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Las mosquiteras impregnadas de insecticida son una de las medidas más eficaces y baratas para proteger de la malaria a mujeres embarazadas, sus hijos y sus familias.
En los 8 años que han pasado desde que se conmemoró por primera vez el Día Mundial del Paludismo, millones de mujeres y niños han seguido muriendo a causa de una enfermedad que es prevenible y tratable. La malaria se lleva cada día las vidas de más de 1200 niños menores de 5 años; o lo que es lo mismo, 50 niños cada hora.
Empecé a centrarme en la malaria durante el embarazo mientras trabajaba en Ruanda, donde descubrí una tendencia alarmante: muchas mujeres embarazadas tenían el parásito de la malaria, pero la mayoría estaban asintomáticas. Ni sospechaban que tenían la malaria ni trataban de averiguar si estaban infectadas.
La realidad es que las mujeres son particularmente vulnerables a la infección con el parásito de la malaria durante el embarazo, porque sus defensas disminuyen. Durante ese periodo, la infección pone en riesgo la vida de la madre y del bebé. Se estima que cada año se producen 10.000 muertes de madres, y entre 75.000 y 200.000 de niños menores de un año en el África Subsahariana.
La tragedia es que estas muertes son prevenibles con intervenciones baratas y sencillas: la administración de un eficaz tratamiento antimalaria durante las visitas prenatales, y dormir bajo una mosquitera con insecticida.
La Organización Mundial de la Salud recomienda que las mujeres reciban cuatro dosis de un medicamento preventivo anti malaria durante sus visitas prenatales, que deriva en un tratamiento preventivo intermitente durante el embarazo. Esta medicación es increíblemente barata: una tableta cuesta 4 céntimos, y una dosis cuesta 12. Proteger a una mujer durante todo el embarazo cuesta menos de 50 céntimos.
©UNICEF/NYHQ2009-0462/Gangale
Una mujer embarazada en Nigeria muestra un paquete del tratamiento preventivo contra la malaria.
En 2014, en África subsahariana, la sorprendente cifra de 28 millones de bebés y muchas más madres no registradas no recibieron el tratamiento. Entre los efectos de no administrarlo, está un bajo peso al nacer: bebés nacidos antes de llegar a término, anemia de la madre y del bebé, hemorragia de la madre o, lo peor, su muerte.
Además, las mujeres de las áreas rurales están en desventaja: solo 4 de cada 10 mujeres embarazadas de las áreas rurales de África Subsahariana acuden a las cuatro visitas prenatales recomendadas, en comparación con las 7 de cada 10 que viven en áreas urbanas. En algunos países, la desigualdad en la cobertura es incluso peor: por ejemplo, en Togo, 2 de cada 3 mujeres de zonas urbanas reciben el tratamiento, frente a la 1 de cada 3 que lo hace en el campo.
Las mosquiteras con insecticida impregnado, especialmente las de larga duración, son uno de los métodos más baratos y eficaces para proteger a las mujeres embarazadas, sus hijos y sus familias: 5 dólares incluyendo el envío, menos que una taza de café. El mundo celebraba recientemente la distribución de más de 600 millones de mosquiteras. Sin embargo, estas impresionantes cifras esconden grandes desigualdades, sobre todo cuando se trata de lograr que una mujer embarazada duerma bajo una mosquitera.
Por ejemplo, mientras que en República Democrática del Congo se ha dado el increíble paso de pasar de un 6% de mujeres embarazadas que dormían con mosquitera en 2007 a un 56% en 2014, su vecino Congo apenas ha pasado del 6% de 2005 a un 26% en 2012. La diferencia está en la financiación y en la investigación: la República Democrática del Congo ha recibido importantes fondos para luchar contra la malaria, procedentes de donantes como el Fondo Mundial de lucha contra el SIDA, la tuberculosis y la malaria, mientras que Congo está huérfano de donantes.
Desde los días en que trabajaba en Ruanda hasta hoy, algunos de mis momentos más frustrantes han tenido que ver con saber que las mujeres se apartan de los cuidados para ellas y sus bebés. Hay muchas razones, como que a veces no hay trabajadores sanitarios o que, si los hay, no saben cómo administrar completa y correctamente el tratamiento preventivo.
En otros casos, los puestos de salud carecen de medicinas y/o de suministros de mosquiteras que garanticen la cobertura de las mujeres durante su embarazo. Cuando se pregunta a los países cuáles son los mayores obstáculos a los que se enfrentan, sus respuestas son casi unánimes: falta de medicamentos, falta de fondos para seguir formando a los trabajadores y barreras financieras que impiden las visitas prenatales.
Pese a estas dificultades, el deseo de eliminar la malaria dentro de una generación ha empezado a fusionarse. Algunos lo llamarán "delirio", pero como comunidad global estamos dando los primeros pasos para lograr un mundo libre de malaria.
Yo creo firmemente en el mandato de UNICEF de que cada niño tiene derecho a una vida sana, y que cada mujer embarazada debería tener la oportunidad de poder proporcionar esa vida a su hijo. Desde esa perspectiva, me gustaría empezar protegiendo a los niños y a las mujeres embarazadas de la malaria: es su derecho y debería ser nuestro compromiso con las generaciones futuras.
©UNICEF/PFPG2014-1189/Hallahan
Una mujer y su bebé en Arusha, Tanzania.