Cher président,
Querido François,
Hoy me he levantado con la idea de escribirte en la cabeza. Sí, tengo ideas extrañas al despertar pero hoy nos toca hablar de ti. De las cosas que te están pasando.
Esta es la segunda carta que te escribo y, como hacía en la primera, te hablo de tú, porque prometiste que serías un presidente normal y cercano, no como el exagerado y estridente -aunque carismático- Sarko.
François, hoy todo el mundo habla de ti. Te has metido en un lío muy mundano. Me interesa poco, aunque el asunto tiene morbo. Reconozco que me ha enternecido saber que mandaste comprar croissants para ti y tu amada. Un croissant en una mañana fría de enero le cambia el humor a cualquiera, incluido al presidente de Francia. Igual que la bollería fina es de hojaldre y mantequilla, quienes la comemos somos de carne y hueso.
Pero yo te escribo por otra cosa, président. Este revuelo nos ha recordado lo que prometiste y no nos has dado a los que pensamos que otra Europa es posible y tú trabajarías por ella. La distancia entre tus sueños compartidos de candidato y los grises titubeos que emanan del Elíseo comienzan a ser una senda poco transitable.
Fuiste un faro para los progresistas europeos, una suerte de Obama, pero justamente como Barack te has desinflado.
Tenías un plan para una alternativa a la Europa Merkeliana del puño de acero, del recorte inhumano, y de la jungla en El Consejo. Ibas a enfrentarte a la desacreditada doctrina de la austeridad europea. ¿Dónde está tu visión alternativa de esta Europa alemana, président?
Sí, ya lo sé. La economía francesa no está bien y te sientes débil. ¡Pero llevas sobre tus espaldas la mochila de la V República de Francia! ¿Qué fue de la Francia de De Gaulle, la que abandonó las reuniones del Consejo Europeo y dejó una silla vacante durante meses para protestar por el curso que tomaba la Política Agraria Común? ¿Qué queda de la gran potencia que vetó la entrada del Reino Unido (por dos veces) en la Comunidad Europea porque era un caballo de Troya de los Estados Unidos? Dar un golpe enérgico en la mesa es muy francés, pero tú no has dado ni uno.
No son horas fáciles. Tus índices de aceptación están muy bajos. Leo que eres el presidente más impopular tras la guerra. Ahora has anunciado nuevas reformas para recortar el gasto, bajar impuestos... Me preocupa tu ortodoxia. Me inquieta lo que ha escrito sobre ella el economista Paul Krugman. Sí, yo tampoco hago siempre caso a los economistas... Pero ¡Krugman es Krugman! Prepárate porque es duro:
Président, son horas críticas para Europa. Los populistas antieuropeos prometen desmantelarla y ganan fuerza por todos los rincones. Tú lo sabes mejor que nadie: Marine Le Pen puede ganar las elecciones europeas en Francia en mayo.
Antes de que ellos transformen Europa para destruirla, cambiemos nosotros lo que la hace tan impopular. No ganaremos la partida compitiendo en lenguaje duro con búlgaros y rumanos, sirios o argelinos. Eso nunca funciona. Debes recordar: la mejor forma de plantarles cara es cambiar esta UE, hacerla más social y democrática.
Por eso, ahora que te ves envuelto en asuntos personales que se han hecho públicos te daré un consejo. Hay cosas que si se hacen es mejor que no se conozcan. Y si se conocen, se manejan mucho mejor desde el éxito que desde el fracaso político. Y a ti te están atropellando en todos los frentes. Acuérdate, al perro flaco todo son pulgas. Y tu estás políticamente muy flaco.
Bon courage.
Querido François,
Hoy me he levantado con la idea de escribirte en la cabeza. Sí, tengo ideas extrañas al despertar pero hoy nos toca hablar de ti. De las cosas que te están pasando.
Esta es la segunda carta que te escribo y, como hacía en la primera, te hablo de tú, porque prometiste que serías un presidente normal y cercano, no como el exagerado y estridente -aunque carismático- Sarko.
François, hoy todo el mundo habla de ti. Te has metido en un lío muy mundano. Me interesa poco, aunque el asunto tiene morbo. Reconozco que me ha enternecido saber que mandaste comprar croissants para ti y tu amada. Un croissant en una mañana fría de enero le cambia el humor a cualquiera, incluido al presidente de Francia. Igual que la bollería fina es de hojaldre y mantequilla, quienes la comemos somos de carne y hueso.
Pero yo te escribo por otra cosa, président. Este revuelo nos ha recordado lo que prometiste y no nos has dado a los que pensamos que otra Europa es posible y tú trabajarías por ella. La distancia entre tus sueños compartidos de candidato y los grises titubeos que emanan del Elíseo comienzan a ser una senda poco transitable.
Fuiste un faro para los progresistas europeos, una suerte de Obama, pero justamente como Barack te has desinflado.
Tenías un plan para una alternativa a la Europa Merkeliana del puño de acero, del recorte inhumano, y de la jungla en El Consejo. Ibas a enfrentarte a la desacreditada doctrina de la austeridad europea. ¿Dónde está tu visión alternativa de esta Europa alemana, président?
Sí, ya lo sé. La economía francesa no está bien y te sientes débil. ¡Pero llevas sobre tus espaldas la mochila de la V República de Francia! ¿Qué fue de la Francia de De Gaulle, la que abandonó las reuniones del Consejo Europeo y dejó una silla vacante durante meses para protestar por el curso que tomaba la Política Agraria Común? ¿Qué queda de la gran potencia que vetó la entrada del Reino Unido (por dos veces) en la Comunidad Europea porque era un caballo de Troya de los Estados Unidos? Dar un golpe enérgico en la mesa es muy francés, pero tú no has dado ni uno.
No son horas fáciles. Tus índices de aceptación están muy bajos. Leo que eres el presidente más impopular tras la guerra. Ahora has anunciado nuevas reformas para recortar el gasto, bajar impuestos... Me preocupa tu ortodoxia. Me inquieta lo que ha escrito sobre ella el economista Paul Krugman. Sí, yo tampoco hago siempre caso a los economistas... Pero ¡Krugman es Krugman! Prepárate porque es duro:
"Sí, unos conservadores insensibles y obcecados han estado dirigiendo la política [europea], pero se han visto incitados por los políticos atolondrados y sin carácter de la izquierda moderada".
Président, son horas críticas para Europa. Los populistas antieuropeos prometen desmantelarla y ganan fuerza por todos los rincones. Tú lo sabes mejor que nadie: Marine Le Pen puede ganar las elecciones europeas en Francia en mayo.
Antes de que ellos transformen Europa para destruirla, cambiemos nosotros lo que la hace tan impopular. No ganaremos la partida compitiendo en lenguaje duro con búlgaros y rumanos, sirios o argelinos. Eso nunca funciona. Debes recordar: la mejor forma de plantarles cara es cambiar esta UE, hacerla más social y democrática.
Por eso, ahora que te ves envuelto en asuntos personales que se han hecho públicos te daré un consejo. Hay cosas que si se hacen es mejor que no se conozcan. Y si se conocen, se manejan mucho mejor desde el éxito que desde el fracaso político. Y a ti te están atropellando en todos los frentes. Acuérdate, al perro flaco todo son pulgas. Y tu estás políticamente muy flaco.
Bon courage.