Cuando nos aventuramos a comenzar una nueva actividad o disciplina, como persona inexperta y sin ningún tipo de conocimiento sobre la materia, es de agradecer que alguien que ya la ha probado o practicado anteriormente, nos cuente esos secretillos que encierra la primera toma de contacto, para que no nos desilusionemos el primer día.
Eso, precisamente, es lo que vamos a hacer hoy con el Pilates. Todos sabemos de las enormes bondades y beneficios que conlleva practicarlo. Pero, ¿sabemos realmente a qué nos enfrentamos y cómo debemos actuar el primer día?
Tranquilos, con estos cinco consejos la primera clase será todo un éxito:
1. Presentación al instructor
Tanto si se acude a un centro especializado en un grupo reducido como si vamos al gimnasio a un grupo más numeroso, es muy importante poner en conocimiento del profesor que es nuestro primer día, así como informarle de cualquier tipo de lesión o patología, si la tenemos. Pilates es fantástico si se hace bien, pero muy malo si no es adecuado para nosotros. Como nos cuenta nuestra profesora Olga Castañeda: "Un día se incorporó un alumno tarde a la clase y se puso al fondo. Cuando la clase terminó, me dijo que no se había sentido bien, que le dolía de nuevo su hernia..."
2. Puntualidad
Del punto anterior podemos extraer cómo la impuntualidad puede llegar a ser el peor enemigo del alumno: no sólo como falta de respeto para el resto de compañeros, sino también para con el propio cuerpo y el calentamiento necesario. Es imprescindible llegar con tiempo, sin prisas, dejando que la mente se vaya aclimatando y focalizando ante la nueva disciplina.
3. Palabras extrañas
Con este punto comprenderemos por qué es conveniente llegar con tiempo y con la mente abierta y libre de preocupaciones; escucharemos conceptos como "conexión escapular", "pelvis neutra-pelvis imprint", piernas en "table top", "the hundred", "cremallera abdominal", "powerhouse".... Al principio, pensaremos: "¿por qué dejé el inglés?". Pero con la práctica iremos haciendo oído e interiorizando todos los conceptos en nuestro cuerpo. Y por supuesto, no dudes en preguntar cuando lo necesites. Siempre es preferible interrumpir una clase a hacernos daño por ejecutar mal un ejercicio.
4. Paciencia
Como afirma nuestra profesora, "lo más difícil de la primera clase de pilates, aparte del repaso en anatomía que se llevan los alumnos, es coordinar las instrucciones que se les dan y llevarlas al cuerpo. Se agobian al hacer todo al mismo tiempo. Los principiantes dan por hecho que pueden hacer ciertos movimientos, y ni siquiera pueden localizar la zona que se les indica, pero entre la tercera y la quinta sesión, la cosa va cambiando, solo hace falta constancia".
5. Respiración torácica o costal
Respirar, se respira..., pero en Pilates se hace de una forma diferente a la respiración natural u orgánica que nos mantiene con vida. Dice Castañeda: "Puede que en la primera clase, al no estar acostumbrados y querer seguir cada movimiento con la respiración que se pauta, haya sensación de mareo por hiperventilación: nada grave..., el suelo siempre estará disponible para descansar cuando lo necesitemos".
Mucha suerte y enhorabuena por empezar esta apasionante aventura con tu cuerpo.
Eso, precisamente, es lo que vamos a hacer hoy con el Pilates. Todos sabemos de las enormes bondades y beneficios que conlleva practicarlo. Pero, ¿sabemos realmente a qué nos enfrentamos y cómo debemos actuar el primer día?
Tranquilos, con estos cinco consejos la primera clase será todo un éxito:
1. Presentación al instructor
Tanto si se acude a un centro especializado en un grupo reducido como si vamos al gimnasio a un grupo más numeroso, es muy importante poner en conocimiento del profesor que es nuestro primer día, así como informarle de cualquier tipo de lesión o patología, si la tenemos. Pilates es fantástico si se hace bien, pero muy malo si no es adecuado para nosotros. Como nos cuenta nuestra profesora Olga Castañeda: "Un día se incorporó un alumno tarde a la clase y se puso al fondo. Cuando la clase terminó, me dijo que no se había sentido bien, que le dolía de nuevo su hernia..."
2. Puntualidad
Del punto anterior podemos extraer cómo la impuntualidad puede llegar a ser el peor enemigo del alumno: no sólo como falta de respeto para el resto de compañeros, sino también para con el propio cuerpo y el calentamiento necesario. Es imprescindible llegar con tiempo, sin prisas, dejando que la mente se vaya aclimatando y focalizando ante la nueva disciplina.
3. Palabras extrañas
Con este punto comprenderemos por qué es conveniente llegar con tiempo y con la mente abierta y libre de preocupaciones; escucharemos conceptos como "conexión escapular", "pelvis neutra-pelvis imprint", piernas en "table top", "the hundred", "cremallera abdominal", "powerhouse".... Al principio, pensaremos: "¿por qué dejé el inglés?". Pero con la práctica iremos haciendo oído e interiorizando todos los conceptos en nuestro cuerpo. Y por supuesto, no dudes en preguntar cuando lo necesites. Siempre es preferible interrumpir una clase a hacernos daño por ejecutar mal un ejercicio.
4. Paciencia
Como afirma nuestra profesora, "lo más difícil de la primera clase de pilates, aparte del repaso en anatomía que se llevan los alumnos, es coordinar las instrucciones que se les dan y llevarlas al cuerpo. Se agobian al hacer todo al mismo tiempo. Los principiantes dan por hecho que pueden hacer ciertos movimientos, y ni siquiera pueden localizar la zona que se les indica, pero entre la tercera y la quinta sesión, la cosa va cambiando, solo hace falta constancia".
5. Respiración torácica o costal
Respirar, se respira..., pero en Pilates se hace de una forma diferente a la respiración natural u orgánica que nos mantiene con vida. Dice Castañeda: "Puede que en la primera clase, al no estar acostumbrados y querer seguir cada movimiento con la respiración que se pauta, haya sensación de mareo por hiperventilación: nada grave..., el suelo siempre estará disponible para descansar cuando lo necesitemos".
Mucha suerte y enhorabuena por empezar esta apasionante aventura con tu cuerpo.