Comprendo que los lectores y la opinión pública en general estén pendientes estos días de la saga socialista Sánchez/Gómez, pero estimo que existen también graves asuntos en otro orden de cosas de los que ocuparse. Sin embargo, por esa razón -y para que puedan ustedes indagar en el imaginario colectivo y en el individual con el fin de intentar llegar a una conclusión sobre el futuro inmediato del PSOE y no robarles tiempo en exceso a causa de la lectura de estas líneas- les informo de que este post será el más corto -si bien espero que sea claro y contundente- de cuantos he publicado hasta el momento. En dos palabras, quisiera decirles que, en cuanto europeo y en cuanto exeurodiputado, estoy avergonzado de la política europea (mejor decir no política) para con la inmigración.
La propia UE se autodefine de la siguiente manera: "La Unión Europea consta de 28 Estados que han decidido poner en común gradualmente sus conocimientos, recursos y destinos. Juntos y durante un periodo de ampliación de más de 50 años, han construido una zona de estabilidad, democracia y desarrollo sostenible, al tiempo que han mantenido la diversidad cultural, la tolerancia y las libertades individuales. La UE se compromete a compartir sus logros y valores con países y pueblos allende sus fronteras".
Por otro lado, siempre he defendido que la Unión debe ser capaz de traducir su gigantismo económico en términos políticos , términos que deben ser específicamente europeos, propios. Y -siguiendo al profesor Christopher Hill- he proclamado que hemos de trabajar para que Europa se asiente en las relaciones internacionales como una potencia civil -Tommaso Padoa-Schioppa, que fue ministro de Economía y Hacienda en el Gobierno italiano de Romano Prodi, autor de la frase "el euro es una moneda sin Estado" y convencido europeísta, denominaba a Europa "forza gentile". El concepto potencia civil implica la construcción de una posición singular europea que pone énfasis más en los instrumentos diplomáticos que en los coercitivos, en el papel central de la mediación a la hora de resolver conflictos, en la importancia de las soluciones económicas a largo plazo para resolver los problemas políticos y en la necesidad de que los pueblos determinen su propio destino. Características que suelen ser ajenas a la actuación de las superpotencias.
En relación a este segundo párrafo, comentar que si bien en el tema de Ucrania es loable que Merkel y Hollande estén actuando siguiendo la filosofía y pautas que he mencionado (instrumentos diplomáticos y mediación), es sin embargo lamentable que lo lleven a cabo en su calidad de mandatarios de dos Estados poderosos de la Unión, pero no propiamente en nombre de esta.
Quiero, empero, ser inmisericorde al comentar la actuación de la UE en lo que respecta al primer párrafo que he transcrito, en el que la misma Unión se autodefine, califica y elogia. Acepto que hemos construido un área de estabilidad y democracia y mantenido la diversidad cultural, pero las libertades individuales están en peligro en algún país, en concreto en la Hungría del ultra nacionalista Viktor Orbán, al tiempo que la tolerancia se resiente en varios de ellos. No obstante, lo más grave en relación al asunto inmigración es que no es cierto que la Unión esté comprometida en "compartir sus logros y valores con países y pueblos allende sus fronteras".
Claro que la inmigración hay que regularla, pero es indigno de una potencia civil y civilizada que tras muchos años en que los condenados (por hambre o por guerra) de la Tierra se ven forzados a huir de esos países "allende nuestras fronteras" y dirigirse hacia nosotros, en muchos casos sean tratados como si no se les considerara seres humanos. El periodista israelí Gideon Levy sostiene que la mayoría de la sociedad de su país no considera a los palestinos seres humanos iguales, con lo que queda zanjado el problema del necesario respeto a los derechos humanos.
Y esto referido a los que, jugándosela en el mare nostrum, logran llegar a orillas en las que en ocasiones son recibidos a pelotazos de goma o sofisticados instrumentos que no expresan precisamente valores solidarios. Como continuamente se informa, centenares de personas perecen ahogadas o incluso mueren de frío, a veces a bordo de barcos que les han recogido, pero carentes de los medios para evitar su fallecimiento. Ante este drama permanente, ¿cómo es posible que Estados nacionales y Comisión Europea no se hayan volcado desde hace mucho tiempo en hacer realidad las intenciones publicitadas en textos escritos? Como sostiene Amnistía Internacional, pareciera que la UE tiene más interés en sellar fronteras que en salvar vidas.
Creo que todos los jefes de Gobierno europeos y sus respectivos ministros de Interior, así como el presidente de la Comisión Europea y los comisarios directa o indirectamente concernidos por este asunto, deberían tener en sus despachos un simple cartel con este texto de Virgilio: "¿Qué raza de hombres es esta o qué nación tan bárbara que permite un trato semejante prohibiendo que nos acerquemos a sus costas?" (Eneida).
La propia UE se autodefine de la siguiente manera: "La Unión Europea consta de 28 Estados que han decidido poner en común gradualmente sus conocimientos, recursos y destinos. Juntos y durante un periodo de ampliación de más de 50 años, han construido una zona de estabilidad, democracia y desarrollo sostenible, al tiempo que han mantenido la diversidad cultural, la tolerancia y las libertades individuales. La UE se compromete a compartir sus logros y valores con países y pueblos allende sus fronteras".
Por otro lado, siempre he defendido que la Unión debe ser capaz de traducir su gigantismo económico en términos políticos , términos que deben ser específicamente europeos, propios. Y -siguiendo al profesor Christopher Hill- he proclamado que hemos de trabajar para que Europa se asiente en las relaciones internacionales como una potencia civil -Tommaso Padoa-Schioppa, que fue ministro de Economía y Hacienda en el Gobierno italiano de Romano Prodi, autor de la frase "el euro es una moneda sin Estado" y convencido europeísta, denominaba a Europa "forza gentile". El concepto potencia civil implica la construcción de una posición singular europea que pone énfasis más en los instrumentos diplomáticos que en los coercitivos, en el papel central de la mediación a la hora de resolver conflictos, en la importancia de las soluciones económicas a largo plazo para resolver los problemas políticos y en la necesidad de que los pueblos determinen su propio destino. Características que suelen ser ajenas a la actuación de las superpotencias.
En relación a este segundo párrafo, comentar que si bien en el tema de Ucrania es loable que Merkel y Hollande estén actuando siguiendo la filosofía y pautas que he mencionado (instrumentos diplomáticos y mediación), es sin embargo lamentable que lo lleven a cabo en su calidad de mandatarios de dos Estados poderosos de la Unión, pero no propiamente en nombre de esta.
Quiero, empero, ser inmisericorde al comentar la actuación de la UE en lo que respecta al primer párrafo que he transcrito, en el que la misma Unión se autodefine, califica y elogia. Acepto que hemos construido un área de estabilidad y democracia y mantenido la diversidad cultural, pero las libertades individuales están en peligro en algún país, en concreto en la Hungría del ultra nacionalista Viktor Orbán, al tiempo que la tolerancia se resiente en varios de ellos. No obstante, lo más grave en relación al asunto inmigración es que no es cierto que la Unión esté comprometida en "compartir sus logros y valores con países y pueblos allende sus fronteras".
Claro que la inmigración hay que regularla, pero es indigno de una potencia civil y civilizada que tras muchos años en que los condenados (por hambre o por guerra) de la Tierra se ven forzados a huir de esos países "allende nuestras fronteras" y dirigirse hacia nosotros, en muchos casos sean tratados como si no se les considerara seres humanos. El periodista israelí Gideon Levy sostiene que la mayoría de la sociedad de su país no considera a los palestinos seres humanos iguales, con lo que queda zanjado el problema del necesario respeto a los derechos humanos.
Y esto referido a los que, jugándosela en el mare nostrum, logran llegar a orillas en las que en ocasiones son recibidos a pelotazos de goma o sofisticados instrumentos que no expresan precisamente valores solidarios. Como continuamente se informa, centenares de personas perecen ahogadas o incluso mueren de frío, a veces a bordo de barcos que les han recogido, pero carentes de los medios para evitar su fallecimiento. Ante este drama permanente, ¿cómo es posible que Estados nacionales y Comisión Europea no se hayan volcado desde hace mucho tiempo en hacer realidad las intenciones publicitadas en textos escritos? Como sostiene Amnistía Internacional, pareciera que la UE tiene más interés en sellar fronteras que en salvar vidas.
Creo que todos los jefes de Gobierno europeos y sus respectivos ministros de Interior, así como el presidente de la Comisión Europea y los comisarios directa o indirectamente concernidos por este asunto, deberían tener en sus despachos un simple cartel con este texto de Virgilio: "¿Qué raza de hombres es esta o qué nación tan bárbara que permite un trato semejante prohibiendo que nos acerquemos a sus costas?" (Eneida).