"Si lo petamos en la manifestación del sábado -aunque no es lo mismo 50.000 personas que 500.000-, el pueblo nos legitima para pedir elecciones anticipadas y desgastar al régimen". Así resume una fuente de Podemos la estrategia que seguirá Pablo Iglesias en caso de que la demostración de fuerza sea un éxito. Aunque al sector crítico del partido, el que aúna a la gente más comprometida del 15M, les "chirría el show porque recuerda a las manifestaciones franquistas de adhesión al régimen y a las que montan los líderes sudamericanos para refrendarse", en palabras de un notable disidente interno, también creen que Iglesias necesita el baño de masas porque el acoso a su persona está dando frutos.
De hecho, los datos internos de las empresas demoscópicas muestran el desgaste del secretario general y por ende, de la fuerza política. "La imagen de Podemos deja de ser virginal y cada vez se les encasilla menos como un nuevo partido frente a los tradicionales del eje izquierda-derecha y más como un nuevo partido de izquierda radical. En unos meses se comprobará la caída en picado de la valoración de Pablo Iglesias. En todo caso, entrarán con mayor fuerza de lo que habría hecho IU", dice Narciso Michavila, presidente de la consultora Gad3, especializada en investigación y análisis de opinión.
"Están estancados, aunque aún se sitúan entre el 25 y el 27%. Crecían rápido en la intención directa de voto, pero ahora se están desacelerando. Asuntos como los de Monedero les afectan y sospecho que la convocatoria de elecciones en Andalucía les ha descolocado el calendario también de cara a la manifestación", apunta Ignacio Urquizu, que es profesor de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid y coordinador del seminario de análisis político de Metroscopia.
El desgaste no es obra únicamente de los líos fiscales de Monedero por sus asesorías a Bolivia, Venezuela, Ecuador y Nicaragua, las preguntas constantes sobre Tania Sánchez y familia hacen mella. Un ejemplo de que Pablo Iglesias pierde los papeles por momentos fue la entrevista en La Sexta del pasado sábado. "Le están minando la moral, y eso se pudo comprobar no solo ese día, sino en sus últimas intervenciones en televisión", reconoce un dirigente del partido. Nadie está nunca suficientemente preparado para que "se te tambaleen dos puntales de tu vida, tu compañera Tania y tú referente en tantas cosas, Juan Carlos".
En Podemos es de sobra conocido el papel de coach de Iglesias que juega Monedero. Le aporta seguridad cuando duda y le transmite fuerza cuando hay que comerse el mundo, además de que hasta hace muy poco, la organización eran Pablo y Monedero, quien tuvo la idea de registrar la marca Podemos. "Hace falta coger las riendas de nuevo, porque hace meses que vamos al tran tran que marca el sistema, hemos perdido la iniciativa y estamos obligados a recuperarla. Como le dice Monedero a Pablo, hay que demostrar quién manda. Pedir adelanto electoral es lo natural si el apoyo ciudadano se materializa en la manifestación con una participación incontestable", justifica un colaborador de los más entusiastas.
Reproducir el método machacante del "Váyase señor González" que popularizó Aznar para desgastar en su día al Gobierno socialista puede tener efecto. "En un año como este, cargado de citas electorales, dar el coñazo a lo Aznar puede tener ser demoledor. Aunque si la mani no sale como se espera, habrá que replantearse el método y aparcar la petición hasta que las urnas nos legitimen de verdad", reflexiona un crítico del partido. Y es que como apuntábamos, el planteamiento de la manifestación ha generado bastante controversia interna. Mientras la gente próxima a Izquierda Anticapitalista y alrededores pretendía buscar esloganes con contenido y lanzar un mensaje potente, la cúpula les ha frenado. La manifestación no reivindica nada más que el poder de líder frente a los partidos con representación parlamentaria. "Si te das cuenta, no ha habido un mensaje unitario hacia fuera porque de lo que se trata es de hacer bandera de quien tiene el poder plebiscitario. Ese es el baremo de lo que se puede o no se puede hacer. Si hubiera una fuerza de un millón o más de personas en la calle, desaparecerían los límites de hasta dónde se puede llegar", apunta un miembro de ese sector más analítico.
Pese al anonimato que piden los críticos -igual ya que en los partidos de la casta-, las tensiones internas han trascendido fuera. "La carne que están poniendo en el asador responde más a asuntos internos de ahora mismo y entre ellos, además de que no quieren que su gente se desanime" explica el profesor Urquizu, quien les conoce hace tiempo e imparte clases en la misma facultad de la Complutense que el núcleo central de Podemos. Este politólogo, además, duda de que la manifestación -incluso en el caso de que tuviera un éxito rotundo- fuera a cambiar los tiempos electorales de Rajoy. "No lo hizo con el 15-M, ni con #rodeaelcongreso, ni con las diferentes mareas. El Gobierno no retrocederá un milímetro, la sensibilidad de Rajoy en este asunto es nula" remata.
Aparentemente indiferentes a las críticas, en la organización de Pablo iglesias siguen adelante y con idéntico entusiasmo van apuntando los centenares de autobuses que llegarán a Madrid de toda España -unos financiados vía crowfunding, como todo lo que hace la organización, y otros vía círculos locales- y mantienen al personal activo con métodos tradicionales que parecían erradicados de la vida electoral, como la pegada de carteles. El sábado 31 de enero, a última hora de la mañana y cuando los manifestantes desalojen la Puerta del Sol -lugar emblemático donde se proclamó la II República y escogido por Podemos como final de la marcha desde Cibeles- se verá si la manifestación será una fecha para la historia, como defienden Iglesias o los suyos, o el primer síntoma de que el sueño se acorta.
De hecho, los datos internos de las empresas demoscópicas muestran el desgaste del secretario general y por ende, de la fuerza política. "La imagen de Podemos deja de ser virginal y cada vez se les encasilla menos como un nuevo partido frente a los tradicionales del eje izquierda-derecha y más como un nuevo partido de izquierda radical. En unos meses se comprobará la caída en picado de la valoración de Pablo Iglesias. En todo caso, entrarán con mayor fuerza de lo que habría hecho IU", dice Narciso Michavila, presidente de la consultora Gad3, especializada en investigación y análisis de opinión.
"Están estancados, aunque aún se sitúan entre el 25 y el 27%. Crecían rápido en la intención directa de voto, pero ahora se están desacelerando. Asuntos como los de Monedero les afectan y sospecho que la convocatoria de elecciones en Andalucía les ha descolocado el calendario también de cara a la manifestación", apunta Ignacio Urquizu, que es profesor de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid y coordinador del seminario de análisis político de Metroscopia.
El desgaste no es obra únicamente de los líos fiscales de Monedero por sus asesorías a Bolivia, Venezuela, Ecuador y Nicaragua, las preguntas constantes sobre Tania Sánchez y familia hacen mella. Un ejemplo de que Pablo Iglesias pierde los papeles por momentos fue la entrevista en La Sexta del pasado sábado. "Le están minando la moral, y eso se pudo comprobar no solo ese día, sino en sus últimas intervenciones en televisión", reconoce un dirigente del partido. Nadie está nunca suficientemente preparado para que "se te tambaleen dos puntales de tu vida, tu compañera Tania y tú referente en tantas cosas, Juan Carlos".
En Podemos es de sobra conocido el papel de coach de Iglesias que juega Monedero. Le aporta seguridad cuando duda y le transmite fuerza cuando hay que comerse el mundo, además de que hasta hace muy poco, la organización eran Pablo y Monedero, quien tuvo la idea de registrar la marca Podemos. "Hace falta coger las riendas de nuevo, porque hace meses que vamos al tran tran que marca el sistema, hemos perdido la iniciativa y estamos obligados a recuperarla. Como le dice Monedero a Pablo, hay que demostrar quién manda. Pedir adelanto electoral es lo natural si el apoyo ciudadano se materializa en la manifestación con una participación incontestable", justifica un colaborador de los más entusiastas.
Reproducir el método machacante del "Váyase señor González" que popularizó Aznar para desgastar en su día al Gobierno socialista puede tener efecto. "En un año como este, cargado de citas electorales, dar el coñazo a lo Aznar puede tener ser demoledor. Aunque si la mani no sale como se espera, habrá que replantearse el método y aparcar la petición hasta que las urnas nos legitimen de verdad", reflexiona un crítico del partido. Y es que como apuntábamos, el planteamiento de la manifestación ha generado bastante controversia interna. Mientras la gente próxima a Izquierda Anticapitalista y alrededores pretendía buscar esloganes con contenido y lanzar un mensaje potente, la cúpula les ha frenado. La manifestación no reivindica nada más que el poder de líder frente a los partidos con representación parlamentaria. "Si te das cuenta, no ha habido un mensaje unitario hacia fuera porque de lo que se trata es de hacer bandera de quien tiene el poder plebiscitario. Ese es el baremo de lo que se puede o no se puede hacer. Si hubiera una fuerza de un millón o más de personas en la calle, desaparecerían los límites de hasta dónde se puede llegar", apunta un miembro de ese sector más analítico.
Pese al anonimato que piden los críticos -igual ya que en los partidos de la casta-, las tensiones internas han trascendido fuera. "La carne que están poniendo en el asador responde más a asuntos internos de ahora mismo y entre ellos, además de que no quieren que su gente se desanime" explica el profesor Urquizu, quien les conoce hace tiempo e imparte clases en la misma facultad de la Complutense que el núcleo central de Podemos. Este politólogo, además, duda de que la manifestación -incluso en el caso de que tuviera un éxito rotundo- fuera a cambiar los tiempos electorales de Rajoy. "No lo hizo con el 15-M, ni con #rodeaelcongreso, ni con las diferentes mareas. El Gobierno no retrocederá un milímetro, la sensibilidad de Rajoy en este asunto es nula" remata.
Aparentemente indiferentes a las críticas, en la organización de Pablo iglesias siguen adelante y con idéntico entusiasmo van apuntando los centenares de autobuses que llegarán a Madrid de toda España -unos financiados vía crowfunding, como todo lo que hace la organización, y otros vía círculos locales- y mantienen al personal activo con métodos tradicionales que parecían erradicados de la vida electoral, como la pegada de carteles. El sábado 31 de enero, a última hora de la mañana y cuando los manifestantes desalojen la Puerta del Sol -lugar emblemático donde se proclamó la II República y escogido por Podemos como final de la marcha desde Cibeles- se verá si la manifestación será una fecha para la historia, como defienden Iglesias o los suyos, o el primer síntoma de que el sueño se acorta.