Si se hiciera un estudio sociológico en nuestro país sobre la nueva política y si ha llegado de la mano de algún partido, seguramente una gran mayoría de ciudadanos indicarían que Podemos o Ciudadanos representan a la nueva política. Pero si nos paramos a analizar las prácticas y trayectorias de estos nuevos partidos comprobaremos que la nueva política todavía no ha llegado. Es posible que su llegada venga de la mano de los nuevos partidos. Pero también puede ser que venga -y esta es mi predicción-, de mano de alguno de los partidos tradicionales; siempre y cuando sus líderes tengan la capacidad de adaptarse a la nueva sociedad y conseguir vencer las resistencias para permitir la implantación de nuevas formas. La nueva política llegará de la mano de políticos con nuevas actitudes y no de partidos con nuevos nombres.
La nueva política se tiene que parecer a la nueva sociedad, y evolucionar al ritmo que esta cambia. No es suficiente que un partido se adapte a las nuevas prácticas de forma puntual. Deben contemplar mecanismos que permitan la actualización permanente en una sociedad que cambia a gran velocidad. Ahora más que nunca necesitamos partidos flexibles en las prácticas, algo que no debemos confundir con la flexibilidad en las ideas que defiende algunos al más puro estilo marxista, pero de Groucho Marx: "Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros."
No identifico en los nuevos partidos cambios tan sustanciales como para poder decir que son los representantes de la nueva política. Es cierto que partidos como Podemos han puesto en marcha prácticas como el debate a través de su Plaza Podemos, pero es algo muy parecido a la plataforma de Diálogos en Red que puso en marcha hace tiempo el PSOE, y que ahora lo ha transformado en Mi PSOE, igual que esto muchas otras prácticas, pero que tienen más eco cuando son llevadas a cabo por los nuevos partidos, que por partidos tradicionales, por la pérdida del derecho a ser escuchado que sufren.
Las nuevas formas en la política vendrán de la mano de nuevos liderazgos que no tienen por qué ser ejercidos necesariamente por personas sin trayectoria política o jóvenes. Es más, creo que una persona con trayectoria política en cualquier nivel, tendrá mayor capacidad de detectar cuáles son los defectos y cómo adaptar la organización a las nuevas formas que imperan en la sociedad. Sin duda, es cierto que una organización política con amplia trayectoria y mucha historia encontrará más resistencias a lo nuevo, pero también lo es que posee una experiencia y una estructura capaz de hacer frente con garantías a los cambios.
Son necesarios políticos que tengan la capacidad de entender la nueva sociedad en la que las empresas están cambiando la palabra competencia por la de colaboración, que empiezan a compartir espacio de trabajo y sinergias. Donde las personas están cambiando los proyectos individuales por proyectos colectivos; donde los ciudadanos ya no solo quieren participar a través de representantes, sino que lo quieren hacer directamente; donde todos utilizamos la red para relacionarnos, conversarnos, crear, consumir,...
También son imprescindibles organizaciones políticas que abran sus puertas para que los ciudadanos se acerquen a aportar ideas, propuestas y críticas, y no solo a escuchar a los dirigentes; que utilicen a sus militantes como embajadores que escuchan la opinión de la calle y que no actúan como clones que replican el mensaje que les llega de arriba. Con ciudadanos que se acercan a las distintas organizaciones política sin miedo a que les señalen o les etiqueten.
La nueva política tiene que ir asociada de forma imprescindible a líderes que tengan la capacidad de imponer nuevas formas en la organización, algo que no podrán hacer solos. Deberán rodearse del equipo de los mejores, que no tienen por qué ser los mejor titulados, pero sí los mejores para entenderá la sociedad y para implantar los cambios necesarios, superando las resistencias, siguiendo la teoría de que su liderazgo será más fuerte si sus colaboradores son mejores incluso que él. También implicando y haciendo cómplices a todos los que forman parte de la organización de esos nuevos cambios, y utilizando todo el talento existente, escuchando a los críticos para mejorar, y desterrando la práctica tan común en todas las organizaciones, no solo en las políticas, de eliminar al que puede hacerl sombra y reduciendo al mínimo los rivales porque ello permitirá controlar mejor la organización.
La nueva política se tiene que parecer a la nueva sociedad, y evolucionar al ritmo que esta cambia. No es suficiente que un partido se adapte a las nuevas prácticas de forma puntual. Deben contemplar mecanismos que permitan la actualización permanente en una sociedad que cambia a gran velocidad. Ahora más que nunca necesitamos partidos flexibles en las prácticas, algo que no debemos confundir con la flexibilidad en las ideas que defiende algunos al más puro estilo marxista, pero de Groucho Marx: "Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros."
No identifico en los nuevos partidos cambios tan sustanciales como para poder decir que son los representantes de la nueva política. Es cierto que partidos como Podemos han puesto en marcha prácticas como el debate a través de su Plaza Podemos, pero es algo muy parecido a la plataforma de Diálogos en Red que puso en marcha hace tiempo el PSOE, y que ahora lo ha transformado en Mi PSOE, igual que esto muchas otras prácticas, pero que tienen más eco cuando son llevadas a cabo por los nuevos partidos, que por partidos tradicionales, por la pérdida del derecho a ser escuchado que sufren.
Las nuevas formas en la política vendrán de la mano de nuevos liderazgos que no tienen por qué ser ejercidos necesariamente por personas sin trayectoria política o jóvenes. Es más, creo que una persona con trayectoria política en cualquier nivel, tendrá mayor capacidad de detectar cuáles son los defectos y cómo adaptar la organización a las nuevas formas que imperan en la sociedad. Sin duda, es cierto que una organización política con amplia trayectoria y mucha historia encontrará más resistencias a lo nuevo, pero también lo es que posee una experiencia y una estructura capaz de hacer frente con garantías a los cambios.
Son necesarios políticos que tengan la capacidad de entender la nueva sociedad en la que las empresas están cambiando la palabra competencia por la de colaboración, que empiezan a compartir espacio de trabajo y sinergias. Donde las personas están cambiando los proyectos individuales por proyectos colectivos; donde los ciudadanos ya no solo quieren participar a través de representantes, sino que lo quieren hacer directamente; donde todos utilizamos la red para relacionarnos, conversarnos, crear, consumir,...
También son imprescindibles organizaciones políticas que abran sus puertas para que los ciudadanos se acerquen a aportar ideas, propuestas y críticas, y no solo a escuchar a los dirigentes; que utilicen a sus militantes como embajadores que escuchan la opinión de la calle y que no actúan como clones que replican el mensaje que les llega de arriba. Con ciudadanos que se acercan a las distintas organizaciones política sin miedo a que les señalen o les etiqueten.
La nueva política tiene que ir asociada de forma imprescindible a líderes que tengan la capacidad de imponer nuevas formas en la organización, algo que no podrán hacer solos. Deberán rodearse del equipo de los mejores, que no tienen por qué ser los mejor titulados, pero sí los mejores para entenderá la sociedad y para implantar los cambios necesarios, superando las resistencias, siguiendo la teoría de que su liderazgo será más fuerte si sus colaboradores son mejores incluso que él. También implicando y haciendo cómplices a todos los que forman parte de la organización de esos nuevos cambios, y utilizando todo el talento existente, escuchando a los críticos para mejorar, y desterrando la práctica tan común en todas las organizaciones, no solo en las políticas, de eliminar al que puede hacerl sombra y reduciendo al mínimo los rivales porque ello permitirá controlar mejor la organización.