El documental Robles, duelo al sol por fin verá la luz en el 18º Festival de Cine de Málaga, que se está celebrando del 17 al 26 de abril, después de dos años y medio de trabajo y búsqueda intensa.
El caso Robles es un tema histórico, que ha seguido dando que hablar a lo largo del tiempo. Los motivos todavía hoy no han sido desvelados, pero la investigación que llevó a cabo el novelista americano John Dos Passos sobre su amigo José Robles Pazos, traductor al español de su obra Manhattan Transfer es el tema central de este documental. Gracias a la colaboración de su nieto, John Dos Passos Coggin, la película ha podido traer al presente una relación de amistad fraternal cuya conclusión sólo la podrá deducir el público.
La desaparición de José Robles Pazos fue trascendental para John Dos Passos: marcó el final de su relación con la Internacional Comunista; rompió su amistad con Ernest Hemingway, y su carrera como escritor reconocido en Estados Unidos hasta el año 1937 dio un giro de trescientos sesenta grados.
John Dos Passos fue el primer escritor americano de su generación que tuvo interés por la cultura española, mucho antes que Ernest Hemingway. Conoció a José Robles Pazos en su primer viaje a España, en 1916. Dos Passos entró en contacto con el círculo pedagógico de la Institución Libre de Enseñanza, la Residencia de Estudiantes y los cursos de verano para extranjeros del Centro de Estudios Históricos, que dirigía Ramón Menéndez Pidal. Dentro de este gran proyecto educativo e innovador, estaba del Instituto-Escuela, donde José Robles era profesor. Los ideales de dos jóvenes comprometidos con el cambio político se unieron en la ilusión de una España renovada libre de terratenientes, sin el yugo eclesiástico que dividía al pueblo en dos clases sociales extremadamente opuestas.
Dos Passos fue introducido en las tertulias de los cafés por los amigos de la Institución, lugar de encuentro con lo más granado de la intelectualidad y lugar de debate político, como también lo fue la tertulia del Ateneo de Madrid que José Robles también frecuentaba, donde los dos coincidirían con Julio Álvarez del Vayo.
En 1920, la Junta de Ampliación de Estudios (JAE) concede una beca a Robles para viajar a la Universidad Johns Hopkins en Baltimore como lector de español primero y profesor asociado más tarde. Fueron más de 16 años consagrados a la enseñanza de la literatura española, donde fraguó su amistad con Dos Passos, y desde donde cada año regresaba a Madrid con su familia, durante sus vacaciones de verano.
En julio 1936 comienza la guerra. Robles se ofrece al Gobierno de la República, dado su manejo del ingles, francés y un poco de ruso. Es asignado como jefe de relaciones con la prensa internacional del Ministerio de Estado y más tarde como hombre de contacto del General ruso Vladimir Gorev, que dominaba el inglés después de una prolongada estancia en Estados Unidos. Tras esta carrera ascendente al servicio del Estado, y mientras luchaba por sus ideales, es destinado a Valencia a trabajar con la Embajada Rusa. En esa ciudad le hacen desaparecer. Ese es el final de Robles.
No hay cuerpo, no hay certificado de defunción. Sólo quedan la viuda y dos hijos, expulsados de su casa en pleno bando republicano. Hay muchas especulaciones, mucho miedo tapado con el silencio y ninguna respuesta. ¿Tenía Robles todas las de perder? ¿Fue justificada esta muerte? ¿Hubo juicio? ¿Cuántas personas desaparecieron de esta manera? ¿El caso Robles se les fue de la mano a los republicanos? ¿Vale la pena el dolor de una familia para poder salvar el honor de un país?.
El punto de partida era complicado para la investigación en el año 2013. No teníamos testimonios vivos directos, el material de archivo era escaso. Daba la sensación de que alguien se hubiera tomado el interés de hacer desaparecer la documentación sobre José Robles en nuestro país. Únicamente partíamos de tres obras importantes: El ensayo de Ignacio Martínez de Pisón, Enterrar a los muertos; el libro de Stephen Koch, La ruptura: Hemingway, Dos Passos y el asesinato de José Robles e Idealistas bajo las balas de Paul Preston.
Este último me dio las claves del ángulo periodístico de los corresponsales de guerra internacional; muchos de ellos hacen referencia a Robles en sus memorias. El recorrido que hacían a diario desde el hotel Florida al edificio de telefonica, donde estaba la oficina de Propaganda, estaba plasmado por la película de Tierra española de Joris Ivens, que había estado rodando John Dos Passos en 1937.
Cuando escribí a la familia Dos Passos, la respuesta fue inmediata a través del chat de Facebook: "El caso Robles ha seguido dando vueltas en mi familia todo este tiempo". Sin su ayuda, habría sido imposible hacer este documental .
El primer contacto con la Universidad Johns Hopkins en Baltimore fue a través de su decana en aquel momento, Katherine Newman: "Esta es la historia de un miembro del claustro de nuestra universidad. Contad con todo nuestro apoyo".
Cuando escribí a Luis Azcárate, 94 años, amigo personal de Miggie Robles, hija de José Robles, me escribió de vuelta como si hubiera estado esperando este mensaje desde hace años: "En cuanto puedas, veámonos." Gracias a nuestras largas charlas y mis incesantes consultas, con datos que ni él mismo conocía, he podido avanzar en este puzzle. También a través suyo pude acceder Mauricio Ortiz Robles en México D.F., hijo de Miggie Robles, que nos dado su energía y su generoso apoyo.
También la familia de Ramón Robles, hermano de Pepe y militar en el bando fransquista, ha sido imprescindible, ya que su testimonio no se había oído nunca, y sin embargo se han alimentado muchas polémicas sobre la relación entre los hermanos. Su hija menor, Carmen Robles Segura accedió a poner vos a esa otra parte de la familia.
Pero uno de los personajes de esta historia sobre el que nadie había escrito era Margarita Fernández Villegas, clave de esta investigación. Mujer luchadora de familia liberal, alumna de la Institución Libre de Enseñanza que se exilió en México, era amiga de Zenobia Camprubí, María Teresa León, Isabel Oyarzábal, Concha Méndez, y compañera de Bellas Artes de Rosa Chacel. Márgara, como la llamaban los amigos era familia de Julián Besteiro y de Luis Zulueta, y es quien nos ha ayudado a colocar algunas piezas en su lugar, y cuya correspondencia desgarradora custodia la Universidad Johns Hopkins a la que generosamente hemos podido tener acceso.
El vínculo entre Dos Passos y José Robles sigue latente a pesar del tiempo y de los complicados acontecimientos vividos durante nuestra guerra civil, en la que se mezclaron ideales, ilusión, hermandad y mucha desgracia. Una guerra civil propia, cuyos hilos movieron otros: otros intereses, otras personas, otras potencias... en medio de aquel desmán, las circunstancias fueron cambiando para las personas y la ilusiones quedaron engullidas el dolor.