Querida hija:
"Eres mi persona favorita en el mundo entero" no es algo que vuelvas a escuchar de mi boca. No sólo es injusto para Papá, sino que además no le sentará muy bien a tu hermana pequeña cuando nazca y aprenda a hablar. Pero, de momento, me cuesta mucho no seguir pensándolo.
Tú, tú y tú. Tú eres quien me derrite el corazón. Tú me enseñaste lo que significa el amor salvaje, incontrolable, ilimitado e incondicional. Tú lo cambiaste todo. Tú me convertiste en madre.
Y aunque dejes de ser mi única hija, mi única niña, siempre serás la primera.
Eres la primera que ha hecho que me olvide de mí misma. Eres la primera persona a quien he dicho te quiero más de diez veces al día. Eres el primer ser humano al que le he tomado la temperatura, al que le he sonado la nariz y en cuyos proyectiles de vómito he dormido por estar demasiado cansada como para limpiarlos.
Contigo he cometido mis primeros errores maternales, como dejar que te caigas de la cama al suelo. ¿Quién iba a pensar que podías rodar? Gracias por no hacerte daño y también por no guardarme rencor.
Nuestro bebé llegará pronto, pero aunque dejes de ser mi única hija, probablemente seguirás siendo la única niña que sabe lo que es tener toda mi atención. Porque, ¿cómo puedo evitar dejar de pensar en ti?
Estas ideas me hacen sentir culpable, pero, bueno, tu hermana también tendrá algunas ventajas. No me puedo imaginar que ella llegue a aburrirse; sería imposible contigo y tu interminable repertorio de canciones, bailes, trajes y trucos de magia. Estoy impaciente por ver cómo te mira.
A ti. Tú fuiste mi primer recién nacido, mi primer bebé, mi primera niña, mi primera preescolar. Y eres la única que sigue sorprendiéndome cada día. Eres esa intrépida exploradora que me lleva de la mano hacia el futuro. Estás en todos mis pensamientos y en todos mis sueños y en todos los deseos que le pido a las estrellas.
Por tanto, cuando te sientas frustrada porque estoy dando de mamar a tu hermana en vez de jugar a los disfraces o porque me pongo seria contigo y no con ella (será sólo un bebé) o porque no puedo dejar de decir lo mona que es (a Mamá le gustan los bebés tanto como a ti los ponis), recuerda que hay amor de sobra para ambas, gracias al hueco sin fondo que has creado en mi corazón.
Tú, tú y tú. Siempre serás mi primera.
Este post apareció originalmente en Carriage Before Marriage.
Foto de Genevieve Elaine Photography
Este artículo fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Marina Velasco Serrano.
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"Eres mi persona favorita en el mundo entero" no es algo que vuelvas a escuchar de mi boca. No sólo es injusto para Papá, sino que además no le sentará muy bien a tu hermana pequeña cuando nazca y aprenda a hablar. Pero, de momento, me cuesta mucho no seguir pensándolo.
Tú, tú y tú. Tú eres quien me derrite el corazón. Tú me enseñaste lo que significa el amor salvaje, incontrolable, ilimitado e incondicional. Tú lo cambiaste todo. Tú me convertiste en madre.
Y aunque dejes de ser mi única hija, mi única niña, siempre serás la primera.
Eres la primera que ha hecho que me olvide de mí misma. Eres la primera persona a quien he dicho te quiero más de diez veces al día. Eres el primer ser humano al que le he tomado la temperatura, al que le he sonado la nariz y en cuyos proyectiles de vómito he dormido por estar demasiado cansada como para limpiarlos.
Contigo he cometido mis primeros errores maternales, como dejar que te caigas de la cama al suelo. ¿Quién iba a pensar que podías rodar? Gracias por no hacerte daño y también por no guardarme rencor.
Nuestro bebé llegará pronto, pero aunque dejes de ser mi única hija, probablemente seguirás siendo la única niña que sabe lo que es tener toda mi atención. Porque, ¿cómo puedo evitar dejar de pensar en ti?
Estas ideas me hacen sentir culpable, pero, bueno, tu hermana también tendrá algunas ventajas. No me puedo imaginar que ella llegue a aburrirse; sería imposible contigo y tu interminable repertorio de canciones, bailes, trajes y trucos de magia. Estoy impaciente por ver cómo te mira.
A ti. Tú fuiste mi primer recién nacido, mi primer bebé, mi primera niña, mi primera preescolar. Y eres la única que sigue sorprendiéndome cada día. Eres esa intrépida exploradora que me lleva de la mano hacia el futuro. Estás en todos mis pensamientos y en todos mis sueños y en todos los deseos que le pido a las estrellas.
Por tanto, cuando te sientas frustrada porque estoy dando de mamar a tu hermana en vez de jugar a los disfraces o porque me pongo seria contigo y no con ella (será sólo un bebé) o porque no puedo dejar de decir lo mona que es (a Mamá le gustan los bebés tanto como a ti los ponis), recuerda que hay amor de sobra para ambas, gracias al hueco sin fondo que has creado en mi corazón.
Tú, tú y tú. Siempre serás mi primera.
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Este artículo fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Marina Velasco Serrano.
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