Lo sucedido en el barrio de Gamonal de Burgos recuerda en cierta forma a los hechos del parque Gezi en Estambul o a los de la plaza Tahrir de El Cairo en el estallido de la Primavera Árabe. En Gezi, como en Gamonal, las protestas se iniciaron por unos motivos que difícilmente justifican una movilización ciudadana semejante, y es que detrás del origen aparente de los conflictos surgidos en estos espacios públicos, se esconden las auténticas razones de los mismos: el hastío y el hartazgo de los ciudadanos por la soberbia con que actúan quienes nos gobiernan.
Mientras que el Gobierno ha interpretado las movilizaciones como gestos de rebeldía tachados de violencia urbana cuando no de terrorismo encubierto, el ciudadano las ha entendido como la ocasión para solidarizarse con una causa que considera justa y se ha visto reflejado en ellos: Todos somos Gamonal, todos decimos ¡Basta ya!.
Gamonal, como Gezi o Tahrir, representan el agotamiento de un ciudadano con pocas posibilidades de actuar y desorientado a la hora de manifestar su descontento, pero que va a aprovechar cualquier ocasión en la que pueda hacer oír su voz. Frente a las redes sociales, que reflejan un descontento inofensivo e inmovilista, la calle simboliza el espacio donde pueden comenzar las aventuras más bonitas y materializarse los sueños más hermosos.
Harían bien los Gobiernos moderando la soberbia con que actúan; harían bien en mostrar menos arrogancia y más humildad, y contar con un ciudadano cada vez más concienciado, que exige rendirle cuentas a quien gobierna.
Más allá de unos bellos árboles en un parque encantador, más allá de unas plazas de aparcamiento en un barrio popular, se agazapa la indignación de un gigante dormido que comienza a desperezarse ya.
No lo olvides presidente, ministro, secretario, subsecretario, alcalde, concejal: la calle nunca ha sido tuya, la calle es nuestra.
Y en homenaje a esos vecinos del Gamonal que con su ejemplo prendieron la llama de la rebeldía y la solidaridad en todos nosotros, y a la obstinación que les ha llevado a conseguir lo que buscaban, aquí os presento este plato: Revuelta de morcilla de Burgos con un par de huevos, los que han mostrado tener todos ellos para salirse con la suya.
Te sugiero que lo revuelvas todo bien antes de comerlo, que los huevos impregnen con su sabor y simbolismo el plato...el resultado no puede ser más satisfactorio.
Que cunda el ejemplo y os aproveche.
NECESITARÁS (para 4 personas)
- 1 morcilla de Burgos de 300gr aproximadamente
- 1 manzana gordita
- 1 puñadito de piñones
- 1 puñadito de pasas
- 1 copa de Oporto
- 10 huevos
- 2 patatas medianas (200gr aproximadamente)
- Pan de hogaza
- Un puñado de quicos o harina de maíz
- Aceite
- Sal
- Una cucharada de azúcar
ELABORACIÓN
- Quítale la tripa a la morcilla, deshazla y sofríela.
- Sofríe los piñones e incorpóralos a la morcilla.
- Mete las pasas en el Oporto y ponlas 1' al microondas a potencia máxima para hidratarlas y que cojan el saborcillo del vino. Incorpóralas a la morcilla.
- Pela y corta la manzana en gajos y caramelízalos con la cucharada de azúcar y un poquito de aceite, procediendo de la misma forma que te indiqué en la receta del 30/12/13 (Apechugas Triple A, en www.cocinaparaindignados.com). Una vez hechas, córtalos en trocitos pequeños y añádelos a la morcilla. Mezcla todo muy bien.
- En un mortero pica el puñado de quicos.
- Bate dos huevos como para tortilla.
- Haz bolas con la preparación de morcilla y pásalas por el huevo, los quicos (o la harina de maíz, aunque con quicos adquieren un toque mucho más bueno al ser un molido menos fino), de nuevo el huevo y sofríelas en abundante aceite. Ya tienes unas albóndigas de morcilla.
- En una tacita de café pon un trozo de papel film. Echa un hilillo de aceite, casca un huevo y ponlo encima, salpimienta y cierra o anuda con cuidado de que no se salga (utiliza una pinza si es necesario). Procede de la misma forma con el resto de huevos y sumerge en agua hirviendo durante 3'-4'. Ya tienes unos huevos escalfados.
- Pela las patatas, lávalas y córtalas muy finas para hacer patatas paja. Sofríe en abundante aceite y cuando estén pásalas por papel absorbente para eliminar el exceso de grasa.
- Emplatado: coloca un cordón de patatas y sobre el mismo 2 ó 3 albóndigas de morcilla de Burgos, según tamaño, y un par de huevos escalfados a los lados custodiando el conjunto. Acompaña con buen pan de hogaza.
- Para mojar y no parar hasta borrarle el dibujo a la porcelana del plato.
NOTA
Si tienes tiempo o te atreves (es muy sencillo) puedes hacer unos nidos con las patatas. Para ello utiliza un colador y dispón las patatas dentro pegadas a las paredes. Coge otro colador que encaje en el anterior y lo ajustas por dentro. Sumerge en abundante aceite (debe estar muy caliente) y cuando adquieran las patatas un bonito color dorado los sacas, desmoldas con cuidado y dejas enfriar. Ya tienes unos nidos o cestas de patatas. Coloca un huevo y una albóndiga dentro de cada nido. La presentación de esta manera es espectacular.
MÚSICA PARA ACOMPAÑAR
Para la elaboración: Zombie, The Cramberries.
Para la degustación: Sail, Awolnation.
VINO RECOMENDADO
Gomellano, cr.11. DO Ribera del Duero.
DÓNDE COMER
En mesita de camping y en la calle, en la plaza o en el parque, porque es comida popular aunque elegante y muy de aire libre. Además, transformada la morcilla en albondiguilla se convierte metafóricamente en un arma arrojadiza muy conveniente para soltar lastre con facilidad o mandar a freír morcillas a quien se lo merezca.
QUÉ HACER PARA COMPENSAR LAS CALORÍAS
Si has decidido comerlas al aire libre es porque tienes razones para ello más allá de las puramente lúdicas. Paséate, déjate ver, por la calle, por la plaza, por el parque y no descanses hasta que te sientas saciado, como si fuera tuya, que lo es.