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La revolución del análisis de datos

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The Huffington Post se lanzó en 2005, pero si lo hubiera hecho 10 años antes, se habría encontrado una audiencia muy diferente. En 2005, el lector estándar tenía conocimientos tecnológicos --pasaba bastante tiempo online, se comunicaba principalmente por email o móvil y se conectaba todos los días a redes y foros. Esto fue antes del advenimiento de Siri, Google Now y Waze. Hoy en día estamos más conectados que nunca, y nos apoyamos en todo tipo de artefactos inteligentes en nuestra vida diaria. Los ordenadores empezaron como herramientas lineales que sólo usaban los ingenieros para determinadas tareas, pero se han convertido en artilugios versátiles que nos ayudan cada día de formas diferentes y estimulantes.

Y lo que está por llegar es aún más interesante. En los próximos 10 años, se cree que los ordenadores pasarán de ayudantes a consejeros. Con su ayuda, seremos capaces de abordar y resolver los mayores problemas a los que se enfrenta actualmente el planeta.

Hace mucho tiempo, los ordenadores se crearon con un sólo propósito: rebuscar entre grandes cantidades de datos y encontrar respuesta a preguntas específicas, identificando la proverbial aguja en el pajar de la información. Aún sirven para eso hoy en día --solo que mucho más rápido y a niveles radicalmente más complejos. Los poderes conjuntos de la estadística y la máquina nos han permitido descargar en ellos una creciente cantidad de pesadas e intensivas tareas y liberarnos para dedicar nuestro tiempo a proyectos más valiosos.

Pensemos en Fitbit. Podríamos, ciertamente, seguir nuestra actividad física manualmente, pero no lo haríamos de forma tan consistente y precisa como el aparato digital portátil, programado para hacerlo por nosotros. O pensemos en los coches que se conducen solos. Derivar la tarea de conducir en un ordenador nos permitirá disponer de incontables horas que podremos dedicar a trabajar, aprender o hablar con nuestros amigos y seres queridos. Adicionalmente, ganamos en seguridad, ya que los conductores computarizados no se distraen con conversaciones, no sienten fatiga ni se ven impedidos por los efectos del alcohol.

Los beneficios de las herramientas digitales no se limitan a los ricos y privilegiados. Los pescadores de la costa africana usan actualmente el móvil para encontrar el mejor mercado donde vender su mercancía. Los estudiantes que una vez tuvieron que compartir los libros de texto en clase ahora pueden acceder a una inabarcable fuente de información a través de Internet.

Y creemos que los ordenadores cada vez harán más. Su capacidad para analizar datos crece continuamente, y cada vez se almacena más información en formato digital. Tendrán más impacto social y nos ayudarán a abordar problemas urgentes, como el sistema de la Seguridad Social o el cambio climático.

Durante las próximas décadas, se estima que cerca de 60 millones de personas al año se trasladarán a la ciudad. Surgirán problemas para controlar el tráfico, por los combustibles, por el impacto medioambiental y la planificación urbana. Será el momento de la estadística a gran escala. En la próxima década, la cantidad de información que tendremos que reunir crecerá exponencialmente --la propiedad de los vehículos, el consumo de combustible, el tiempo medio de espera en cada semáforo. No seremos capaces de analizar todos esos datos por nuestra cuenta, y aún menos de hacer las preguntas correctas en relación a ellos. Pero con la capacidad de aprendizaje de las máquinas, los ordenadores serán capaces de echar un vistazo a masivas cantidades de datos y reconocer patrones y formas de agruparlos que no podríamos encontrar basándonos sólo en la intuición. Incontables relaciones y dependencias serán localizadas, y la planificación urbana será más científica y resolverá más problemas potenciales antes de que se presenten.

Estamos a punto de tener coches que nos lleven a la dirección que les digamos. En la próxima década, los ordenadores nos aconsejarán sobre cuestiones del transporte que aún no nos hemos planteado.

La estadística también va a transformar la medicina. Ya la máquina de IBM Watson es capaz de relacionar datos de informes de pacientes individuales para investigar la mejor forma de tratarlos. En el futuro, el impacto de la inteligencia artificial se extenderá a combatir enfermedades específicas. Nos imaginamos que toda la materia biológica será secuenciada algún día, y todos los datos que se extraigan quedarán guardados en una base de datos de análisis informático. Las conclusiones que podrían extraer los ordenadores, dada su capacidad para reconocer patrones en este tipo de datos, son asombrosas. Nuestra comprensión del tratamiento y la prevención de enfermedades podría cambiar por completo. Hoy en día solemos analizar los datos de los que ya están enfermos, y los estudios médicos se centran en una muestra específica de pacientes que han recibido tratamiento. Imagina que se pudiera extender el análisis a individuos anónimos de toda la población, integrando datos que van más allá de la enfermedad e incluyen factores como la exposición al ambiente, la nutrición desde la infancia y los hábitod a la hora de hacer ejercicio.

No podemos saberlo aún, pero ¿qué pasaría si el análisis de datos anónimos recogidos de cintas de correr llevara a nuevas revelaciones sobre la prevención de enfermedades? ¿Qué ocurriría si la capacidad de las máquinas para reconocer patrones resolviera la relación entre la genética y el cáncer? Imagina si, de la misma manera que donamos dinero a la investigación del cáncer, donáramos de forma anónima la información de nuestro Fitbit para que fueran extraídos con el propósito de salvar vidas.

Creemos que la razón de ser de los ordenadores es empoderar a la gente complementando sus habilidades. La próxima década nos traerá justo eso. Aprenderemos a construir máquinas que vayan más allá de ejecutar tareas y nos aportarán el tipo de percepción que permite tomar decisiones históricas. Nos ha tocado vivir un momento apasionante.


Este post forma parte de una serie que conmemora el décimo aniversario de The HuffPost, a través de la opinión de expertos que reflexionan sobre lo que podemos esperar en la próxima década en sus respectivos campos.

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Eric Schmidt es el presidente ejecutivo de Google. Jared Cohen es el director de Google Ideas y consejero del presidente ejecutivo. Junto, han escrito El futuro digital, un superventas según The New York Times.

Este post es parte de una serie que conmemora el décimo aniversario de 'The Huffington Post' a través de opiniones de expertos que se imaginan qué ocurrirá en sus respectivos campos en la próxima década. Para ver todos los artículos de esta serie, pincha aquí.

Este post fue publicado originalmente en la edición estadounidense de The Huffington Post y ha sido traducido del inglés por María de Sancha.

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