En un país en el que las leyes se cumplen tan poco o a regañadientes llama mucho la atención cómo han planteado los medios de comunicación el debate sobre el caso Monedero. Básicamente, como un incumplimiento de una ley de incompatibilidades que prohíbe, salvo permiso previo del rector de la universidad, a los docentes universitarios realizar trabajos para organizaciones externas.
De repente, animados por el espíritu de caza y captura reinante en torno a Podemos por su obsesiva denuncia de 'la casta', todo el mundo se exhibe como un escrupuloso cumplidor de las leyes. Y está bien que se cumpla la ley pero tampoco estaría mal que nos planteáramos las leyes que tenemos.
¿Es normal que un profesor universitario tenga que pedir permiso al rector para realizar un trabajo de consultoría? No desde luego en las universidades americanas que, hasta que no se demuestre lo contrario, pasan por ser las mejores del mundo y son las que marcan tendencia. No sólo es frecuente que los profesores colaboren con medios de comunicación y otras instituciones en labores de asesoría, sino que son los propios departamentos los que animan a los docentes a involucrarse en la sociedad y utilizar sus experiencias profesionales como parte de sus clases en beneficio de los alumnos.
No es que no tengan que pedir permiso o ganar dinero a escondidas, sino que poder acreditar que se realizan trabajos relacionados con el área de conocimiento, siempre que el profesor cumpla sus obligaciones investigadoras, docentes y de servicio a la universidad (y claro, tributarias), se premia a la hora de las promociones y lograr el codiciado estatus de tenure o el full professorship. Y sin tener que pedir perdón por ello.
Entre otras cosas, porque se sabe que obtener un alto beneficio económico es la única manera de que el verdadero talento recale en la universidad donde los beneficios, especialmente en determinadas actividades, nunca serían comparables al trabajo en la empresa privada. De hecho, es muy frecuente que muchas universidades contraten a los profesores durante nueve meses para que el resto del año éstos puedan dedicarse a otras actividades y aumentar sus ingresos.
Mucho me temo que, al igual que sucede en la política, los mejores nunca se dedicarán a la docencia con unas reglas del juego tan mezquinas que desincentivan a aquellos que tienen iniciativa y espíritu emprendedor. Pero eso es algo que en España, país donde gusta mucho el café para todos, sigue sin entenderse arguyendo que el profesor Monedero ya tiene suficiente con su salario de profesor de ciencias políticas y que es un avaricioso por querer ganar más. Por eso tenemos el sistema universitario que tenemos, donde una figura mundial en su campo gana unos pocos miles de euros más al año que una mediocridad pero con el mismo estatus laboral.
Un tema diferente son las cantidades percibidas por el profesor Monedero. Casi medio millón de euros por un trabajo de consultoría como el que se ha descrito parece un tanto desmesurado. Y eso no es una anécdota cuando proviene de gobiernos como el de Venezuela.
De repente, animados por el espíritu de caza y captura reinante en torno a Podemos por su obsesiva denuncia de 'la casta', todo el mundo se exhibe como un escrupuloso cumplidor de las leyes. Y está bien que se cumpla la ley pero tampoco estaría mal que nos planteáramos las leyes que tenemos.
¿Es normal que un profesor universitario tenga que pedir permiso al rector para realizar un trabajo de consultoría? No desde luego en las universidades americanas que, hasta que no se demuestre lo contrario, pasan por ser las mejores del mundo y son las que marcan tendencia. No sólo es frecuente que los profesores colaboren con medios de comunicación y otras instituciones en labores de asesoría, sino que son los propios departamentos los que animan a los docentes a involucrarse en la sociedad y utilizar sus experiencias profesionales como parte de sus clases en beneficio de los alumnos.
No es que no tengan que pedir permiso o ganar dinero a escondidas, sino que poder acreditar que se realizan trabajos relacionados con el área de conocimiento, siempre que el profesor cumpla sus obligaciones investigadoras, docentes y de servicio a la universidad (y claro, tributarias), se premia a la hora de las promociones y lograr el codiciado estatus de tenure o el full professorship. Y sin tener que pedir perdón por ello.
Entre otras cosas, porque se sabe que obtener un alto beneficio económico es la única manera de que el verdadero talento recale en la universidad donde los beneficios, especialmente en determinadas actividades, nunca serían comparables al trabajo en la empresa privada. De hecho, es muy frecuente que muchas universidades contraten a los profesores durante nueve meses para que el resto del año éstos puedan dedicarse a otras actividades y aumentar sus ingresos.
Mucho me temo que, al igual que sucede en la política, los mejores nunca se dedicarán a la docencia con unas reglas del juego tan mezquinas que desincentivan a aquellos que tienen iniciativa y espíritu emprendedor. Pero eso es algo que en España, país donde gusta mucho el café para todos, sigue sin entenderse arguyendo que el profesor Monedero ya tiene suficiente con su salario de profesor de ciencias políticas y que es un avaricioso por querer ganar más. Por eso tenemos el sistema universitario que tenemos, donde una figura mundial en su campo gana unos pocos miles de euros más al año que una mediocridad pero con el mismo estatus laboral.
Un tema diferente son las cantidades percibidas por el profesor Monedero. Casi medio millón de euros por un trabajo de consultoría como el que se ha descrito parece un tanto desmesurado. Y eso no es una anécdota cuando proviene de gobiernos como el de Venezuela.