Has tenido tiempo para hacerlo. La historia de Grecia, en el centro del huracán de la crisis europea, es como la gripe y el invierno: siempre reaparece y las vacunas nunca son definitivas. Este domingo los griegos van a las urnas. Se ha convertido en algo rutinario -pero bastante extraño- que, cada vez que lo hacen, todo el mundo entra en pánico.
Llevo años observando con tristeza lo que está ocurriendo en Grecia y he decidido resumir en este post algunas de las cosas que más me han llamado la atención. Creo que estas anécdotas ayudarán a entender mejor por qué en Grecia hay y ha habido responsabilidades compartidas en las causas de la crisis y en su gestión posterior. Creo honestamente que Europa no ha estado a la altura y no ha dado al pueblo griego una salida digna para superar esta tragedia. Estas son mis reflexiones:
1. En la fiesta helena también rompieron platos compañías y Gobiernos europeos
Son conocidos los excesos de los griegos, que les llevaron al colapso de su economía en 2010: un Estado hiperclientelar, un alto por ciento de evasión fiscal, corrupción, despilfarro e incluso la manipulación de las cuentas públicas.
Sin embargo, no suele formar parte de este relato oficial el papel que jugaron muchas empresas europeas en la gran fiesta griega que precedió a la crisis. A modo de ejemplo: Kantas, un funcionario griego, confesó que en 2001 un representante de una empresa de armamento alemana le dejó un sobre en su oficina con 600.000 euros. Poco después Grecia compró a Alemania 170 tanques de guerra por un importe de 2.300 millones de dólares. Lo más ridículo del asunto es que los expertos en Defensa reconocen que ni los tanques se han usado ni Grecia los necesitaba. De hecho, Grecia ni siquiera compró munición para ellos.
El caso de los tanques sólo es uno entre muchos otros. También contaba hace tiempo en este blog que Grecia compró aviones de combate sin el sistema de guía, indispensable para su uso. Adquirió igualmente unos submarinos de fabricación alemana por los que pagó 4.000 millones de dólares. Curiosamente, en los momentos más difíciles de la crisis griega, cuando todavía se barajaba la salida de Grecia del euro, su Parlamento aprobó una partida de 407 millones de dólares para terminar de pagar los submarinos alemanes. Otras empresas francesas, suecas y rusas fueron también parte del festín.
2. Alemania fue el mayor impagador de deuda del siglo XX
Alemania es actualmente el principal acreedor de Grecia. También es el país que se ha mostrado más implacable para que Grecia pague íntegramente su deuda y lo haga cuanto antes. Es también el país que más poder tiene en Europa y por tanto el mayor responsable de las recetas que se le han aplicado a Grecia.
Ocurre, sin embargo, que Alemania es el país al que se le ha perdonado más deuda en todo el siglo XX. Primero, tras la I Guerra Mundial. Debido al estallido de su crisis de crédito en 1931, Alemania no pudo hacer frente a sus pagos. Estados Unidos le perdonó sus deudas, con un daño considerable para su economía y también para la economía global . Ocurrió de nuevo tras la II Guerra Mundial: la mayoría de víctimas de Alemania, incluida Grecia, que sufrió su ocupación, renunciaron a las compensaciones que les correspondían. Sobre este tema, merece la pena leer, por su claridad, esta entrevista de un profesor de economía alemán de la London School of Economics en Spiegel.
La generosidad de los aliados con Alemania fue un factor clave para la impresionante proyección de su economía, dando lugar a la llamada "locomotora de Europa". ¿Si hubo generosidad y pragmatismo con Alemania (por no repetir los errores de Versalles), no debería haberlo habido ahora con Grecia?
3. Un huracán llamado troika
Al socorro de la economía griega acudió la troika (Comisión Europea, FMI y Banco Central Europeo), que ha inyectado desde el 2010 240.000 millones de euros, a cambio de aplicar unos drásticos recortes de gasto y subidas de impuestos. ¿Cuál ha sido el resultado?
Es verdad que ahora comienzan algunos datos positivos (un crecimiento del 1% y superávit, sin contar el pago de intereses) pero, tras seis años en recesión, los costes sociales y políticos han sido extraordinarios. Grecia ha perdido un 25% de su PIB, la pobreza infantil se ha duplicado (del 23 al 40%), la tasa de desempleo es la más alta de la eurozona (1 de cada cuatro adultos están en el paro; uno de cada dos, jóvenes) y los suicidios han aumentado un 43%. Han aumentado los contagios del sida y hasta ha habido casos de malaria. Miles de griegos han sido excluidos del sistema de salud pública. Ha aflorado la violencia política y un partido nazi está en el Parlamento. El 84% no confía en su Gobierno. No hay país de nuestro entorno en el que encontremos un cóctel más explosivo.
Pero quizás la mejor manera de percibir el sufrimiento y la impotencia del pueblo griego es ver este breve vídeo. En él se muestra la frustración, casi llanto, de una telespectadora que interviene por teléfono en un programa de debate político de la televisión griega.
4. La suspensión temporal de la democracia por los hombres de negro
Grecia también ha sido el laboratorio en el que la UE ha ensayado una suerte de "estado de excepción tecnocrático", como lo define José Ignacio Torreblanca en su libro ¿Quién gobierna Europa?. En este experimento, los políticos y los partidos tradicionales, fiscalizados en último término mediante elecciones, han quedado en un segundo lugar a favor de técnicos sin adscripción política para llevar a puerto políticas de reforma aparentemente neutrales pero de profundo contenido conservador.
La anécdota que mejor resume esta humillación de la democracia griega se produjo el día en que el entonces primer ministro George Papandreou, asediado a partes iguales por los mercados y por las fuerzas griegas con representación en el Parlamento, anunció que convocaría un referéndum sobre un nuevo rescate en noviembre de 2011.
Merkel y Sarkozy le llamaron a capítulo para hacerle cambiar de idea. Es menos conocido que el entonces presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, se refugió junto a sus colaboradores en su suite del hotel art deco Majestic Brrière en Cannes, en plena cumbre del G-20, para seleccionar el nombre del que poco tiempo después se convertiría, previo voto parlamentario, en el nuevo primer ministro griego, el excomisario Lucas Papademos, que ni siquiera era entonces diputado en el Parlamento.
5. ¿Podría haber sido de otra manera?
Sin duda. Se sabía en 2010, durante el estallido de la crisis de la deuda, que el plan anunciado para "rescatar" a Grecia no era viable: el volumen de deuda, los plazos y los intereses no podrían ser devueltos en esas condiciones. También conocíamos que el dolor social que supondría el programa de austeridad sería terrible. Merece la pena ver este vídeo de 2010. Es una intervención de Cohn Bendit, entonces portavoz de Los Verdes en el Parlamento Europeo, en donde advierte de lo que se avecina. Incluso en un momento dado grita "¡Somos unos hipócritas! ¡Les prestamos el dinero para que paguen nuestras armas!". Tenía razón.
Ahora, pase lo que pase el día 25, los europeos nos debiéramos movilizar para encontrar un camino transitable para la democracia griega y para sus ciudadanos. Las condiciones de la devolución de la deuda (unos 300.000 millones de euros, 170% de su PIB) deberían ser revisadas. Los griegos merecen una oportunidad.
Llevo años observando con tristeza lo que está ocurriendo en Grecia y he decidido resumir en este post algunas de las cosas que más me han llamado la atención. Creo que estas anécdotas ayudarán a entender mejor por qué en Grecia hay y ha habido responsabilidades compartidas en las causas de la crisis y en su gestión posterior. Creo honestamente que Europa no ha estado a la altura y no ha dado al pueblo griego una salida digna para superar esta tragedia. Estas son mis reflexiones:
1. En la fiesta helena también rompieron platos compañías y Gobiernos europeos
Son conocidos los excesos de los griegos, que les llevaron al colapso de su economía en 2010: un Estado hiperclientelar, un alto por ciento de evasión fiscal, corrupción, despilfarro e incluso la manipulación de las cuentas públicas.
Sin embargo, no suele formar parte de este relato oficial el papel que jugaron muchas empresas europeas en la gran fiesta griega que precedió a la crisis. A modo de ejemplo: Kantas, un funcionario griego, confesó que en 2001 un representante de una empresa de armamento alemana le dejó un sobre en su oficina con 600.000 euros. Poco después Grecia compró a Alemania 170 tanques de guerra por un importe de 2.300 millones de dólares. Lo más ridículo del asunto es que los expertos en Defensa reconocen que ni los tanques se han usado ni Grecia los necesitaba. De hecho, Grecia ni siquiera compró munición para ellos.
El caso de los tanques sólo es uno entre muchos otros. También contaba hace tiempo en este blog que Grecia compró aviones de combate sin el sistema de guía, indispensable para su uso. Adquirió igualmente unos submarinos de fabricación alemana por los que pagó 4.000 millones de dólares. Curiosamente, en los momentos más difíciles de la crisis griega, cuando todavía se barajaba la salida de Grecia del euro, su Parlamento aprobó una partida de 407 millones de dólares para terminar de pagar los submarinos alemanes. Otras empresas francesas, suecas y rusas fueron también parte del festín.
2. Alemania fue el mayor impagador de deuda del siglo XX
Alemania es actualmente el principal acreedor de Grecia. También es el país que se ha mostrado más implacable para que Grecia pague íntegramente su deuda y lo haga cuanto antes. Es también el país que más poder tiene en Europa y por tanto el mayor responsable de las recetas que se le han aplicado a Grecia.
Ocurre, sin embargo, que Alemania es el país al que se le ha perdonado más deuda en todo el siglo XX. Primero, tras la I Guerra Mundial. Debido al estallido de su crisis de crédito en 1931, Alemania no pudo hacer frente a sus pagos. Estados Unidos le perdonó sus deudas, con un daño considerable para su economía y también para la economía global . Ocurrió de nuevo tras la II Guerra Mundial: la mayoría de víctimas de Alemania, incluida Grecia, que sufrió su ocupación, renunciaron a las compensaciones que les correspondían. Sobre este tema, merece la pena leer, por su claridad, esta entrevista de un profesor de economía alemán de la London School of Economics en Spiegel.
La generosidad de los aliados con Alemania fue un factor clave para la impresionante proyección de su economía, dando lugar a la llamada "locomotora de Europa". ¿Si hubo generosidad y pragmatismo con Alemania (por no repetir los errores de Versalles), no debería haberlo habido ahora con Grecia?
3. Un huracán llamado troika
Al socorro de la economía griega acudió la troika (Comisión Europea, FMI y Banco Central Europeo), que ha inyectado desde el 2010 240.000 millones de euros, a cambio de aplicar unos drásticos recortes de gasto y subidas de impuestos. ¿Cuál ha sido el resultado?
Es verdad que ahora comienzan algunos datos positivos (un crecimiento del 1% y superávit, sin contar el pago de intereses) pero, tras seis años en recesión, los costes sociales y políticos han sido extraordinarios. Grecia ha perdido un 25% de su PIB, la pobreza infantil se ha duplicado (del 23 al 40%), la tasa de desempleo es la más alta de la eurozona (1 de cada cuatro adultos están en el paro; uno de cada dos, jóvenes) y los suicidios han aumentado un 43%. Han aumentado los contagios del sida y hasta ha habido casos de malaria. Miles de griegos han sido excluidos del sistema de salud pública. Ha aflorado la violencia política y un partido nazi está en el Parlamento. El 84% no confía en su Gobierno. No hay país de nuestro entorno en el que encontremos un cóctel más explosivo.
Pero quizás la mejor manera de percibir el sufrimiento y la impotencia del pueblo griego es ver este breve vídeo. En él se muestra la frustración, casi llanto, de una telespectadora que interviene por teléfono en un programa de debate político de la televisión griega.
4. La suspensión temporal de la democracia por los hombres de negro
Grecia también ha sido el laboratorio en el que la UE ha ensayado una suerte de "estado de excepción tecnocrático", como lo define José Ignacio Torreblanca en su libro ¿Quién gobierna Europa?. En este experimento, los políticos y los partidos tradicionales, fiscalizados en último término mediante elecciones, han quedado en un segundo lugar a favor de técnicos sin adscripción política para llevar a puerto políticas de reforma aparentemente neutrales pero de profundo contenido conservador.
La anécdota que mejor resume esta humillación de la democracia griega se produjo el día en que el entonces primer ministro George Papandreou, asediado a partes iguales por los mercados y por las fuerzas griegas con representación en el Parlamento, anunció que convocaría un referéndum sobre un nuevo rescate en noviembre de 2011.
Merkel y Sarkozy le llamaron a capítulo para hacerle cambiar de idea. Es menos conocido que el entonces presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, se refugió junto a sus colaboradores en su suite del hotel art deco Majestic Brrière en Cannes, en plena cumbre del G-20, para seleccionar el nombre del que poco tiempo después se convertiría, previo voto parlamentario, en el nuevo primer ministro griego, el excomisario Lucas Papademos, que ni siquiera era entonces diputado en el Parlamento.
5. ¿Podría haber sido de otra manera?
Sin duda. Se sabía en 2010, durante el estallido de la crisis de la deuda, que el plan anunciado para "rescatar" a Grecia no era viable: el volumen de deuda, los plazos y los intereses no podrían ser devueltos en esas condiciones. También conocíamos que el dolor social que supondría el programa de austeridad sería terrible. Merece la pena ver este vídeo de 2010. Es una intervención de Cohn Bendit, entonces portavoz de Los Verdes en el Parlamento Europeo, en donde advierte de lo que se avecina. Incluso en un momento dado grita "¡Somos unos hipócritas! ¡Les prestamos el dinero para que paguen nuestras armas!". Tenía razón.
Ahora, pase lo que pase el día 25, los europeos nos debiéramos movilizar para encontrar un camino transitable para la democracia griega y para sus ciudadanos. Las condiciones de la devolución de la deuda (unos 300.000 millones de euros, 170% de su PIB) deberían ser revisadas. Los griegos merecen una oportunidad.