Debo reconocer que siempre he sido un poco voyeur, me encanta observar a la gente, sus reacciones, sus comportamientos, el lenguaje no verbal que nos desnuda a todos sin querer... la especie humana es a la vez muy compleja y muy simple, algo que puede ser muy contradictorio, pero que tiene mucho de realidad.
Mi faceta de voyeur la he podido desarrollar con más intensidad gracias a la llegada de internet y el desarrollo de las distintas redes sociales, que ha abierto ante todos los que las utilizamos un mundo con un alcance antes inimaginable. Además mi actividad política me ha ayudado a experimentar con ellas con la intención de estar más cerca de los ciudadanos, entablando una conversación permanente y convirtiéndolo en mi canal principal de escucha a la ciudadanía.
Una gran parte de los que están en la vida pública las utilizan casi exclusivamente como tablón de anuncios, publicitando sus discursos, sus fotos, sus propuestas, pero con poca conversación y escucha de por medio, y este defecto se incrementa cuando el número de seguidores es mayor, seguramente más por falta de capacidad de gestión de todos los mensajes que llegan, que por no querer contestar, aunque de todo hay. A esto le tenemos que unir gran cantidad de ruido que existe en las redes sociales, que hace ininteligible la mayoría de los mensaje e imposible las conversaciones. Por eso hemos visto como muchos políticos de los que las utilizaban acababan abandonándolas, como el caso del presidente de Extremadura José Antonio Monago que justificó el cierre de su cuenta en Twitter por ser "un pudridero de enfermos". Aunque también hay tímidos ejemplos de lo contrario, como el de Pedro Sánchez, que ante una pregunta lanzada por Unicef en Twitter sobre la posición de los políticos sobre la infancia, responde directamente con un tweet desde su perfil.
Pero cuando uno ha pasado muchas horas delante de estas herramientas, utilizándolas y analizándolas, llega a la conclusión de que es posible eliminar el ruido y es entonces cuando deja de ser un tablón de anuncios para convertirse en una herramienta de conversación permanente que nos permite mejorar nuestras actuaciones políticas.
Muchos se preguntaran a qué llamo ruido en una red social, para entender esto hay que ver de que están compuestas las miles de menciones que puede tener una personalidad pública en pocas horas en una red como Twitter: enlaces que se comparten directamente desde un medio digital a través de agregadores de redes sociales que enlazan la noticia con las distintas redes, utilizando como mensaje principal el titular, lo que no permite saber si el que la comparte esta de acuerdo o no, simplemente nos permite saber que lo ha compartido; mensaje de trol y activistas que aprovechan cualquier oportunidad para desprestigiar en el caso de los primeros y alabar en el caso de los segundos; retweet a mensajes que ha puesto otra persona y cuyo número suele ser proporcional al número de seguidores de esa persona. Además para incrementar este ruido existen: bots que lanzan un mismo mensaje desde diferentes perfiles, estrategias de activismo que intentan conseguir que una opinión que puede ser minoritaria se perciba como mayoritaria.
Aunque existe la falsa leyenda de que en la red todos somos iguales y que se ha distribuido el poder de la comunicación, no es cierto del todo, si nos paramos a analizar de quienes son los perfiles más seguidos en las redes sociales comprobaremos que mayoritariamente son de personalidades del mundo analógico, periodistas, famosos por distintas causas, políticos, cantantes, futbolistas... Personas que aparecen en el que sigue siendo el canal por excelencia de masas: la televisión. Los mensajes de estas personas son los que tiene más alcance en las redes sociales.
Cuando conseguimos eliminar todo ese ruido, y les aseguro que se puede eliminar, uno puede detectar si una de las propuestas que ha lanzado es aceptada por una mayoría o no, además de percibir cuales son las verdaderas prioridades y preocupaciones ciudadanas. Es entonces y solo entonces, cuando una herramienta que ha sido mayoritariamente utilizada para propaganda, se convierte en una poderosa herramienta para hacer política de verdad.
Mi faceta de voyeur la he podido desarrollar con más intensidad gracias a la llegada de internet y el desarrollo de las distintas redes sociales, que ha abierto ante todos los que las utilizamos un mundo con un alcance antes inimaginable. Además mi actividad política me ha ayudado a experimentar con ellas con la intención de estar más cerca de los ciudadanos, entablando una conversación permanente y convirtiéndolo en mi canal principal de escucha a la ciudadanía.
Una gran parte de los que están en la vida pública las utilizan casi exclusivamente como tablón de anuncios, publicitando sus discursos, sus fotos, sus propuestas, pero con poca conversación y escucha de por medio, y este defecto se incrementa cuando el número de seguidores es mayor, seguramente más por falta de capacidad de gestión de todos los mensajes que llegan, que por no querer contestar, aunque de todo hay. A esto le tenemos que unir gran cantidad de ruido que existe en las redes sociales, que hace ininteligible la mayoría de los mensaje e imposible las conversaciones. Por eso hemos visto como muchos políticos de los que las utilizaban acababan abandonándolas, como el caso del presidente de Extremadura José Antonio Monago que justificó el cierre de su cuenta en Twitter por ser "un pudridero de enfermos". Aunque también hay tímidos ejemplos de lo contrario, como el de Pedro Sánchez, que ante una pregunta lanzada por Unicef en Twitter sobre la posición de los políticos sobre la infancia, responde directamente con un tweet desde su perfil.
@unicef_es Recordaré mi compromiso con la infancia, como ya hice en otro debate con Rajoy https://t.co/vnA7Ur0GF3 #apuestainfanciaDEN2015
— Pedro Sánchez (@sanchezcastejon) febrero 23, 2015
Pero cuando uno ha pasado muchas horas delante de estas herramientas, utilizándolas y analizándolas, llega a la conclusión de que es posible eliminar el ruido y es entonces cuando deja de ser un tablón de anuncios para convertirse en una herramienta de conversación permanente que nos permite mejorar nuestras actuaciones políticas.
Muchos se preguntaran a qué llamo ruido en una red social, para entender esto hay que ver de que están compuestas las miles de menciones que puede tener una personalidad pública en pocas horas en una red como Twitter: enlaces que se comparten directamente desde un medio digital a través de agregadores de redes sociales que enlazan la noticia con las distintas redes, utilizando como mensaje principal el titular, lo que no permite saber si el que la comparte esta de acuerdo o no, simplemente nos permite saber que lo ha compartido; mensaje de trol y activistas que aprovechan cualquier oportunidad para desprestigiar en el caso de los primeros y alabar en el caso de los segundos; retweet a mensajes que ha puesto otra persona y cuyo número suele ser proporcional al número de seguidores de esa persona. Además para incrementar este ruido existen: bots que lanzan un mismo mensaje desde diferentes perfiles, estrategias de activismo que intentan conseguir que una opinión que puede ser minoritaria se perciba como mayoritaria.
Aunque existe la falsa leyenda de que en la red todos somos iguales y que se ha distribuido el poder de la comunicación, no es cierto del todo, si nos paramos a analizar de quienes son los perfiles más seguidos en las redes sociales comprobaremos que mayoritariamente son de personalidades del mundo analógico, periodistas, famosos por distintas causas, políticos, cantantes, futbolistas... Personas que aparecen en el que sigue siendo el canal por excelencia de masas: la televisión. Los mensajes de estas personas son los que tiene más alcance en las redes sociales.
Cuando conseguimos eliminar todo ese ruido, y les aseguro que se puede eliminar, uno puede detectar si una de las propuestas que ha lanzado es aceptada por una mayoría o no, además de percibir cuales son las verdaderas prioridades y preocupaciones ciudadanas. Es entonces y solo entonces, cuando una herramienta que ha sido mayoritariamente utilizada para propaganda, se convierte en una poderosa herramienta para hacer política de verdad.