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Los desfalcos de Rodrigo Rato han puesto de manifiesto de forma ejemplarmente clarificadora algunas estrategias y maneras de hacer del PP.
A raíz de la pseudodetención de militante tan emblemático (en tiempos no tan lejanos idolatrado y paseado en andas por mítines electorales, y ahora tratado como «esta persona»), gran parte de la dirigencia del PP ha manifestado en un momento u otro que «todos los españoles somos iguales ante la ley». Sorprendentemente, y a pesar de los aforamientos, en esta ocasión se incluyen en el «todos». Si quieren hacer la prueba, tecleen en santa Google la frase anterior o una similar y a continuación el nombre de diferentes políticos o políticas del PP y verán que lo mejor de cada casa, lo más granado, la ha proferido.
(En este caso, el masculino «españoles» es perfectamente pertinente, dado que las españolas no son iguales ante la ley. Las madres que quieren que su apellido denomine en primera instancia a su hija o su hijo, en el momento de inscribir a la o el bebé en el registro, constatan amargamente -si su hombre no está de acuerdo en ello- cómo su derecho queda aparcado y cómo su apellido pasa a ocupar una posición secundaria. Por no hablar de la machista disposición sobre la transmisión de la Corona que rige en la intocable y lozana Constitución.)
Pero volvamos al caso. A continuación, la dirigencia del PP se pone estupenda y afirma algo así como que «esto demuestra que el Estado de derecho funciona en este país». Lo suelen decir de forma solemne y trascendente, supongo que para ocultar el pasmo que les causa ver que el Estado de derecho sobrevive y sigue funcionando, aunque sea a trancas y barrancas, a pesar de los ímprobos y continuados esfuerzos que hacen para asolarlo: cada ley, un ataque a la libertad; cada medida, una andanada contra la democracia.
Hacen una paradinha , y sin ruborizarse sueltan que el caso Rato muestra la total independencia del Poder Judicial respecto al Poder Ejecutivo. Sin solución de continuidad, y cito literalmente a un preclaro militante del partido, se llenan la boca diciendo: «Lo ocurrido en estos dos días comprenderán que no beneficia a la campaña electoral de ningún partido político y tampoco y principalmente no beneficia a la campaña del Partido Popular. Sin embargo, nadie desde el Gobierno lo ha evitado. Nadie desde el Gobierno lo ha parado. Nadie desde el Gobierno ha hecho nada para que no sucediera lo que está sucediendo. Se ha sido neutral, se ha cumplido ante la ley». Una señora y altamente reveladora (casi enternecedora) contradicción: si el Poder judicial es independiente del Poder ejecutivo, como habían afirmado, nada ni nadie --y menos el Gobierno-- puede evitar, puede detener, puede hacer nada para que no suceda lo que está sucediendo.
Y es que se pilla antes a una mentirosa que a una coja.
En otro orden de cosas pero en paralelo, Pedro Sánchez confunde en un tuit el lugar de nacimiento de Antonio Machado con la ciudad donde ejerció de profesor de instituto. Cuando se le hace notar el error, culpa del mismo a su equipo de comunicación. Muy bonito. El arte de no asumir responsabilidades (o el fomento de la irresponsabilidad); no habíamos quedado que tuiter es una herramienta personal para contactar directamente con la gente?
Los desfalcos de Rodrigo Rato han puesto de manifiesto de forma ejemplarmente clarificadora algunas estrategias y maneras de hacer del PP.
A raíz de la pseudodetención de militante tan emblemático (en tiempos no tan lejanos idolatrado y paseado en andas por mítines electorales, y ahora tratado como «esta persona»), gran parte de la dirigencia del PP ha manifestado en un momento u otro que «todos los españoles somos iguales ante la ley». Sorprendentemente, y a pesar de los aforamientos, en esta ocasión se incluyen en el «todos». Si quieren hacer la prueba, tecleen en santa Google la frase anterior o una similar y a continuación el nombre de diferentes políticos o políticas del PP y verán que lo mejor de cada casa, lo más granado, la ha proferido.
(En este caso, el masculino «españoles» es perfectamente pertinente, dado que las españolas no son iguales ante la ley. Las madres que quieren que su apellido denomine en primera instancia a su hija o su hijo, en el momento de inscribir a la o el bebé en el registro, constatan amargamente -si su hombre no está de acuerdo en ello- cómo su derecho queda aparcado y cómo su apellido pasa a ocupar una posición secundaria. Por no hablar de la machista disposición sobre la transmisión de la Corona que rige en la intocable y lozana Constitución.)
Pero volvamos al caso. A continuación, la dirigencia del PP se pone estupenda y afirma algo así como que «esto demuestra que el Estado de derecho funciona en este país». Lo suelen decir de forma solemne y trascendente, supongo que para ocultar el pasmo que les causa ver que el Estado de derecho sobrevive y sigue funcionando, aunque sea a trancas y barrancas, a pesar de los ímprobos y continuados esfuerzos que hacen para asolarlo: cada ley, un ataque a la libertad; cada medida, una andanada contra la democracia.
Hacen una paradinha , y sin ruborizarse sueltan que el caso Rato muestra la total independencia del Poder Judicial respecto al Poder Ejecutivo. Sin solución de continuidad, y cito literalmente a un preclaro militante del partido, se llenan la boca diciendo: «Lo ocurrido en estos dos días comprenderán que no beneficia a la campaña electoral de ningún partido político y tampoco y principalmente no beneficia a la campaña del Partido Popular. Sin embargo, nadie desde el Gobierno lo ha evitado. Nadie desde el Gobierno lo ha parado. Nadie desde el Gobierno ha hecho nada para que no sucediera lo que está sucediendo. Se ha sido neutral, se ha cumplido ante la ley». Una señora y altamente reveladora (casi enternecedora) contradicción: si el Poder judicial es independiente del Poder ejecutivo, como habían afirmado, nada ni nadie --y menos el Gobierno-- puede evitar, puede detener, puede hacer nada para que no suceda lo que está sucediendo.
Y es que se pilla antes a una mentirosa que a una coja.
En otro orden de cosas pero en paralelo, Pedro Sánchez confunde en un tuit el lugar de nacimiento de Antonio Machado con la ciudad donde ejerció de profesor de instituto. Cuando se le hace notar el error, culpa del mismo a su equipo de comunicación. Muy bonito. El arte de no asumir responsabilidades (o el fomento de la irresponsabilidad); no habíamos quedado que tuiter es una herramienta personal para contactar directamente con la gente?