El pasado martes tuvo lugar en el Ateneo de Madrid el acto de presentación de un número monográfico especial, editado en papel, de la revista Crónica Popular, en la que tengo el gusto de colaborar, y que esa publicación dedica a los crímenes del franquismo. De las 132.202 asesinatos cometidos por ese régimen durante la Guerra de España, se calcula que un total de 114.000 fusilados siguen enterrados en fosas y cunetas sin seña, repartidos por todo el territorio nacional. A ello hay que añadir las 200.000 víctimas encarceladas durante la posguerra.
Todas siguen pendientes de la justicia universal, verdad y reparación que sólo se alcanzará, según los intervinientes en el Ateneo madrileño, cuando España recupere la memoria democrática, un compromiso que a juicio de los mismos "ha sido incumplido por la mayor parte de los gobernantes españoles". Casi cuarenta años después de la instauración del vigente régimen democrático, ese objetivo sigue pendiente. Quedan actualmente en España más de un millar de fosas por abrir (1204), cuando está a punto de extinguirse la generación nonagenaria de allegados y familiares a la que se le debe, sobre todo, esa memoria.
De entre los participantes ayer en el acto del Ateneo de Madrid, me llamó la atención la intervención de Emilio Silva, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, que como se sabe, inició las tareas de recuperación de los restos de las víctimas de la dictadura a principios de este siglo. Silva tuvo un recuerdo para el caricaturista Bernard Maris, hijo de exiliados españoles, que en 1975 dedicó al dictador una viñeta con un titular que en España sigue teniendo vigencia mientras las memoria democrática siga ausente: "Franco, enterrado vivo".
A Maris se le conocía por el apodo de Tío Bernard, tenía 68 años, era economista de formación, así como editor jefe, periodista y cronista de Charlie Hebdo y de France Inter. Fue asesinado en la masacre contra la mencionada revista satírica hace unos días y sus viñetas siguen vivas.
Entretanto, la hemeroteca nos acaba de rescatar algunas perlas del argumentario del nuevo portavoz del Partido Popular, Pablo Casado: "Los de izquierdas son unos carcas. Todo el día en la fosa de no sé quién..."
Todas siguen pendientes de la justicia universal, verdad y reparación que sólo se alcanzará, según los intervinientes en el Ateneo madrileño, cuando España recupere la memoria democrática, un compromiso que a juicio de los mismos "ha sido incumplido por la mayor parte de los gobernantes españoles". Casi cuarenta años después de la instauración del vigente régimen democrático, ese objetivo sigue pendiente. Quedan actualmente en España más de un millar de fosas por abrir (1204), cuando está a punto de extinguirse la generación nonagenaria de allegados y familiares a la que se le debe, sobre todo, esa memoria.
De entre los participantes ayer en el acto del Ateneo de Madrid, me llamó la atención la intervención de Emilio Silva, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, que como se sabe, inició las tareas de recuperación de los restos de las víctimas de la dictadura a principios de este siglo. Silva tuvo un recuerdo para el caricaturista Bernard Maris, hijo de exiliados españoles, que en 1975 dedicó al dictador una viñeta con un titular que en España sigue teniendo vigencia mientras las memoria democrática siga ausente: "Franco, enterrado vivo".
A Maris se le conocía por el apodo de Tío Bernard, tenía 68 años, era economista de formación, así como editor jefe, periodista y cronista de Charlie Hebdo y de France Inter. Fue asesinado en la masacre contra la mencionada revista satírica hace unos días y sus viñetas siguen vivas.
Entretanto, la hemeroteca nos acaba de rescatar algunas perlas del argumentario del nuevo portavoz del Partido Popular, Pablo Casado: "Los de izquierdas son unos carcas. Todo el día en la fosa de no sé quién..."