queje) o los que aún cargan contra los homosexuales, como si el tiempo se hubiera detenido en los años oscuros. Tengo una hija negra y unos grandes amigos gais, que son como mi familia. Igual todo eso me influye, claro. Igual es eso por lo que no me hacen ni puta gracia.
En fin, que anoche Mediaset aprovechó tan desagradable asunto, para intentar un pelotazo de audiencia: a las diez salía Jordi González anunciando la bomba y comunicándoles a Los Chunguitos la expulsión. Les dijo que los esperaba en el plató. Eran casi las doce de la noche cuando finalmente los recibió y pudimos rememorar, junto a ellos, sus comentarios homófobos, con sus caras impertérritas en pantalla mientras se escuchaban.
Jordi, muy solemne él, les invitó a explicarse. Y ellos dijeron, en resumen: pues vale, pero pedimos perdón, tenemos muchos amigos gais (cada vez que un homófobo pronuncia esa frase mueren gatos a mansalva), y llevamos 40 años porque la gente nos quiere y no tenemos maldad. Y además, mi amigo Jorge es gay, y está aquí, ven Jorge, ven y dame un beso en la boca (Jorge bajó de las gradas y le dio un pico a uno de los hermanos, el más gordito). Jordi González dijo que, como habían pedido perdón (y no se habían enrocado en un mantra antigay con bronca incluida, que era la otra opción), que vale, no se podían quedar como concursantes, pero seguirían en el programa, en las galas, sentados en la fila VIP junto al resto de los defensores de los concursantes. Allí seguirán, amenizando a los más de cuatro millones que siguieron la gala de arranque el domingo. Cuatro millones, sí. Esto es lo que hay.
Todo arreglado. Bueno, todo no: supongo que el representante de la pareja estaría aún negociando las nuevas condiciones económicas: no es lo mismo ser homófobo o racista conviviendo en la casa de Guadalix que sentado cómodamente en un plató. Por cierto, el representante, ante la polémica, dijo que lo que único que pasaba es que eran unos ignorantes.
Luego se fueron a publicidad. El programa lo patrocinaba Angileptol. Hubo un anuncio de una colección de libros, la de la Biblioteca clásica. El nuevo concursante de la casa, que entró anoche, es Kiko Rivera.