Un año más que hay que celebrar San Valentín, porque si no, parece que el amor no existe. Pero, ¿quién se fía de un tipo que va en pañales con los ojos vendados y armado con un arco? Mientras unas parejas llenan los puentes de París de candados para confirmar un amor, otras se van de cena romántica y "lo que surja", y otros nos abrazamos a una farola a ver si nos calienta.
¡Qué viva el amor!, y un poco de sexo ya si eso, aunque sólo sea porque es la cita anual obligada de las parejas.
Y démonos con un canto en los dientes, que tampoco estamos tan mal en esto del amor. Sobre todo, si te das un paseo por diarios que publicaron estas noticias para enmarcar en madera de roble y colgarlas en el salón.
Disfruten de San Valentín mientras les dejen, que a veces, las flechas de Cupido, hijo de la diosa del amor y el dios de la guerra, las carga el diablillo cabrón-picarón. Y si no, pasen y vean...
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