"Detrás de los demagogos y populistas de todo signo hay millones de personas que no lo son, que quieren las cosas de los seres humanos normales".
Mariano Rajoy
(Convención del PP de 11/4/15)
¿Qué es ser normal? ¿Cómo se define una persona normal? ¿Qué la distingue del que no lo es? Y si la distingue, ¿en qué medida es normal? El tortuoso camino de la normalidad pasa por la aceptación de un patrón que indique lo que es normal y lo que deja de serlo; un patrón que no exalte la diferencia como un valor, sino que la excluya. Si fuésemos un número del 1 al 100 en una serie estadística, seríamos normales si por nacimiento matemático estuviéramos ubicados entre 33 y 66.Y en esa larga calle de 100 números, todos aquellos que viviesen fuera de esa horquilla habrían dejado de ser estadísticamente normales, y aquellos otros ubicados en sus límites lo harían perdidos en la incertidumbre de si ser 33 o 66 sería políticamente correcto o el ala crítica de lo que se considera normal.
Algo parecido sucede en la política y en la vida, según Mariano Rajoy y el PP, o al menos, es lo que se deduce del discurso del primero en la última convención del partido. Ubicado éste desde el 33 al 66, y anclado aquél en el 50, todo lo que se sitúa fuera de su argumento es populista o demagógico y, por supuesto, alejado de las cosas que desean los seres humanos normales. Es muy difícil encontrar en política una expresión tan violenta como ésta. Puede haber discursos más duros y soeces, pero ninguno con la brutalidad salvaje que implica la sutil utilización del término normal, un insulto directo escupido a la cara de quienes no piensan como él: todo lo que no es PP es anormal. El PP es el partido de los seres humanos normales.
Pero, ¿qué cosas desea Mariano Rajoy para los seres humanos normales? ¿Es de personas normales aceptar la miseria de trabajos mal remunerados, asumir la pérdida de derechos derivada de su reforma laboral, doblegarse ante una ley de seguridad ciudadana anticiudadana? ¿Es de personas normales consentir el desmantelamiento de la educación y la sanidad públicas y convertir en mercancía una justicia cada vez más cara? ¿Admitir como irremediable la desigualdad y la pobreza? ¿O acaso es de personas normales tener que tolerar la corrupción generalizada y a mafiosos como Rato y Bárcenas? Lo normal, precisamente, debería ser unirse y luchar por todo lo contrario. Así que, si estas cosas definen a los seres humanos normales, me quedo en el espacio habitado por los anormales; esos que se sitúan del 1 al 32 y del 67 al 100, fuera de la horquilla de la normalidad mariana, en ese lugar donde el bien común se tiene como objetivo y la diferencia se acepta como un valor enriquecedor en el que caben todos..., hasta los números primos.
Los huevos duros suelen tener la clara blanca; es lo normal. Pero pueden presentarse con los colores del arco iris, y no por ello son anormales; ser, sencillamente, diferentes. Porque a pesar de mostrarse distintos y sin haber alterado su naturaleza, siguen siendo huevos duros. Pasa algo similar con quienes no pensando como Mariano seguimos sintiéndonos seres muy humanos y muy normales... Eso sí, algunos, afortunadamente, con ese puntito de locura que da color a la vida.
Que esta receta nos sirva para celebrar la diferencia como el motor de arranque que nos impulse a avanzar y mejorar: Huevos Mr. Hyde, los huevos de los seres humanos normales, pero diferentes. Porque si Stevenson creaba una metáfora sobre el bien y el mal, lo ético y la moral, estos huevos rellenos se nos presentan como un bocado que nos enseña a exaltar lo distinto sin modificar por ello su esencia, y sin más ataduras que la imaginación. El cromatismo y el sabor llevados al centro de la mesa.
Que los disfrutes.
NECESITARÁS (para 4 personas)
- 8 huevos.
- 2 latas pequeñas de atún en aceite.
- ½ cebolleta.
- 2 pimientos del piquillo.
- 3 cucharadas de mahonesa.
- 1 cucharadita de ajoaceite.
- Brotes verdes o unas hojas de lechuga.
- Colorante alimenticio líquido.
ELABORACIÓN
- Cuece los huevos introduciéndolos en agua hirviendo durante 10'-12' según tamaño. Pasado ese tiempo, sumérgelos en agua fría. Una vez fríos, pélalos con cuidado y los lavas para que no quede ningún resto de cáscara. Córtalos en mitades longitudinales, extrae las yemas y reserva.
- Vierte el colorante en tazones con agua en la proporción que te indica el fabricante y atendiendo al tono que desees e introduce las claras. Deben reposar sumergidas al menos ½ h para que el color se vaya fijando.
- Mientras, mezcla las yemas con los pimientos y la media cebolleta bien picados y el resto de los ingredientes (desechando el aceite del atún). Pásalo por la batidora y deja reposar la mezcla en la nevera 1h.
- Saca de la nevera las claras y sécalas bien con papel absorbente. Introduce la mezcla en una manga pastelera y rellena los Mr. Hyde.
- Emplatado: en una fuente dispón un lecho de brotes verdes o de lechuga y sobre el mismo los huevos.
Sencillísimo, fácil, económico y delicioso.
NOTA
Puedes adornar tus Mr. Hyde con tiritas de pimiento o aceitunas, o espolvorear sobre ellos perejil, orégano o tomillo El colorante alimenticio se encuentra sin problema en supermercados y tiendas especializadas. Si no quieres utilizarlo, puedes conseguir un precioso color entre rosa y amoratado sumergiendo las claras en el caldo de la cocción de la remolacha y dejándolas reposar unas horas en la nevera, entre 6 y 24, según el tono que desees conseguir.
MÚSICA PARA ACOMPAÑAR
Para la elaboración: Children of the sun, Nightstalker
Para la degustación: Electric worry, Clutch
VINO RECOMENDADO
Fuentespina rosado12. DO Ribera del Duero
DÓNDE COMER
En mesa grande, bien concurrida de aperitivos donde tus Mr Hyde sean los protagonistas absolutos, envueltos en risas y buena conversación, y rodeados de seres humanos normales, esos con los que llevas tiempo compartiendo la vida...más allá de lo que piensan.
En una merienda infantil, te aseguro que se convertirán en los protagonistas absolutos de la fiesta.
QUÉ HACER PARA COMPENSAR LAS CALORÍAS
Tampoco mucho, cualquier cosa anormal que se nos ocurra, si tomamos como normal continuar sentados sin hacer nada.