Finalizar un recorrido temático por el Museo Thyssen delante de un cuadro futurista titulado Manifestación patriótica y escuchar que está relacionado con la gastronomía te hace pensar lo mismo que cuando en un restaurante te ofrecen un plato con sandía o melón a la plancha: que a alguien se le ha ido la pinza.
Pero las dos situaciones tienen una base común: la vanguardia.
Manifestación patriótica (1915), de Giacomo Balla (Museo Thyssen)
El cuadro en cuestión, realizado por Giacomo Balla, se encuentra en la sala 41 del museo madrileño, en la exposición permante, pero creo que nunca me había fijado en él. Hasta la semana pasada, cuando acudí a la visita temática La cocina del Thyssen, que con motivo del Gastrofestival organiza el museo, y la guía nos invitó a prestarle atención: "Tiene los colores de la bandera italiana, que coinciden con los de la pizza margarita, y los futuristas, movimiento del que Balla formaba parte, publicaron en 1930 un manifiesto en el que declaraban su hostilidad hacia la pizza y la pasta en general. Un alimento que, estaban convencidos, embrutecía al pueblo italiano -que pocos años antes se manifestaba en la calle a favor de la intervención de Italia en la primera Guerra Mundial.
Pero no se quedó el asunto en la queja teórica: para materializar sus ideas, Marinetti y compañía abrieron en Turín un restaurante llamado La taberna del Santopaladar. Entre los platos de sus cenas futuristas, esculturas comestibles como el carneplastico, un cilindro de carne de vaca relleno de once verduras, apoyado en tres bolas de pollo sobre un anillo de salchichas, todo ello coronado por una capa de miel... Artísticas propuestas que debían tomarse con las manos, en una mesa rodeada de ventiladores que antes de cada plato se perfumaba, y donde se amenizaban las esperas con música en directo.
Si alguien pensaba que las experiencias sensoriales en la mesa eran cosa del siglo XXI está claro que se equivocaba; de hecho, ni del XX: lo de la comida con formas artísticas -como los helados- ya lo trabajaron los arquitectos del Renacimiento, según nos explicó la guía a lo largo del recorrido.
Obvia decir que el restaurante no triunfó, pero que las ideas futuristas han servido de inspiración años después. Sin ir más lejor, en el último Madrid Fusión, el cocinero francés Akrame Benallal preparó sus platos en el escenario a ritmo de violín.
Cuando este post se publique, solo quedará una oportunidad para realizar el recorrido gastronómico por el Thyssen: el próximo 14 de febrero a las 12; no se la pierdan
Cuesta 16 euros y finaliza con una tapa llena de historia y simbolismo.
Adrià , la vanguardia gastronómica.
La exposición Ferran Adrià. Auditando el proceso creativo es otro interesante plan cultural-gastronómico en Madrid.
La muestra es apta para mitómanos -cientos de carteles, fotos, apariciones en prensa... desde servilletas de papel del primer establecimiento a la portada de Adrià en El País Semanal en 1999-; Para mentes creativas, que disfrutarán con los paneles donde se pormenorizan los procesos de construcción y deconstrucción de ideas y platos; y para quienes conocen a Adrià como personaje mediático y sin duda se sorprenderán al saber que El Bulli, antes de restaurante estrellado fue un minigolf, un chiringuito y restaurante turístico. Y por supuesto, un perro; bueno, varios.
Foto: María García
Croqueta, mejillón, niguiri, pepino, alcaparra... conviven en la muestra de la Fundación Telefónica en una vitrina; son bocetos de los ingrendientes que conforman los platos de El Bulli, ensayos en plastilina para que la obra salga a la mesa sin fallo alguno.
El plato es tratado como una obra de arte en la que no hay lugar para el error, solo para un disfrute -¿efímero?- por el que el comensal está dispuesto a pagar un alto precio, y viajar hasta una perdida cala de la Costa Brava. Uno de ellos, un habitual, se dejó grabar durante las más de tres horas que duraba una comida en el restaurante; parte del vídeo también se puede ver en la exposición.
Portada del libro Comida para pensar, pensar sobre el comer, una reflexión sobre el universo de Ferrán Adriá
El pintor británico Richard Hamilton, habitual de Cadaqués desde los 60, también lo fue de El Bulli y se convirtió en gran amigo de la casa. Él fue el encargado de editar y supervisar Comida para pensar, pensar sobre el comer (2009), ese libro donde Adrià aparece simpsonizado en la portada y donde se recoge por escrito su participación -reflexiones, charlas...- en la exposición de arte contemporáneo Documenta 12, en Kassel, en 2007, un acercamiento entre la cocina y las artes plásticas; un tema recurrente que siempre parece novedoso, pero que es tan antiguo como ambas disciplinas.
La muestra se puede visitar de martes a domingo de 10:00 a 20:00 h, en el Espacio Fundación Telefónica de Gran Vía de Madrid, entrada por c/Fuencarral 3.
Pero las dos situaciones tienen una base común: la vanguardia.
Manifestación patriótica (1915), de Giacomo Balla (Museo Thyssen)
El cuadro en cuestión, realizado por Giacomo Balla, se encuentra en la sala 41 del museo madrileño, en la exposición permante, pero creo que nunca me había fijado en él. Hasta la semana pasada, cuando acudí a la visita temática La cocina del Thyssen, que con motivo del Gastrofestival organiza el museo, y la guía nos invitó a prestarle atención: "Tiene los colores de la bandera italiana, que coinciden con los de la pizza margarita, y los futuristas, movimiento del que Balla formaba parte, publicaron en 1930 un manifiesto en el que declaraban su hostilidad hacia la pizza y la pasta en general. Un alimento que, estaban convencidos, embrutecía al pueblo italiano -que pocos años antes se manifestaba en la calle a favor de la intervención de Italia en la primera Guerra Mundial.
Pero no se quedó el asunto en la queja teórica: para materializar sus ideas, Marinetti y compañía abrieron en Turín un restaurante llamado La taberna del Santopaladar. Entre los platos de sus cenas futuristas, esculturas comestibles como el carneplastico, un cilindro de carne de vaca relleno de once verduras, apoyado en tres bolas de pollo sobre un anillo de salchichas, todo ello coronado por una capa de miel... Artísticas propuestas que debían tomarse con las manos, en una mesa rodeada de ventiladores que antes de cada plato se perfumaba, y donde se amenizaban las esperas con música en directo.
Si alguien pensaba que las experiencias sensoriales en la mesa eran cosa del siglo XXI está claro que se equivocaba; de hecho, ni del XX: lo de la comida con formas artísticas -como los helados- ya lo trabajaron los arquitectos del Renacimiento, según nos explicó la guía a lo largo del recorrido.
Obvia decir que el restaurante no triunfó, pero que las ideas futuristas han servido de inspiración años después. Sin ir más lejor, en el último Madrid Fusión, el cocinero francés Akrame Benallal preparó sus platos en el escenario a ritmo de violín.
Cuando este post se publique, solo quedará una oportunidad para realizar el recorrido gastronómico por el Thyssen: el próximo 14 de febrero a las 12; no se la pierdan
Cuesta 16 euros y finaliza con una tapa llena de historia y simbolismo.
Adrià , la vanguardia gastronómica.
La exposición Ferran Adrià. Auditando el proceso creativo es otro interesante plan cultural-gastronómico en Madrid.
La muestra es apta para mitómanos -cientos de carteles, fotos, apariciones en prensa... desde servilletas de papel del primer establecimiento a la portada de Adrià en El País Semanal en 1999-; Para mentes creativas, que disfrutarán con los paneles donde se pormenorizan los procesos de construcción y deconstrucción de ideas y platos; y para quienes conocen a Adrià como personaje mediático y sin duda se sorprenderán al saber que El Bulli, antes de restaurante estrellado fue un minigolf, un chiringuito y restaurante turístico. Y por supuesto, un perro; bueno, varios.
Foto: María García
Croqueta, mejillón, niguiri, pepino, alcaparra... conviven en la muestra de la Fundación Telefónica en una vitrina; son bocetos de los ingrendientes que conforman los platos de El Bulli, ensayos en plastilina para que la obra salga a la mesa sin fallo alguno.
El plato es tratado como una obra de arte en la que no hay lugar para el error, solo para un disfrute -¿efímero?- por el que el comensal está dispuesto a pagar un alto precio, y viajar hasta una perdida cala de la Costa Brava. Uno de ellos, un habitual, se dejó grabar durante las más de tres horas que duraba una comida en el restaurante; parte del vídeo también se puede ver en la exposición.
Portada del libro Comida para pensar, pensar sobre el comer, una reflexión sobre el universo de Ferrán Adriá
El pintor británico Richard Hamilton, habitual de Cadaqués desde los 60, también lo fue de El Bulli y se convirtió en gran amigo de la casa. Él fue el encargado de editar y supervisar Comida para pensar, pensar sobre el comer (2009), ese libro donde Adrià aparece simpsonizado en la portada y donde se recoge por escrito su participación -reflexiones, charlas...- en la exposición de arte contemporáneo Documenta 12, en Kassel, en 2007, un acercamiento entre la cocina y las artes plásticas; un tema recurrente que siempre parece novedoso, pero que es tan antiguo como ambas disciplinas.
La muestra se puede visitar de martes a domingo de 10:00 a 20:00 h, en el Espacio Fundación Telefónica de Gran Vía de Madrid, entrada por c/Fuencarral 3.